La toma de posesión de la presidenta electa, Claudia Sheinbaum, ha sido el último motivo de choque entre México y España. Las autoridades españolas anunciaron a última hora del martes que no tendrán representación oficial “a ningún nivel” en la ceremonia del próximo 1 de octubre, después de que EL PAÍS diera a conocer que la Casa Real no había recibido la invitación, un hecho que calificaron como “inaceptable”. El desaire a Felipe VI ha avivado un conflicto que se originó en marzo de 2019, después de que el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, enviara una carta a la Corona para que se disculpara por los excesos cometidos durante la Conquista. La misiva, sin embargo, no tuvo respuesta de La Zarzuela y el Gobierno de Pedro Sánchez rechazó “con toda firmeza” su contenido. Las relaciones al más alto nivel se enfriaron desde entonces, pese a que no hubo una ruptura oficial.
En línea con lo expresado horas antes por el Ministerio de Exteriores, la ministra de Defensa, Margarita Robles, ha criticado este miércoles la decisión de no invitar al monarca. “Exteriores lo ha dicho clarísimamente. El jefe de Estado, el Rey de España, va siempre a todas las tomas de posesión y, por tanto, no podemos aceptar el que en este caso se le excluya. Si se le excluye, España no va a estar representada, lo cual sentimos muchísimo porque el pueblo mexicano es un pueblo hermano”, ha valorado a preguntas de los periodistas en el Congreso. El portavoz nacional del PP, Borja Sémper, ha cerrado filas con el Gobierno y su determinación de no acudir a la toma de posesión. “Su majestad el Rey es el representante, lógicamente, y si no está invitado, España no está invitada. Respeto al Rey y respeto a España”, ha dicho.
En cambio, los partidos de Sumar —socio minoritario de la coalición— se desmarcan de la decisión. Aunque desde la dirección del grupo parlamentario trasladan que quieren evitar abrir un conflicto con el PSOE y asumen que corresponde al Ministerio de Exteriores y al presidente Pedro Sánchez fijar esa política (la propia Yolanda Díaz se ha “remitido” escuetamente a las palabras de José Manuel Albares), fuentes consultadas no ocultan su incomodidad con una ausencia que admiten que los coloca en una situación complicada por sus alianzas con otros partidos progresistas de América Latina. De hecho, la vicepresidenta segunda tenía previsto acudir a México como parte de la delegación oficial de España antes de conocer la decisión de Exteriores y el secretario primero de la Mesa del Congreso, el diputado de Sumar Gerardo Pisarello, ha anunciado por la tarde que irá. Pisarello ha calificado de “arrogante” la actitud del monarca al no pedir disculpas a México “por los desmanes” cometidos durante la conquista española, cree que está “pagando un precio” por su “enorme torpeza diplomática” y ha enfatizado que es “lógico” que un “rey que desdeñó, sea desairado”.
En declaraciones a los medios pasado el mediodía, el portavoz parlamentario, Íñigo Errejón, ha tratado sin embargo de combinar el “respeto” a la decisión del Ejecutivo con la postura crítica de su grupo, del que forman parte organizaciones de fuerte tradición republicana. “A nosotros nos hubiera gustado que hubiera representación de España, pero la decisión de eso le pertenece al Ministerio de Asuntos Exteriores y nosotros formamos parte del Gobierno y respetamos esa decisión (…) México es un país soberano para decidir a quién invita y Exteriores decide qué hace con esas invitaciones y quién representa a España. En todo caso, nosotros le mandamos un abrazo cálido y fraternal a la presidenta de México”, ha afirmado el diputado en un difícil equilibrio después de felicitar la llegada al poder de Sheinbaum. Errejón, además, ha señalado que, “en algún momento”, España debería “abrir el debate de que quien nos representa en el extranjero, si lo hace el jefe de Estado, fuera un jefe de Estado elegido democráticamente”.
“Otra vez comprobamos que la monarquía es una anacrónica carga que nos da problemas cuando no ruboriza. Mal ejemplo de diplomacia exigir al anfitrión de la fiesta a quién tiene que invitar a su casa. España estaría muy bien representada por autoridades elegidas democráticamente”, se ha expresado muy claro en la red social X el portavoz parlamentario de Izquierda Unida, Enrique Santiago. También fuentes de Compromís creen que el Gobierno debería estar representado en el acto, mientras que desde Mas Madrid, la diputada Tesh Sidi ha reaccionado en redes asegurando que España “no puede faltar” en la toma de posesión de un Gobierno “progresista y feminista”.
