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Décadas atrás, era costumbre utilizar el agua que procedía directamente de ríos o manantiales para su consumo, sin que esta práctica fuera perniciosa para la salud. Con el paso de los años, y debido a los niveles de contaminación de los afluentes, esta situación ha cambiado.
Actualmente, en el caso de los manantiales, es común ver marcas internacionales que presentan productos cuya procedencia, según afirman, son estas fuentes de agua subterránea, vendiéndose como garantía de un producto natural, de calidad y beneficioso para la salud.
A nivel local, existen casos de empresas ubicadas en el interior del país que aseguran vender agua procedente de manantiales. En Neyba, hay negocios que se abastecen del líquido que se origina en el Monumento Natural Las Marías, constituido por un conjunto de manantiales.
Aparte de la región sur, en el norte también hay ejemplos, según menciona Julio Quezada, presidente de la Asociación Dominicana de Procesadores de Agua Purificada (Asoproagua). «En un lugar donde el agua de manantial todavía la están usando es en Jarabacoa», indica.

Quezada explica que vendedores de agua a granel suben a las tomas y comercializan este recurso, el cual es consumido por una parte de la población del municipio. Sin embargo, señala que no todos emplean esta fuente, ya que el agua de manantial tiene un alto contenido de sólidos disueltos (minerales, sales y metales), y suele no ser bien digerible. «Entonces, la gente está prefiriendo el agua embotellada antes que la de manantial».
«En los últimos 30 años, el agua de manantial es básicamente un agua de turismo», dice Martín Meléndez, profesor del Instituto Tecnológico de Santo Domingo (Intec).
El Ministerio de Industria, Comercio y Mipymes remitió un informe a Diario Libre sobre las industrias envasadoras de agua natural y mineral, aunque el documento no hace referencia directa a los manantiales.
Este informe detalla que el país registra, de manera formal, 78 industrias locales envasadoras de agua, siendo el 71.8 % microempresas y el 20.5 % pequeñas.
En el período 2019-2023, las ventas de esta industria crecieron en un promedio anual del 6.4 %, pasando de 1,156 millones de pesos en 2019 a 1,586 millones en el 2023.
De acuerdo con informaciones del Ministerio de Salud Pública, unas 194 empresas embotelladoras cuentan con registros sanitarios, con un fuerte énfasis en Santo Domingo, donde se concentran 60, y el Distrito Nacional y Santiago, ambas con 12.
Sin embargo, la Dirección General de Medicamentos, Alimentos y Productos Sanitarios (Digemaps) informa que no tiene registrados productos con características de agua de manantial, aunque existen marcas inscritas con los nombres «manantial» o «manantiales».
Diario Libre contactó a varias empresas que en el etiquetado de su agua señalan que el producto es de manantial, pero no respondieron a las solicitudes de entrevistas.
La calidad del agua de manantial
Los manantiales en la República Dominicana son una fuente vital de agua dulce, proporcionando abastecimiento a comunidades, ecosistemas y diversas actividades económicas. Se emplea en el sistema de acueductos y para fines domésticos, como el aseo personal y para cocinar.
El Ministerio de Medio Ambiente explica que el agua de manantial surge a partir de la infiltración de la lluvia en el suelo, la cual se filtra a través de capas de roca y sedimentos hasta alcanzar un acuífero subterráneo.
La institución destaca que la calidad del agua en los manantiales suele ser alta, ya que el proceso natural de filtración que atraviesa reduce la presencia de contaminantes. «Además, la composición geológica del suelo puede influir en las propiedades minerales del agua», señala.
Medio Ambiente cita el Plan Hidrológico Nacional del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (Indrhi), el cual destaca el potencial para usos minero-medicinales de estas fuentes. En el documento se identificaron 15 manantiales.
El referido plan, realizado en 2010, señala que las autoridades realizaron un estudio en nueve manantiales de la Planicie Costera Oriental y el Valle de Neyba, determinando que estos poseen propiedades químicas relevantes para baños terapéuticos, piscinas y otras actividades de alto consumo de aguas minerales.
«Sin embargo, la mayoría de las muestras analizadas no eran bacteriológicamente puras, lo que sugiere la necesidad de tratamiento si se destinaran al consumo humano», reseña el informe.
Regulación: un punto clave
El Ministerio de Medio Ambiente aclara que, si bien el agua de los manantiales suele ser de excelente calidad, la realización de análisis periódicos para asegurar su aptitud para el consumo humano «es fundamental».
«El uso prioritario de esta agua debe ser para fines sociales, como el abastecimiento de acueductos y el consumo doméstico. Su explotación con fines comerciales o lucrativos debe ser regulada para garantizar su sostenibilidad y el beneficio colectivo», detalla la entidad.
Este argumento de las autoridades coincide con lo expresado por Silvio Carrasco, director de la Unidad de Agua de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra. A juicio del profesor, «en el país no hay tantos manantiales que estén garantizados para el consumo, ni hay un control adecuado de ellos».
¿Son protegidos los manantiales?
Martín Meléndez, del Intec, resalta que, desde la creación de la Ley 64-00, se han protegido las aguas de los manantiales. Con respecto a este punto, las autoridades señalan que la Ley de Medio Ambiente establece un marco legal integral para la protección y gestión sostenible de los recursos naturales, incluyendo las aguas subterráneas.
Medio Ambiente aclara que la ley no menciona específicamente la palabra «manantiales»; sin embargo, aborda la protección y gestión de los recursos hídricos subterráneos, a los cuales estos pertenecen.
Uso en acueductos
El asesor técnico del Instituto Nacional de Aguas Potables y Alcantarillados (Inapa), Miguel Bachá, indica que los manantiales empleados por la entidad para el abastecimiento de acueductos «se monitorean constantemente».
«Un manantial se puede ver limpio y el agua puede tener afectación microbiológica, porque puede haber ganado vacuno o caprino cerca. (…) Ninguna obra sobre un manantial tiene un tratamiento cero; el mínimo es la cloración (uso de cloro)», explica el experto, quien cita el uso de manantiales ubicados en áreas montañosas de provincias como La Vega o Samaná.