Las muestras de ADN localizadas en el jersey que Helena Jubany llevaba el día que la asesinaron, el 2 de diciembre de 2001 en Sabadell (Barcelona), permitirán sentar en el banquillo a los sospechosos de haber perpetrado el crimen, casi 24 años … después. Localizar el material genético no fue posible en su época, cuando los investigadores sólo encontraron restos de la propia víctima en la prenda. Pero transcurridas más de dos décadas, la Policía Científica ha certificado que parte de este pertenece a quien fuera, ya al inicio de las pesquisas, principal investigado: Santiago Laiglesia, que tendrá que declarar como imputado en las próximas semanas.
Nuevas técnicas para el cotejo –incluyendo una empleada por el FBI– también permitieron a los agentes localizar dos perfiles femeninos en el jersey. Una vez descartado que perteneciesen a otra de las primeras investigadas, Montserrat Careta, que se suicidó en prisión provisional tras el crimen, ahora, a petición de la familia Jubany y de la Fiscalía, la juez ha reabierto las pesquisas contra la última de las sospechas: Ana Echaguibel, cuyo ADN se comparará con el encontrado en la ropa de Helena. Será una de las últimas pruebas antes de que el asesinato de la joven bibliotecaria, a quien arrojaron al vacío desde la azotea del edificio Calvet d’Estrella 48, llegue, por fin, a juicio. Por el camino, tal y como recuerda su hermano Joan, ha habido muchos obstáculos. «Ahora ya vemos la luz al final del túnel, aunque el camino no será recto y aún esperamos alguna curva», explica a ABC. Entre estas, la suspensión de la declaración de Laiglesia, señalada inicialmente para el 26 de septiembre, y finalmente aplazada por incompatibilidad de agenda del abogado de otro de los investigados, Xavier Jiménez.
El caso se sobreseyó de forma provisional en 2005, tal y como recuerda ahora Joan Jubany, «no porque el instructor considerase que no habían sido los investigados, sino porque no había indicios suficientes» para sentarlos en el banquillo.
Y es que tras el crimen, el juez de la época envió a prisión provisional a dos sospechosas: Echaguibel y Careta. Esta última se quitó la vida en la cárcel de Wad-Ras en 2002, tras dejar una nota en la que reiteraba su inocencia. Echaguibel quedó en libertad y Laiglesia no llegó ni a ser detenido. Ya entonces, los forenses determinaron que en el asesinato habían participado, al menos, dos personas.
El cuerpo de Helena apareció en el patio de luces del edificio de Calvet d’Estrella donde vivía Careta, entonces pareja de Laiglesia quien, en ocasiones, pernoctaba allí. El cadáver se localizó semidesnudo, y presentaba varias quemaduras. El caso se trató primero como un suicidio, pero esa posibilidad pronto se descartó. Los indicios apuntaban a varios implicados. Todos ellos, integrantes de una de las secciones de la Unión Excursionista de Sabadell (UES), a la que la víctima se había apuntado tras mudarse a la ciudad. Helena tenía entonces 27 años.
Tras un primer intento fallido, con la ayuda de su abogado Benet Salellas, en 2021 los Jubany consiguieron la reapertura del caso. «Aportamos como prueba correos localizados en el disco duro del ordenador de Helena», recuerda ahora su hermano. Esos correos, vinculados con los anónimos que enviaron a la víctima en vísperas del asesinato, permitieron retomar las pesquisas.
«Ahora ya vemos la luz al final del túnel, aunque el camino no será recto y aún esperamos alguna curva»
Así, el peritaje del disco duro se saldó con la imputación de un sospechoso que, aunque desde el primer momento había estado en el foco de las pesquisas, nunca había adquirido la condición de investigado: Xavier Jiménez. Dichos mensajes presentan «una conexión clara y directa» con los dos anónimos que recibió la víctima semanas antes del crimen. Notas que dejaron en la puerta de su piso, junto a dos bebidas, adulteradas con sedantes. Concretamente, benzodiacepinas, las mismas que, según certificó la autopsia, tenía en su organismo cuando la mataron. Por eso el nuevo instructor consideró que «la coincidencia» no pudo ser casual. ¿El motivo? «El texto del segundo anónimo que se envía a Helena funciona como una suerte de acertijo con pistas, para que pudiera averiguar quién era el autor», señaló el juez, para precisar: «Se trata de cuestiones que formaban parte de las conversaciones de ella con Xavier».
