Poco importan los casi 40 grados de temperatura bajo un sol implacable o las nubes de polvo que se levantan con cada jugada. Todos los fines de semana, desde hace más de 20 años, varias generaciones de migrantes ecuatorianos en Barcelona acuden al mismo lugar. Un terreno descampado con varias chabolas ubicado cerca del antiguo hotel Rey Juan Carlos I, en L’Hospitalet de Llobregat, para jugar ecuavóley. Se trata de un deporte originario de Ecuador que se juega con una pelota de fútbol Mikasa, una red más alta que la de voleibol habitual y con tres jugadores a cada lado: un volador, un colocador y un servidor.
La actividad, tradicionalmente popular en Ecuador, ha congregado tanto a aquella generación de migrantes que llegó tras la crisis de los años 2000 en el país sudamericano como a la más reciente, marcada por una violencia e inseguridad sin precedentes. Actualmente, el deporte se juega en descampados o asentamientos informales, ya que su práctica, cuando no se trata de campeonatos oficiales, ha sido obstaculizada por algunos ayuntamientos. Varias asociaciones y colectivos de deportistas reclaman un espacio en el parque para su práctica.
En los días de mayor afluencia, sobre todo los domingos, el terreno de tierra acoge a cerca de 400 ecuatorianos que acuden con sus hijos, padres, hermanos o tíos a ver los partidos. “Siempre nos hemos juntado en base a esto. Cuando llegué, una de las primeras cosas que hice fue buscar un lugar para jugar”, explica Jesús, que vino a Barcelona proveniente de la ciudad de Guayaquil hace pocos meses. “Salí de Ecuador porque tengo a mi familia aquí y por buscar un futuro mejor”, explica antes de saltar al campo.
El Chivo, Músculo, Chino, Maraca o Barbita son algunos de los apodos de los mejores jugadores de ecuavóley que acuden todos los fines de semana al descampado en donde se juegan los partidos. A diferencia del voleibol (en el que la red está a 2,43 metros), en el deporte ecuatoriano el balón pasa por encima de una red ubicada a 2,8 metros de altura, y, además, se puede sujetar el balón levemente al golpearlo o empujarlo. En las canchas, cada partido va acompañado de un tropel folclórico de partidas de naipes, venta de platos típicos como helados de salcedo, mango con sal y ají, cerveza o apuestas.
Wilter Vargas llegó a Barcelona proveniente de la ciudad costera de Manta hace 25 años. Actualmente, es una de las ciudades más violentas del país. Vargas es uno de los fundadores del colectivo Ecuavóley Barcelona, que transmite los partidos de las tres canchas que se han instalado en el terreno en construcción y organiza los partidos. Mientras busca la ubicación para grabar, explica que una de las primeras cosas que preguntan los ecuatorianos al llegar a España es: “¿Dónde se puede jugar ecuavóley?”. “Llegué un miércoles, y el sábado mi hermano me llevó a jugar a unas canchas que quedaban en Marina”, comenta, aunque los Mossos d’Esquadra terminaron echándolos, hasta que encontraron el lugar en el que juegan ahora, unos terrenos en los que actualmente se está construyendo el nuevo Hospital Clínic, explica Vargas. Teme que muy pronto tengan que buscar un lugar nuevo para jugar.

Hace cerca de un año, la embajadora de Ecuador en España, Wilma Andrade, tramitó una petición por parte de distintas asociaciones de ecuatorianos en Europa para avanzar en la profesionalización del deporte, algo que facilitaría su práctica, actualmente obstaculizada en algunos ayuntamientos en España. “La cohesión de los migrantes se da en torno al ecuavóley, cuando llegaban era muy fácil en cualquier lugar colgar una red, entre dos árboles en cualquier parque y jugar, esto fue obstaculizado en algunos ayuntamientos porque no se entiende como una práctica deportiva”, resalta Andrade. “El ecuavóley es generalmente una actividad de confluencia de la familia, forma parte de nuestra identidad”, agrega la diplomática, aunque admite que en ciertas ocasiones hay molestias debido al consumo de alcohol o a las apuestas.
En mayo, el Ayuntamiento de Madrid rechazó una propuesta del concejal de Más Madrid, Félix López-Rey, para definir los espacios en los que se podía practicar el deporte en los parques de la capital española. La iniciativa terminó siendo rechazada por los votos del PP y Vox. Por otra parte, la concejala de Deportes de Madrid, Sonia Cea, avanzó que “se puede practicar el deporte sin problema en las zonas habilitadas, respetando las normativas”.
En plena profesionalización del deporte, y con algunos partidos transmitidos en Facebook con más espectadores que la liga nacional de fútbol ecuatoriana, Madrid acogerá el próximo febrero la final de la Copa Canela, uno de los campeonatos más importantes en la actualidad.