Cuando a finales de los años 90 el nuevo estudiante de doctorado llamó a una puerta color verde oliva entreabierta y entró por primera vez en el despacho de Stephen Hawking en Cambridge, se sintió como si le hubieran transportado «a un mundo atempora
Hazte Premium desde 1€ el primer mes
Aprovecha esta oferta por tiempo limitado y accede a todo el contenido web