La comunidad de los carmelitas descalzos del convento del Santo Ángel de Sevilla ha recibido la donación del cuadro ‘La Virgen de la Pera’, del siglo XVI. Se trata de una monumental pintura de más de dos metros de alto confeccionada en torno a 1560 por Luis de Vargas.
Se trata de una de las primeras obras concepcionistas de la pintura sevillana que va a formar parte del rico patrimonio ya existente en el Santo Ángel. La pintura, realizada con la finalidad de dar culto, estará en el interior de la iglesia, en la nave de la epístola, entre el retablo de la Virgen del Pilar y el de la Inmaculada.
El prior de la comunidad del Santo Ángel, Juan Dobado, durante el acto de presentación de la obra, hizo saber que es una obra donada por Antonio y Carmen, dos feligreses de la plaza de Cuba que, en agradecimiento antes de fallecer, querían tener este detalle con los carmelitas. Eran dos personas que asistían a misa diariamente en este templo.
Por su parte, Enrique Valdivieso, Catedrático de la Universidad de Sevilla, presentó la obra haciendo saber que «es una pintura que presenta a la Virgen María de frente, de pie y con una media luna, lo que indica que al tiempo de presentarse como Madre de Dios e Inmaculada».
Continuó explicando la figura del Niño Jesús en la pintura. «La Virgen tiene al Niño sonriente sobre sus brazos portando una manzana en la mano, representando el pecado original, la futura redención de Cristo». En cambio, como ofrece la obra, María aparece melancólica porque ella es consciente de que el Niño tarde o temprano dará la vida para la humanidad».
En lo que respecta al marco, Enrique Valdivieso comentaba durante la presentación de la pintura que «es una pieza moderna, de finales del XIX y principios del XX. Procedía de un retablo antiguo, sacado de la desamortización. Lo que no salió de la ciudad en aquella etapa se llegaba a vender».
Una de las cosas de importancia en las que indició el Catedrático de la Universidad de Sevilla, Enrique Valdivieso, es que antiguamente, incluida la etapa del renacimiento, de cuando está datada la pintura, «no se hacían para adornar o que estuviesen expuestas en un museo, sino para dar culto, son obras hechas para hacer una catequesis sobre la doctrina de la iglesia». Neogótico y de finales de la centuria decimonónica.

La nueva donación al Santo Ángel
Luis de Vargas
Luis de Vargas era un pintor de la etapa del renacimiento. Sevillano nobel que vivió cuando gobernaba el emperador Carlos. Probablemente explicaba Enrique Valdivieso que naciera a principios del XVI, en 1505, «el año donde hubo un terrible terremoto en la ciudad e hizo temblar a la Giralda. Se dice, como cuenta la leyenda, que las Santas Justa y Rufina aparecieron del cielo para que el monumento más importante de Sevilla no cayese. De ahí viene todas las representaciones de las dos santas sevillanas».
El autor de la obra, Luis de Vargas, al encontrarse la ciudad en etapa de decadencia, decide trasladarse a Roma para cursar sus estudios con artistas discípulos de Rafael. Según contaba Enrique Valdivieso, «llegó a trabajar en Roma y siempre al servicio de Roma».
«Años más tarde regresaba a Sevilla, pero volvió a Roma, donde permaneció hasta 1550 para finalizar sus estudios y, seguidamente, regresar a Sevilla hasta su fallecimiento en 1567», apuntó Enrique Valdivieso.
Sus mejores obras las realiza con 17 años. «En Sevilla contaba con tres: el retablo del nacimiento y otro que narra la pinturas de los antecesores de la Virgen, de Adán y Eva a Ella en la Catedral de Sevilla, y una tercera en Santa María la Blanca donde presenta a la Piedad con carácter devocional, un trabajo conmovedor, con claridad, elegancia y belleza». Con esta del Santo Ángel, son ya cuatro en su haber expuestos al culto en la ciudad.