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Historial de desencuentros
Los desencuentros entre México y España arrancaron en marzo de 2019. Entonces, el Gobierno de López Obrador acusó que la llegada del conquistador Hernán Cortés en 1519 fue un hecho “tremendamente violento, doloroso y transgresor” y pidió que se reconocieran los agravios en aras de una “reconciliación histórica”. “México desea que el Estado español admita su responsabilidad histórica por esas ofensas y ofrezca las disculpas o los resarcimientos políticos que convengan”, se lee en la carta de hace cinco años. Sánchez viajó al país latinoamericano en enero de 2019, un mes después de la investidura de su homólogo mexicano, pero no realizó otra visita oficial desde entonces. Un documento similar fue enviado al papa Francisco, que sí pidió perdón por las ofensas en octubre de 2021, lo que aumentó la molestia con España. El Ejecutivo de Sánchez reiteró “su disposición para trabajar conjuntamente” y pidió “afrontar con una visión compartida los retos futuros”.
López Obrador ha insistido con ese asunto en varias ocasiones, sin éxito. Ante el silencio del Gobierno español, el presidente mexicano anunció una “pausa diplomática” con España en febrero de 2022 “para respetarnos y que no nos vean como tierra de conquista”. A pesar de que han sido recurrentes en su política exterior, las “pausas” no son una figura reconocida ni con validez jurídica en las Relaciones Internacionales y cada país al que le han sido impuestas ha reaccionado de forma distinta. Perú, que no fue invitado a la toma de posesión de Sheinbaum, retiró a su embajador y nombró a López Obrador persona non grata. Estados Unidos y Canadá, que fueron congelados el mes pasado por criticar una controvertida reforma al Poder Judicial, sí acudirán a la ceremonia, aunque sus mandatarios delegaron su presencia. Washington enviará a la primera dama Jill Biden y Ottawa a la viceprimera ministra, Chrystia Freeman.
Uno de los reclamos más airados llegó en mayo pasado, dos semanas antes de las elecciones presidenciales, con el argumento de que permitiría “cerrar heridas” e “iniciar una etapa nueva”. “¿Por qué no ofrecer una disculpa?”, reprochó el mandatario mexicano, pese a que el tono de aquella petición fue más mesurado. La “pausa” entre ambos países no ha supuesto una ruptura diplomática formal ni el cierre de embajadas ni el llamado a consultas de ningún representante. Ambos países se mantienen como socios comerciales, conservan lazos históricos y culturales, y más de 20.000 españoles viven en México, según datos del último censo. La relación no se paralizó, pero tampoco se cultivó. Es un legado de años perdidos.
Invitación a Putin
A finales de julio, ya como virtual ganadora de los comicios, Sheinbaum señaló que “debe haber un perdón por parte de España”, pero fue mucho más conciliadora. “Hay que mantener relaciones con España y seguir insistiendo”, comentó sobre la petición de disculpas. La “pausa” tampoco ha limitado los contactos entre los políticos de ambos países. José Manuel Albares, el titular de Exteriores, visitó México apenas un mes después del anuncio de López Obrador en 2022. La vicepresidenta Yolanda Díaz se reunió con la entonces aspirante a la presidencia por Morena, el partido de López Obrador, en enero pasado, aunque el encuentro no tuvo carácter oficial.
La ausencia de España no estuvo exenta de polémica. A principios de agosto causó revuelo la invitación al presidente ruso, Vladímir Putin, a pesar de que el equipo de transición y la Cancillería mexicana explicaron que se remitieron “notas diplomáticas a todas las naciones del mundo con las que mantiene relaciones”. Este periódico pudo constatar que se extendió la invitación a Sánchez el mismo día que a Putin y el resto. Felipe VI, ya sea como Monarca o Príncipe de Asturias, estuvo en la toma de posesión de López Obrador en 2018, de Enrique Peña Nieto en 2012 y de Felipe Calderón en 2006. No estará, sin embargo, en una ceremonia histórica para el país hispanohablante más poblado del mundo: la llegada de la primera mujer a la presidencia.