La magnitud de la destrucción provocada por la riada del fatídico martes, 29 de octubre, es inabarcable. Cuando aún se desconoce el número exacto de vidas humanas que se ha cobrado (al menos 215, en la provincia de Valencia), la visión de miles de toneladas de escombros acumulados a lo largo de la línea de playa que va desde Pinedo (Valencia) hasta Dénia (Alicante), cerca de 75 kilómetros, permite hacerse una idea de la furia devastadora del agua que arrambló con todo lo que encontraba a su paso. Y el mar lo acaba devolviendo. Árboles arrancados de cuajo, enormes troncos y vigas, bombas de butano, contenedores de basura, bidones, juguetes, zapatillas, cañas y palos, muchas cañas y palos, conforman una impactante barrera en la que se pueden ver también animales muertos, como perros e incluso un ternero. El Gobierno autonómico de Carlos Mazón ha solicitado el buque Ramón Margalef, del Instituto Español de Oceanografía, para buscar cadáveres en el mar.
Las playas de Pinero, El Saler y Cullera están marcadas en su orilla por los restos, que también han llegado a Gandia e incluso a Denia (en menor medidas). La corriente natural va desde el norte hacia el sur y se llevó los restos arrojados por el río Turia, por los barrancos de su área, por la Albufera (abrió sus compuertas para no ahogarse) y por el río Júcar hasta sus playas. El Ayuntamiento de Cullera ha pedido ayuda al Centro de Emergencias “para que las toneladas de cañas y residuos arrastradas no provoquen un problema de salud pública”. “Entendemos que existen otras prioridades, pero después de una semana comienza a ser una necesidad ambiental y de salubridad”, indica un mensaje en la cuenta municipal del Consistorio en X.
La prioridad, en cualquier caso, es encontrar los cuerpos de los desaparecidos, una vez reducidas al mínimo las posibilidades de hallarlos con vida, tras la dana mortal del 29 de octubre. Efectivos de la Guardia Civil rescataron el lunes los cuerpos de tres personas (uno, en el término de Sueca) dentro del parque natural de la Albufera (21.000 hectáreas, entre las cuales la superficie del lago ocupa casi 3.000), fuera del agua.
Las víctimas mortales confirmadas oficialmente ascienden a 215 (211 en Comunidad Valenciana; 3 en Castilla-La Mancha; y 1 en Andalucía). La principal prioridad desde este lunes por la mañana en el parque de bomberos de Valencia era la búsqueda con perros del tramo final del río Turia, a su paso por Valencia, y colindante con la V-30. En medio del caos de los primeros días de la dana, desde el principio fue prioritaria la búsqueda en grandes garajes comerciales, como el de Bonaire, donde la tarea ha finalizado este martes sin que se hayan encontrado cadáveres. También fincas y bloques de edificios con subsuelos compartidos, en los que se sospechaba que podía haber fallecidos. En Paiporta, una vecina explicaba desde el número 7 de la calle López Trigo que el Grupo Especial de Actividades Subacuáticas [GEAS] de la Guardia Civil descartaron la presencia de cuerpos. El bloque vecino no se priorizó, y ayer seguía anegado. Las desembocaduras, los barrancos y sus terrenos colindantes y el mar y las playas del sur son ahora objeto de especial atención por los rescatadores.
La laguna del parque natural de la Albufera tiene el agua muy turbia, con restos de todo tipo. Allí trabaja una treintena de efectivos del Grupo Especial de Actividades Subacuáticas, empleando cámaras de infrarrojos subacuáticas, apoyados con drones del Servicio Aéreo y con la colaboración de embarcaciones de recreo y de pescadores de El Palmar. Están peinando “palmo a palmo” la Albufera para tratar de localizar a personas desaparecidas por la dana cuyos cuerpos podrían haber sido arrastrados hasta allí por la riada, según explicó este martes el capitán Sergio Hernández, coordinador de las Actividades Subacuáticas de la Guardia Civil. Dirige las embarcaciones con 12 buzos que van recorriendo la zona, apoyados también por perros y cuatro embarcaciones, tres turísticas y una de pesca. En el lago no han hallado ningún cuerpo, aseguraba. El trabajo es ingente.
El parque engloba a los municipios de Valencia, Alfafar, Sedaví, Massanassa, Catarroja, Albal, Beniparrell, Silla, Sollana, Sueca, Cullera, Albalat de la Ribera y Algemesí, muchos de ellos entre los más arrasados. La autovía de la pista de Silla separa el humedal de los núcleos urbanos de los pueblos del sur de Valencia. Sin embargo, también han llegado al parque coches arrastrados por la tromba de agua, como el que estaba ayer enterrado en medio de un arrozal, visible desde la carretera que une Alfafar y El Saler.
Los campos de arroz han quedado anegados, pero no con el agua del Júcar de la llamada perellonà, técnica de inundación que empieza en noviembre para el cultivo de este cereal. “Ahora el agua es sucia, contaminada. A saber”, comenta Pepe Caballero, presidente de la Cofradía de Pescadores del Palmar, en el epicentro del lago. El barranco del Poyo, que se desbordó, desemboca en la Albufera. Se desconoce aún de momento el nivel de afectación medioambiental del valioso humedal, pulmón verde de Valencia, situado a 10 kilómetros.
Al tener que abrir las compuertas del lago, se escaparon las anguilas que estaban engordando en los criaderos (o tancats, “cerrados”), además de las lisas y otros animales. “Ahora ya estarán nadando hacia el mar de los Sargazos. “Hemos perdido toda la temporada y solo esperamos que el lago aguante y el agua no esté muy contaminada”, indica Caballer. A su lado, Amparo Aleixandre, gerente de la cofradía, culpa de la situación del lago a la industrialización y el crecimiento de los pueblos del sur de Valencia, que no han ido acompañados de la implementación de las infraestructuras hidráulicas necesarias para no contaminar el humedal con los vertidos industriales y fecales. Esas poblaciones son las que ahora han sido anegadas”.