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Seguro que muchas veces te has preguntado por qué cierta persona te despierta tanto deseo sexual si no hay una explicación aparente que lo justifique. A veces es lo que llamamos coloquialmente como ‘amor a primera vista‘. Esta conexión tan extraña y poderosa difícilmente de poner en palabras pero que se siente por todo el cuerpo.
Y aunque en la mayoría de ocasiones lo achacamos a una ‘chispa’ misteriosa, la ciencia apunta a que podría haber una explicación más biológica de lo que imaginamos. Nos referimos al poder de las feromonas.

El poder de las feromonas en el deseo sexual
¿Alguna vez, tras sentir una atracción sexual espontánea e inexplicable hacia alguien nada más conocerlo, te has preguntado qué da origen a ese fuerte deseo sexual? El entorno que habitamos está repleto de información, de la cual solo procesamos una pequeña parte, y un porcentaje aún menor es llevado a nuestra conciencia. ¿Y si las responsables de estos flechazos fueran las feromonas, unas sustancias que pululan por el ambiente sin que seas consciente de su influencia en el comportamiento? Pues parece ser que así es. En el fondo, somos muy parecidos a los animales, aunque muchas veces intentemos convencernos de lo contrario.
«Las feromonas son unas sustancias que sirven como mensajeras químicas en la naturaleza. Gracias a ellas, animales de la misma especie pueden comunicarse información sobre si están disponibles para reproducirse, si hay amenazas o si el territorio está ocupado. Estos mecanismos se han estudiado en humanos y, aunque su efecto no es tan claro como en el resto de animales, se cree que hay algunas sustancias que pueden influir, sobre todo, en el atractivo sexual que despertamos hacia otras personas», asegura a THE OBJECTIVE Lucía Jiménez, sexóloga de Diversual.

En muchas especies, las feromonas son captadas por el órgano vomeronasal (OVN). En los humanos, existe una estructura anatómica parecida, pero su funcionalidad sigue siendo aún objeto de debate. Al respecto, algunos científicos argumentan que está inactivo o atrofiado, mientras otros sostienen que ciertas funciones feromonales podrían haberse desplazado al sistema olfativo principal.
La ciencia ha estudiado la relación entre las feromonas y el deseo sexual
Como decíamos, el poder de las feromonas ha sido estudiado ampliamente en animales, pero no tanto en humanos. No obstante, sí hay algunas investigaciones, como esta del año 2001, que apuntan a que ciertas zonas del cerebro humano, especialmente el hipotálamo, se activan cuando se perciben feromonas del sexo opuesto, incluso aunque estos olores no fueran conscientemente detectados.
Otro estudio de 2005 fue más allá e investigó cómo los compuestos androstadienona (AND) y estratetraenol (EST), presentes en el sudor humano, activan el hipotálamo de manera diferenciada según la orientación sexual. Los resultados mostraron que los hombres homosexuales presentan patrones de activación cerebral similares a los de las mujeres heterosexuales al oler AND. Esto sugiere una conexión entre la orientación sexual y la respuesta neuronal a señales químicas.
Feromonas y perfumes: ¿placer químico o efecto placebo?
Las feromonas «se detectan a través de la nariz, pero no pueden olerse, es por ello que incluir en las fórmulas de los perfumes estas sustancias es la forma perfecta de asegurarse de que las demás personas las detecten. Los efectos que producen en quienes las perciben pueden ir desde el aumento del apetito sexual, la relajación, favorecer un estado de ánimo más positivo e incluso la percepción de dominancia por parte de los demás», apunta Jiménez.
La experta se refiere a los perfumes que incluyen «feromonas sintéticas» que prometen aumentar el atractivo sexual. Normalmente, estos productos llevan compuestos como la androstenona, la androstadienona (presente en el sudor masculino) o la estratetraenol (relacionada con el cuerpo femenino). Al respecto, asegura Jiménez, «algunas investigaciones sugieren que el efecto de las feromonas en humanos puede estar sujeto al efecto placebo y no tanto al poder químico de las mismas, ya que, al rociarlas con el perfume, las personas ganan una sensación de seguridad que influye en cómo se relacionan con el resto».

No obstante, un estudio publicado en Hormones and Behavior halló que la androstadienona mejoraba el estado de ánimo de las mujeres y aumentaba sus niveles de cortisol al ser expuestas a ella en contextos sociales. Sin embargo, otras investigaciones apuntan lo que sugiere Jiménez: que «los efectos podrían deberse más a un placebo social; la confianza que otorga oler bien, sentirse deseado o simplemente estar más abierto al contacto con los demás».
La atracción «química» existe
Aunque seguimos sin pruebas definitivas de que las feromonas humanas tengan el mismo impacto que en otras especies, lo que es evidente es que la atracción instantánea podría no ser tan ‘mágica’ o casual como creemos, ya que elementos imperceptibles —desde señales químicas hasta expresiones faciales y el propio lenguaje corporal— los procesamos inconscientemente y moldean nuestras decisiones más instintivas, como el deseo sexual.
«Es por ello que, tal vez, esa atracción genuina que sientes hacia esa persona, no sea tan inexplicable. Simplemente, están entrando en juego algunos elementos que no eres capaz de detectar, pero tu cerebro sí», confirma la sexóloga a THE OBJECTIVE. En otras palabras, cuando sientes esa conexión genuina a primera vista o hay algo ‘te llama’ hacia esa persona que acaba de entrar por la puerta, puede que no sea solo su sonrisa o su voz: tal vez tu cerebro ha detectado algo que tú no ves, pero que él interpreta como alta compatibilidad sexual.