El mundo -nuestro mundo- abunda en malas o pésimas noticias, pero como nuestra atención es limitada e incluso, me atrevo a decir, se aburre, una mala noticia desplaza a otra, y una catástrofe nueva nos hace olvidar a la anterior, sin que ello quiera decir -nunca- que esa anterior quedó solucionada. Si la brutal guerra palestino-israelí siempre ocupa primeras planas, es porque los palestinos viven en un aterrador marasmo entre el bien y el mal o porque la venganza israelí de Netanyahu se supera en crueldad a sí misma. Si la Venezuela empobrecida y dictatorial del bruto Maduro es fuente de noticias, radica en que la oposición (Edmundo González, María Corina) acosan internacionalmente al camionero sátrapa. El niñato y tramposo Errejón parece haber pasado a segundo plano -un sinvergüenza inepto- porque se puso por delante la terrible tragedia de Valencia y la inundación.
Uno piensa a veces, a la vista de esto y más, que la clase política -hay unas pocas excepciones- apenas soluciona nada, sino que es precisamente ella, la que origina y agranda los problemas. Sí, hay muchas cosas horrendas y otras vendrán, me temo. Y en toda esta inhumana combustión, ¿dónde queda Cuba, el país de la prometedora revolución de Fidel Castro y Che Guevara, el lugar mágico de la progresía de los años 60 y aun 70 pasados? ¿Cuba vive en el letargo de la felicidad o es un lugar inhóspito y absurdo que ya ni para mal interesa?
Definida como «República socialista marxista-leninista», Cuba pasa uno de los peores momentos de su desastre revolucionario, inaugurado en enero de 1959 y que dura entre estupor y miseria. He ido dos veces a Cuba (la primera en 1993) y siempre he regresado con el corazón roto por la miseria y la catástrofe, obviamente, añadidas a la absoluta falta de libertad y a la constatación de la dura pobreza de la mayoría, mientras la élite del Partido Comunista de Cuba, vive sin carencia ni límite. Recuerdo la frase del poeta Francisco Brines aquella primera vez en La Habana, donde la calle era una sucesión de mendigos: «¡Si esto es el comunismo, no lo quiero, es abominable!». Tiempos después, estando yo en una playa cercana a la capital, oí hablar a dos cubanos: «Aquí pasa lo que pasa porque el 50% de la población es policía, dedicada a vigilar estrechamente al otro 50%». En Cuba hay oposición, pero ya no se ve, por represión y por aburrimiento ante un poder comunista feroz.
«En Cuba hay oposición, pero ya no se ve, por represión y por aburrimiento ante un poder comunista feroz»
¿A quién le importa ya Cuba? Es posible que la isla termine como una suerte de agujero negro: Vacía en las tinieblas. La isla pierde población cada año (apenas llegan ya a los 11 millones de habitantes) porque la gran mayoría busca huir y escapar como pueda. Dos jóvenes poetas obtienen sendos premios en España, vienen a recogerlos -con sus novias, por si acaso- y, claro es, ninguno regresa a Cuba, ni se le ocurre. Un ensayista y poeta, ya no joven, Virgilio López Lemus, no contrario al Régimen, aquiescente con cautela al menos, me escribe hace más de un año, que no publica nada porque sencillamente «no hay papel», y él no es un perseguido. Una médico hace de jinetera porque gana más con la prostitución que con la medicina. Recuerdo la tibia y amarillenta luz nocturna del Paseo del Prado habanero, hoy los apagones (no media luz, nada de luz) son diarios durante horas. Todo es mercado negro, porque el Gobierno cubano no tiene dinero, y ha tenido que reconocer una economía dolarizada (nada nuevo) para resistir. El peso cubano es una entelequia y no tiene valor, hace años ya existían monedas de falsos centavos fabricadas en Cuba para dar el vuelto al pago en dólares…
¿Es este el paraíso socialista? Y el embargo, que ya da igual, nunca pudo haber llegado a tanto. Rusia ayudó a Cuba, ya no lo hace. La Venezuela chavista ayudó a Cuba, ya tampoco lo hace… Batista fue un dictador, pero casi parece hoy benévolo (casi nadie conoció eso ya) al lado de los hermanos Castro. Fidel -muerto en 2016- fue cruel y llevó el desastre y la total falta de libertad a Cuba. Algunos creyeron que, con su muerte, algo empezaría a cambiar, pero no ha sido así, su hermano menor Raúl (hoy retirado y con 93 años) se erige en la garantía de gobiernos continuistas y míseros. Miguel Díaz-Canel es hoy jefe del Estado, jefe del Gobierno, primer secretario del Partido Comunista y Comandante en jefe de las Fuerzas Armadas. ¿Quién da más mientras la gente sólo quiere huir de la miseria y la tiranía? Ya ni nuestros gritones podemitas, que buscan votos en las catástrofes, porque construir no saben, ni ellos, ni Iglesias ni la tigresa Montero, hablan de Cuba. No interesa ya ni a los comunistas. ¿Se puede defender aún el comunismo, tras los más de 60 años de fracaso continuado de la Revolución cubana? Creo que José Martí diría (a lo Ortega y Gasset) «no es esto, no es esto».