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El perfil de los yihadistas detenidos o muertos en acción en España ha evolucionado en los 20 años transcurridos desde los atentados del 11-M en Madrid y, aunque siguen siendo mayoritariamente hombres de entre 18 y 35 años, las mujeres representan ahora casi el 12% y el 10% son conversos y no musulmanes de nacimiento. Además, la mitad son marroquíes pero el yihadismo autóctono o español va en aumento debido a la creciente presencia de segundas generaciones.
Así se desprende del estudio elaborado por el Real Instituto Elcano en el que se han analizado los datos de los 195 yihadistas condenados en el periodo entre 2012 y 2023 en España y los diez que murieron en acción –los ocho de la célula de Ripoll que cometieron los atentados de Barcelona y Cambrils así como los autores de los ataques en Cornellá (Barcelona) y Torre Pacheco (Murcia), y consultado por Europa Press.
En general, se trata de hombres de entre 18 y 35 años en el momento de ser detenidos o fallecer, tanto casados (cinco de cada diez) como solteros (cuatro de cada diez) y a menudo con trayectorias previas como delincuentes, un perfil muy similar al que se observa en otros países europeos. El predominio de hombres «obedece muy especialmente a un modo muy fundamentalista y violento de entender la ley islámica».
Sin embargo, si entre 2001 y 2011 no había ningún caso de mujeres, estas constituyen a día de hoy ya el 11,7% de los casos de detenidos o muertos. Este cambio se explica «en gran medida a una campaña específica para su movilización desarrollada sobre todo por Estado Islámico mientras mantuvo su califato sobre territorios de Siria e Irak», explica el estudio.
En concreto, de los 205 casos analizados, 24 son mujeres, de las cuales todas menos una se radicalizaron durante el ciclo de movilización vinculado a la guerra en Siria y la emergencia de Estado Islámico como organización de referencia, entre 2012 y 2015 esencialmente. La mujer restante se implicó en solitario a partir de 2020. Ninguna de ellas ha ejercido funciones de tipo operativo ni ha sido entrenada en el uso de armas o explosivos, como sí ocurre en el 69,6% de los casos masculinos.
En este sentido, su labor ha sido con fines proselitistas y de enaltecimiento de su organización (62,5%) o para la captación y radicalización de mujeres (50%), mientras que un 12,5% han realizado funciones logísticas y un 10,7% de financiación. Además, ocho de cada diez tenían voluntad de desplazarse al ‘califato’, el 66,7% de ellas para contribuir activamente como esposas y madres, responsables de la transmisión vertical de los valores yihadistas a la siguiente generación.
Marruecos como país de origen
Pero sin duda el gran cambio constatado es en la procedencia de los yihadistas condenados o muertos en España en la última década. Seis de cada diez son nacidos en Marruecos (55,9%) y cinco de cada diez tienen nacionalidad marroquí (48%), una diferencia que estriba en el hecho de que algunos se han naturalizado como españoles, aunque técnicamente no hayan perdido la nacionalidad marroquí.
En la década anterior, los nacidos en Marruecos eran el 32,2%, mientras que un 20,2% tenían Argelia como país de nacimiento, un 19% Pakistán y un 14,3% Siria. Estos tres países representan actualmente el 5,4%, el 1% y el 1%, respectivamente. En cuanto a la nacionalidad, los argelinos solo constituyen el 4,9% (frente al 20,2%), los paquistaníes el 0,5% (frente al 17,8%) y los sirios el 0,5% (frente al 6%).
Estos datos, subraya el documento consultado por Europa Press, «desvelan la medida en que el yihadismo global, en España, se proyecta desde Marruecos» algo que se explica por la cercanía geográfica, que hace que haya una importante comunidad de inmigrantes marroquíes. Además, precisa, «Marruecos es un país marcadamente afectado por el yihadismo global desde los orígenes mismos de este fenómeno».
Yihadismo autóctono de España
Todo esto es compatible con que una cuarta parte haya nacido en el territorio español (27,2%) y con que casi cuatro de cada diez cuenten con la nacionalidad española (38,7%). Según explica Elcano, esto último es «tres veces más por origen que por naturalización. Como resultado, «el segundo gran componente del yihadismo global en España es el autóctono o español». «No estamos ya ante un fenómeno emanado casi exclusivamente del exterior, como ocurría entre 2001 y 2011», alerta.
También aquí se ha producido un cambio. Si en la década anterior los yihadistas que eran inmigrantes de primera generación eran mayoría (78,2%) frente a las segundas generaciones (19,2%), ahora estos últimos son los más numerosos (52,1%) frente a los de primera generación (35,9%) e incluso ya hay casos de terceras generaciones (7,1%). Además, han aumentado quienes no tenían antepasados de migración exterior, pasando del 2,6% al 7,1%.
Así las cosas, el yihadismo endógeno en España representaría ya el 64,1% de los casos si se suman segundas generaciones, terceras generaciones y quienes no tienen antepasados inmigrantes. «La eclosión de este yihadismo ‘homegrown’ en España ha ocurrido en concomitancia con la movilización yihadista» que a nivel mundial se produjo con la guerra de Siria y la emergencia de Estado Islámico y que afectó en particular a las comunidades musulmanas de países de Europa Occidental.
En general, tanto en España como en estos países, se trata de «adolescentes y jóvenes que viven en un complicado equilibrio entre culturas y normas, propensos a crisis de identidad, en entornos en que familias y lugares de culto son aptos para resolver esas tensiones en un sentido integrador, por lo que en ocasiones creen encontrar respuestas y sentido en las actitudes y creencias del salafismo yihadista», resume el informe.
Por otra parte, se aprecia un cierto rejuvenecimiento en la última década con respecto a la anterior puesto que aunque quienes tienen entre 18 y 35 años son mayoría (siete de cada diez), ahora también hay casos de menores de edad (1% de 14 o menos años y 4,9% de entre 15 y 17 años). Al mismo tiempo, el grupo de mayor edad, a partir de 51 años, también registra un leve aumento (pasando del 3,6 al 5,4%).
Conversos y con antecedentes penales
En otro orden de cosas, el estudio constata que aunque los musulmanes de origen son mayoría, actualmente uno de cada diez casos es un converso (entre 2001 y 2011 eran el 3,6%). Entre ellos hay quienes «llegaron al yihadismo a partir de la islamización de un radicalismo previo de orientaciones ideológicas dispares» así como «jóvenes crecidos en el seno de familias desestructuradas y que han atravesado por difíciles periodos de adolescencia, a menudo con experiencias traumáticas y problemas de conducta o salud mental».
Un dato que no ha variado significativamente es el de quienes tenían antecedentes penales previos. Así, ahora son el 25,7% mientras que en el periodo 2001-2011 eran el 26,8%. Estos individuos transfieren sus habilidades y experiencia y su familiaridad precedente con el uso de la violencia hace que se adapten con relativa mayor facilidad al uso del terrorismo, subraya el estudio de Elcano.
Predominan los delitos contra el patrimonio, a menudo robos con violencia (55,2%); delitos contra las personas, especialmente tentativa de asesinato, lesiones o atentado contra agente de la autoridad (41,4%) y delitos referidos al tráfico ilícito de drogas (31%), aunque también hay un 13,8% por delitos de malos tratos habituales en el ámbito familiar.
Por regiones, Cataluña sigue siendo la que tiene una mayor presencia de casos de yihadismo (35,8%), con Madrid con el 15,3%, seguida por Ceuta (10%), Melilla (8,4%), Andalucía (7,4%), Comunidad Valenciana (6,3%) y País Vasco (5,3%).