Lo de Errejón se rumoreaba. Quiero decir, cualquiera que tenga un colega que ronde los ambientes de Malasaña lo sabía. Pero en Malasaña hay gente con issues, ya se sabe: no entienden una peli de Rohmer, viven en existencias de Cronenberg, practican poliamor y lamen zapatos. En Madrid, el rumor nace de una carencia. Nace el rumor cuando no hay noticias. El rumor es la comidilla de los barrios adormecidos, como Malasaña. El rumor malasañero es de naturaleza pretendidamente madrileña, pero es un fenómeno barrial en sí mismo, porque en Malasaña todo el mundo te cuenta estas cosas a la segunda cerveza. Y cuando estábamos plenamente metidos en esta industria del rumor, va Errejón y dimite. Y esto no es un rumor, sino una realidad tangible. O sea, que el verbo se hizo carne y salieron las actrices.
Madrid tiene necesidad de estar informado y de informar a toda España. A falta de pan informativo, porque estaban todos bien compinchados, el rumor ya se ha convertido en croniquilla, o en novela de Maupassant. Lo malo es el momento en que salta el rumor, o sea cuando el rumor se confirma, porque el ánima de Quevedo anda suelta por las calles y pasea con la de Valle. Y es así como el rumor se convierte en noticia y salen las actrices en tromba, en plan metoo. Lo peor es cuando el chiste político se confirma, y el chiste político de todo Madrid era que los aliades son los peores. A algunos, los de Sumar y Más Madrid les han dado gato con celo por liebre democrática, otros siempre tuvimos mejor oído para la calle.
Y hay muchos rumores y chistes que aún esperan ser noticia. Pero a una, que no le interesan los rumores, lo que en realidad le molesta es que Errejón diga que sus vicios son culpa del liberalismo. Desde siempre, las relaciones de mando y subordinación, de verdugo y sumiso, nada tienen de liberal, sino que son relaciones de poder. Y como hemos visto, en los ambientes de Sumar hay adictos al poder, al poder de someter a la mujer, concretamente. Si Fidel Castro arruina Cuba, no se convierte en un dictador capitalista y si Errejón tiene sumisas no se convierte en un liberal. Pero el error va más lejos porque la izquierda aliade, además, cree que el contribuyente también es masoquista y le pega todos los días con el latiguillo de los impuestos.
«Nuestra izquierda, habituada al impudor de ciertos ambientes, a la doble contabilidad, la doble moral, la evasión de impuestos y la fuga de capitales, sigue dándonos lecciones morales con su lenguaje sacerdotal»
Los liberales pensamos que al capital, como a la mujer, hay que mimarle mucho para que no se vaya a un lugar mejor. Estos, que quieren echarle la culpa de todo al liberalismo, se la pasan amasando dinero y mantienen un menage a trois donde el tercer hombre es el inspector de Hacienda. Pero oiga, para porno y escándalo, la que tienen montada en la Moncloa con la corrupción, la Complutense, los lingotes de oro y las sobrinas. Nuestra izquierda, habituada al impudor de ciertos ambientes, a la doble contabilidad, la doble moral, la evasión de impuestos y la fuga de capitales, sigue dándonos lecciones morales con su lenguaje sacerdotal. Es más, ahora van de víctimas del liberalismo. Pero los españoles ya se huelen que todo este tinglado ideológico sirve para ocultar la verdad, graves verdades.