Los vascos eligen mañana a 75 parlamentarios, a razón de 25 por cada circunscripción electoral (provincia) independientemente de la población de cada una de ellas, un peculiar sistema que puede ser determinante en unas elecciones en las que se espera muy poca distancia entre PNV y EH Bildu.
El vasco es el único sistema electoral autonómico en el que no se tiene en cuenta la población para repartir proporcionalmente los escaños, una excepción que obedece a motivos históricos y también políticos.
La comunidad autónoma del País Vasco se configuró como una realidad confederal, una unión de sus tres territorios históricos, auténticos depositarios del autogobierno vasco a través de sus fueros.
El censo electoral de 2024 asciende a 1.795.206 electores. Vizcaya cuenta con 945.874, Guipúzcoa suma 587.709 y Álava 261.623. Esto significa que el voto de un alavés pesa 3,6 veces más que el de un vizcaíno. En Vizcaya, cada parlamentario representa a 37.834 votantes, mientras que un escaño guipuzcoano corresponde a 23.508 y uno alavés a 10.464.
Además, la ley electoral vasca estableció un mínimo del 5 por ciento de los votos emitidos en una circunscripción para poder acceder al reparto de escaños, pero en 2000, se modificó este apartado de la norma para rebajar este requisito al 3 por ciento vigente en la actualidad.
Han sido varias las encuestas que describen una situación de empate entre EH Bildu y el PNV o que auguran una victoria de los primeros en escaños, pero no en votos, una circunstancia que se explica por el peso electoral que los jeltzales mantienen en la provincia de Bizkaia, que aglutina más del 50 % del censo electoral.
Así como Vizcaya figura como la plaza fuerte del PNV, Guipúzcoa es históricamente terreno más propicio para EH Bildu, aunque en 2020 fueron los jeltzales los que se impusieron en los tres territorios.
No obstante, en los dos precedentes más próximos, las forales y las generales de 2023, EH Bildu se impuso en Guipúzcoa, con una gran diferencia en los comicios a Cortes Generales, mientras que en Álava la batalla entre el PNV y EH Bildu se prevé muy igualada.
Aunque históricamente nunca se ha apuntado a la influencia del singular sistema vasco en el resultado electoral, en los comicios de mañana, con una diferencia que se espera tan estrecha, puede ser relevante.
La situación de que un partido gane en votos pero pierda en escaños solo se ha producido en otra ocasión, en las elecciones de 1986, tras la escisión del PNV, cuando los jeltzales lograron 17 parlamentarios con casi 20.000 votos más que el PSE-EE, que ganó los comicios con 19 escaños, aunque finalmente fue el PNV el que acabó gobernando.