Juanfran Pérez Llorca es el hombre designado por Génova para suceder a Carlos Mazón. Al frente de la Generalitat, pero también al frente del PP de la Comunidad Valenciana. En ambos casos, sobre el papel, de manera interina. La mano derecha del aún presidente de la Generalitat en funciones presentará este miércoles su candidatura en las Cortes Valencianas para someterse a un pleno de investidura que se fijará la próxima semana, y tras el cual asumirá también las riendas del partido. Ahora bien, Pérez Llorca buscará desde el primer momento marcar perfil propio frente a quien ha sido prácticamente su mentor político.
Hasta el punto de que Pérez Llorca busca huir de la escenificación del pacto con Vox que en 2023 dio a Mazón la Presidencia de la Generalitat. En este caso, los 40 diputados del PP en el parlamento autonómico siguen necesitando el voto favorable de los 13 de Vox para investir a Pérez Llorca. Sin embargo, el hasta ahora portavoz popular en las Cortes y secretario general del partido no firmará esta vez ningún acuerdo con las cesiones que estaría dispuesto a hacer a Vox.
Así lo confirman fuentes del partido, que subrayan que Pérez Llorca formalizará su candidatura -en el último día de plazo- sin comprometerse previamente a nada con Vox por escrito. Es decir, el PP evita de momento sellar en un documento su pacto con Vox, algo que sí hizo Mazón en 2023 tras una mesa de negociación con los que luego serían sus socios en el Gobierno. Y en la que se sentó, por cierto, el propio Pérez Llorca.
La portavoz de Vox en el Congreso, Pepa Millán, advirtió ayer de que Pérez Llorca «registrará la candidatura porque termina el plazo, pero eso no significa que haya un acuerdo cerrado». Sin embargo, las fuentes consultadas hablan de la «buena predisposición» por parte de ambas formaciones para que Pérez Llorca pueda hacerse con la llave del Palau de la Generalitat.
En el entorno del dirigente del PP, que ya reveló la «buena sintonía» con Vox, se confía en que los de Abascal cumplan con su palabra para evitar un adelanto electoral en la Comunidad Valenciana, teniendo en cuenta que podría beneficiar a una izquierda movilizada por la dana. Y desde Vox se ha deslizado que, en realidad, donde se espera ver la plasmación del acuerdo es en el discurso de investidura que protagonice Pérez Llorca.
«El marco no es el de 2023», insisten fuentes populares, pues aquel año PP y Vox rubricaron un acuerdo programático con 50 puntos. Nada de eso ocurrirá ahora, lo cual no ha impedido a Vox poner varios temas sobre la mesa. Desde la petición al PP para que defienda la construcción de «diques y presas» frente a la dana -algo que se comparte- a la exigencia de oponerse a la inmigración ilegal y el «fanatismo climático».
De ahí que Vox vaya a forzar al PP en las Cortes Valencianas a pronunciarse sobre la prohibición del burka y el nicab en los espacios públicos o sobre las Zonas de Bajas Emisiones. En este sentido, los de Abascal registraron ayer en el parlamento autonómico -en pleno choque con el PP en el Ayuntamiento de Valencia– una proposición no de ley para «que se reviertan todas las ZBE aprobadas en los municipios de nuestra región o que, en su caso, queden sin efecto».
Por otro lado, y una vez se culmine la transición en la Generalitat -con la previsible remodelación del Consell-, el PP tendrá que abordar también el relevo de Mazón al frente del PPCV. Su dimisión como presidente de la Generalitat iba acompañada de su renuncia como presidente del partido en la Comunidad Valenciana, según confirmaron ayer fuentes de su entorno y anunció Alberto Núñez Feijóo. El líder del PP aseguró que el relevo en clave orgánica se producirá «en las próximas semanas, cuando finalice la investidura».
Y también será previsiblemente Pérez Llorca quien suceda a Mazón al frente del PPCV. Al menos, de manera interina hasta la convocatoria de un congreso regional que Génova no quiere antes de las elecciones andaluzas de 2026. El partido esperará, por tanto, para abrir ese melón. Y más teniendo en cuenta que el ex presidente Francisco Camps sigue convencido de presentar batalla. Su entorno insistía ayer en un congreso «donde un militante sea un voto».

