Qu puede aadir una pelcula a un libro? O, de otro modo, para qu o por qu adaptar un texto a la pantalla? La directora Vanessa Filho reconoce que se hizo las mismas preguntas apenas acab de leer El consentimiento. Tena otro proyecto entre manos, pero sent la necesidad, la urgencia, de detener todo lo que estaba haciendo. Tena que convertir la rabia que me produjo la lectura del testimonio de Vanessa Springora en rabia compartida, dice para explicar lo ms bsico. En efecto, El consentimiento, la pelcula, no es igual, ni equivalente siquiera, a El consentimiento, la novela. No puede. Aunque se cuente la misma historia y se haga en el mismo estado anmico entre la estupefaccin, la vergenza, el dolor y la ms brutal sinceridad.
Pero con todo no es tanto un problema de medio expresivo, que tambin, como de voz. Nada ni nadie puede sustituir la palabra misma de la vctima en primera persona, reflexiona la directora y ella misma se corrige: Y sin embargo es necesario seguir escuchando esa voz. Necesitamos que hable ms gente y que los testimonios se sumen. El problema durante demasiado tiempo es que no ha habido nombre para ese horror que an se produce de manera cotidiana. Basta ver las estadsticas de los abusos. Vivimos en un estado de emergencia. Lo que le ocurri a Springora an sucede. Ella dio voz a muchas en su misma situacin y hacer una pelcula es una forma de dar sentido a lo iniciado con la publicacin del libro.
Fue en 2020 cuando la escritora y editora Vanessa Springora sorprendi a todos con la evidencia de un libro que, a su modo, tambin es manifiesto, revelacin y grito de protesta (y hasta de auxilio). El meticuloso y perfecto relato de su relacin con el escritor Gabriel Matzneff cuando ella contaba con 13 aos y l 50 era tambin la radiografa, exactamente igual de meticulosa y perfecta, de una sociedad enferma y culpable que no solo toler sino que celebr y alent la pederastia, que no solo el abuso. Matzneff jams ocult lo que hizo. Al revs, escribi sobre lo que hizo, vivi de lo que hizo y fue nada ms que lo que hizo. Ni la madre de la vctima, que la anim, ni su padre, que prefiri callar, ni el mundo cultural en su totalidad… nadie hizo nada. Ahora, se retoma el mismo relato, pero en la descarnada y siempre agresiva ritualizacin de la imagen. Y se hace de la mano de la actriz Kim Higelin en la piel de Springora al pie mismo de todos los abismos, nuestros abismos.
El xito del libro y toda la conversacin que produjo podra hacer pensar que estamos hablando de un problema del pasado, pero, a poco que miremos a nuestro alrededor vemos que no es as, contina la directora, se toma un segundo y sigue: Pensemos en lo que no hace tanto se supo de Grard Depardieu. Rpidamente, hasta el presidente Macron sali en su defensa y se refiri a l como el ms grande actor francs. Lo grave no es que con esas palabras se intentar disculpar sus abusos y violaciones; lo grave es que no hubo ni una sola palabra para las vctimas ni para su dolor, simplemente no existan. Es la misma mentalidad. Pausa. Metzner contaba en sus libros lo que haca con sus vctimas, pero se le disculpaba en nombre del arte; se entenda como ese mbito de transgresin que siempre es disculpable en la produccin artstica. Y es un error. Es un error convertir la transgresin en un valor en s mismo. Nadie se detuvo un momento en que haba gente sufriendo, que haba, repito, vctimas cuyas vidas quedaron arruinadas para siempre. Un depredador nunca acta sin cmplices y la sociedad fue cmplice.
Para el recuerdo queda (an es consultable en YouTube) el episodio vivido en el famoso programa cultural Apostrophes en el que todos rean las ocurrencias del pederasta literato. Todos menos la periodista Denise Bombardier. Ahora nos horroriza ver aquello. Nos espanta que en aquel instante, ella fuera la excepcin. Era un programa cultural, el ms emblemtico y respetado de todos, y todos reciban como un hroe a un pederasta. Uno lo piensa y cree que la cultura debera ser una arma para compartir, para hacernos ms libres… Cmo es posible que aceptramos que la cultura puede servir para destruir a alguien? Y no me refiero a la polmica sobre si se ha distinguir o no entre el creador y su obra, una cuestin que est ah en el caso de Depardieu o Polanski… No, aqu el arte, lo que se consideraba arte era un delito. Y se call, comenta Filho a la vez que se lamenta de la muerte reciente de Bombardier. Me habra gustado que hubiera visto la cinta, me habra gustado que hubiese visto hasta que tena razn.
Para el final queda la duda del principio: cmo convertir en imagen lo inimaginable? Cuando Winterbottom decidi llevar a la pantalla la novela de Laurence Sterne Tristram Shandy imagin el rodaje de una pelcula dentro de su propia pelcula. En ella, un director se declaraba incapaz de adaptar lo inadaptable. Y as, en su acto de rendicin, el director acababa por confeccionar la ms fiel aproximacin a un libro que no es ms que el relato siempre interrumpido, de un relato que no acaba de ser relato de nada. A su manera, a El consentimiento, la pelcula, le sucede algo parecido. La lectura del libro conduce a un estado de confusin que nos cuestiona como sociedad. Mi empeo fue reproducir esa misma confusin, concluye Filho.