Si con una espada imperfecta debería pedirse o no la oreja, es otro cantar. ¿Pero quién pone puertas al campo de las emociones? Lo que no puede ser es que una presidencia abuse de su autoridad para guardarse el pañuelo blanco después de una abrumadora petición y se pase el reglamento por donde una pancarta citaba al ministro Urtasun. Negó Sanjuán Rodríguez el trofeo ¡a un novillero!, pues ya se sabe que las normas únicamente valen cuando el palco lo decide. Oyó sólo las palmas de tango de un tendido, mientras hacía oídos sordos y vista ciega para los otros nueve, que abuchearon su decisión después de la vuelta al ruedo de Samuel Navalón. De cereza y oro se presentaba un torero que lo parece y que quiere serlo, pero al que midieron como una figura. No perdió nunca su ambición el de Ayora, formado en la academia taurina de Albacete. Decidido con el capote y con la mente despejadísima –en terrenos, alturas y distancias–, su apertura de obra, con las dos rodillas en tierra, dejó claro que no venía a pasearse. Afianzó las encastadas embestidas de un notable novillo de Montealto, Presumido, el mejor de un sexteto interesante dentro de su desigualdad, más bonitos unos que otros, más encastados unos y más mansotes otros. Con el citado tercero, mientras se formaba un revuelo en el 2, Navalón captó la atención con listeza. Tras aquel explosivo prólogo de hinojos, pleno de valor, concedió generosa distancia al castaño, que se movía con transmisión, sin humillar completamente al principio, en su media altura. Pero con chispa siempre, a más el novillo y el novillero. Respondió el de Montealto cuando le apretó más por abajo, acortando terrenos y embarcando la embestida, alargando el trazo mientras lo dominaba. Hasta paladear dos pectorales más despaciosos. Ambos pitones intercaló, aunque Eolo incomodaba, naturalmente, por el zurdo. Enfibrado, abrochó por bernadinas, con tanto arrojo que atropelló la razón. El valenciano se perfiló en la hora final con el corazón, pero el acero cayó trasero y una parte del sol se lo recriminó, mientras el resto ondeaba los pañuelos. De ley el paseo al anillo, entre la división –¡como si fuese un mandamás!–, aunque sin el tan necesario trofeo para quien busca marcar camino. Su capacidad y su inteligencia asomaron de nuevo en el sexto, a menos. La tizona, sin hacer la cruz, emborronó su tarde, pero no su talento ni su proyección.Feria de San Isidro Monumental de las Ventas. Martes, 14 de mayo de 2024. Cuarta de feria. 18.112 personas. Novillos de Montealto, desiguales pero bien presentados, de juego interesante, destacaron 3º, 5º y 2º. Diego Bastos, de azul eléctrico y azabache. Estocada suelta delantera y estocada atravesada (silencio). En el cuarto, estocada (silencio). Nek Romero, de noche y oro. Pinchazo, otro hondo y dos descabellos (silencio tras aviso). En el quinto, estocada (saludos). Samuel Navalón, de cereza y oro. Estocada muy trasera y tendida (aviso, petición mayoritaria, vuelta y protestas al palco). En el sexto, tres pinchazos, estocada y tres descabellos (silencio tras dos avisos).En jornada de presentaciones, Nek Romero no se entendió del todo con el segundo, pero se creció valentísimo frente al serio quinto y el vendaval. Destellos de clase dejó Diego Bastos con el lote más desagradecido.
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El talento de Navalón, por encima del palco>
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