Me las prometía muy felices brindando con este artículo por el vino aparecido en el ajuar funerario de una tumba de la vieja Carmo. Habría volcado parte de su aroma historicista de más de dos mil años sobre una copa de cristal persa labrada y no me habría importado ni un decimal coger una papa tan grandiosa como los soles que empaparon de néctar sus pámpanos divinos. Hablar con Baco, en una época como la nuestra, donde solo se habla de fango, sacos de mierda y escarabajos peloteros amasando virutas de estiércol judicial, además de aburrido es perturbador. Y si es el signo de los tiempos estar perturbado, yo prefiero estarlo por ingesta de un vino sagrado, casi eterno, que suma tantos años de reserva como otros se ahorrarán en magdalenas de pagar en la sombra por lo que desviaron con los Eres. Sí, me las prometía muy felices. Hasta que llegó un comando de jilipuertas y rompieron la magia contra el suelo, haciendo añicos el cristal donde un pariente adinerado de Carmona encerró para un difunto familiar el vino con el que tenía que pasar el Hades.Roto el sortilegio me la envaino con rencor legionario contra esos dos estúpidos y anormales que han rociado de pintura naranja el ruedo mágico y megalítico de Stonehenge. Sus sagradas convicciones pasan por dejar ver su argumentario jodiendo y enmarranando y arruinando obras de arte o legados históricos. Una sopa Cambell contra un Van Gogh. Las cuchilladas contra la Venus del Espejo de Velázquez. El pistoletazo contra la Gioconda. La profanación con rótulo rojo del famoso cuadro de Delacroix «La libertad guiando al pueblo», perpetrado por una delirante conspiranoica que conectaba los sucesos del 11S y las Torres Gemelas con no sé qué hervor sulfuroso demoniaco…Se autocalifican de activistas climáticos. O rebeldes disruptivos. En realidad, son una panda de indocumentados a presión. Un subgénero primate que lejos de habitar en las selvas de Borneo, están muy extendidos por el mundo occidental. Si los asimilamos como activistas climáticos o rebeldes disruptivos empezamos a perder otra vez la pelea por la vía del lenguaje. Estos tipos son estúpidos de máximo nivel, ceporros damnificados por un mal levante ideológico. Andan sueltos y sin vacunar. En algunos abrigos rupestres, al lado de los estilizados dibujos de ciervos y cazadores, grafitearon un corazón jurando amor eterno a Pilar. Y en paredes andalusíes y góticas resulta inevitable joderse viendo la firma de un tal que, loco del culo de su’ egocentrismo, araña la pared para poner Julius estuvo aquí. En su casa pudo quedarse. Haciéndose un cariño. Porque de vainas legendarios ya estamos sobrados. Y de activistas ambientales ni les cuento…
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El vino de Carmo>
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