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Uno de los dos anónimos que remitieron a Helena Jubany, junto a sendas bebidas adulteradas con somníferos, días antes de su asesinato
Tras ello, un prueba caligráfica demostró que Jiménez fue autor de parte de esos anónimos. Y es que tanto en esos textos como en los emails se hacía referencia a volver a «coincidir» en alguna de las salidas de la UES, asociación de la que Jubany, al igual que los sospechosos de su asesinato, era socia.
Carrera de obstáculos
Después de este significativo avance, entró en escena el ADN. Era junio de 2022 cuando, transcurridas más de dos décadas del asesinato, la Científica localizó material genético masculino en el jersey de Helena, prenda que, junto a sus zapatos y sus calcetines, se encontró en la azotea desde donde la arrojaron. El cotejo con el del entonces único investigado [Jiménez] fue negativo, pero ese resultado abrió la puerta a imputar a quien fuera principal sospechoso del crimen: Laiglesia. La comparativa de ADN tampoco fue concluyente. Y ahí tuvo un papel fundamental la genetista de la Universitat de Barcelona Gemma Marfany. «Le pedimos que nos asesorara para saber qué se podía hacer», recuerda ahora Joan.
En el jersey había una mezcla de ADN de cuatro individuos. Dos perfiles masculinos y dos femeninos. Cuando la genetista revisó las tablas descubrió que 24 de los 25 marcadores analizados del cromosoma Y sí eran compatibles con el perfil genético de Laiglesia. «No se podía descartar, por tanto, había que seguir investigando», explica Marfany a este diario. Así elaboró un informe que remitió al juzgado, Instrucción y Primera Instancia 2 de Sabadell, que fue el que abrió la puerta a que la Comisaría General de la Policía Científica de Madrid, aplicando técnicas de secuenciación masiva, corroborase finalmente hace unas semanas que «es 26 billones de veces más probable» que la mezcla de ADN hallada en la parte trasera del jersey sea de Santiago Laiglesia que de cualquier otra persona.

Prendas de Helena, donde se buscaron restos de ADN de sus posibles asesinos
«Del resto [zapatos y calcetines] no se pudo obtener nada, pero del jersey, por el tipo de tejido, rugoso, como de lana, sí. El problema es que era una mezcla de, como mínimo, cuatro perfiles, dos de hombre y dos de mujer. Pero ante muestras mezcladas, las técnicas forenses convencionales tienen muy complicado poder asignarlas a personas porque las probabilidades estadísticas no son valorables», detalla la experta.
Así lo indicaba el informe del Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses que recibieron los Jubany, y que les llevó a consultarla para saber cómo sortear este nuevo obstáculo en la resolución del crimen. «Durante estos años las técnicas de secuenciación han avanzado mucho y fue así como la Policía Nacional decidió aplicar nuevas tecnologías y volver a tomar muestras» de la prenda, que les llevaron no sólo hasta Laiglesia sino también, volviendo a analizar el jersey, hasta un perfil femenino, distinto del de Helena, en el puño de la prenda. «De momento no sabemos de quién es», certifica la genetista, pero la actual juez del caso ya ha ordenado comparar la muestra con el ADN de Echaguibel, una vez descartado que fuese de otra de las primeras investigadas, Montserrat Careta.
Última prueba
Poner nombre a ese perfil acercaría a la familia Jubany a conocer la verdad sobre el asesinato de Helena, que es lo que reclaman desde hace más de dos décadas. Gracias a la contundencia de los estudios genéticos y también a la prueba caligráfica, están «ilusionados», porque aunque el cotejo con Echaguibel fuese negativo, hay otros dos investigados, Jiménez y Laiglesia, que sí irán a juicio.
En caso de que fuese positivo, serían tres los encausados por el crimen que tendrán que sentarse en el banquillo de los acusados. Antes, la juez debería tomar declaración a Echaguibel, al igual que hará con Laiglesia. Después, la instrucción estaría prácticamente cerrada, con lo que ya se podría convocar la comparecencia del jurado popular y preparar los preceptivos escritos de acusación.
