La última semana de campaña en el País Vasco ha retratado a los aspirantes separatistas a ganar esta carrera y a su gregario del PSE-PSOE. Sus declaraciones referidas a ETA resultan obscenas y destilan un cinismo impropio de una democracia. Solo la desmemoria inducida desde el Gobierno, el blanqueamiento de Bildu llevado a cabo por sus voceros con el fin de salvar la cara a Pedro Sánchez y el hartazgo de una sociedad anestesiada y envejecida explican que se haya alcanzado semejante nivel de infamia.El candidato de la serpiente, Pello Otxandiano, se lleva la palma de la golfería. Llegó al cartel electoral desde Sortu, formación impulsada por gentuza como Rufino Etxeverría, autor de la célebre «socialización de sufrimiento» que provocó el asesinato de decenas de concejales constitucionalistas, Pernando Barrena o Joseba Permach, cuyas manos chorrean sangre. ¿A quién puede extrañarle que no considere a ETA una banda terrorista? Él formaba y forma parte de ella, de su estructura política, de la organización monstruosa que se dispone a rentabilizar en las urnas medio siglo de historial sanguinario, una vez disuelto su brazo armado no por un escrúpulo tardío, sino porque estaba acorralado y matar ya no merecía la pena. Para Otxandiano el terror fue una modalidad de lucha perfectamente legítima, además de muy provechosa. No solo exterminaron sus pistoleros a un buen número de oponentes, sino que expulsaron o silenciaron a muchos más. Jamás un portavoz de esa organización criminal ha pedido perdón por esas abominables acciones. A lo sumo, por las «muertes innecesarias», a decir de Arnaldo Otegi , dando a entender con ello que otras eran precisas, o por si ciertas palabras podían ofender a las víctimas, según un Otxandiano desesperado por arañar algún voto. Hacerse ahora el sorprendido ante esta negativa sistemática a condenar la violencia denota una hipocresía nauseabunda. Pero aspavientos de mal actor es lo que han hecho el mandado Eneko Andueza y su jefe, Sánchez, con declaraciones que constituyen un insulto a nuestra inteligencia. Porque el líder socialista conoce perfectamente la naturaleza de su socio, ése con quien jamás iba a pactar hasta que lo necesitó, y ya no le hace ascos. Se apoyó en sus diputados para llegar hasta la Moncloa y les ha entregado Pamplona , igual que hará con Ajuriaenea si depende de ello su poltrona. En caso de que el domingo los escaños de la izquierda superen a los de PNV y PP, ya pueden ir haciendo las maletas los jeltzales. Tal vez no ahora mismo, sino después de las catalanas y europeas, una vez escenificado el correspondiente paripé. Lo mismo que en la capital navarra.En cuanto a Pradales, que califica a ETA de «error y horror para Euskadi», le recomiendo la lectura de ‘El árbol y las nueces’. Si su partido lleva cuarenta años gobernando es en gran medida gracias a los servicios de la banda.
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Entre golfos anda el juego>
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