Si no hay un brusquísimo cambio de guion, ni la Generalitat ni el Ayuntamiento de Barcelona tendrán unos nuevos Presupuestos para este 2025. En las dos instituciones mejor dotadas económicamente de Cataluña y tractores de decenas de proyectos de alto retorno social y económico gobiernan los socialistas en minoría y los grupos de la oposición que en su momento dieron su beneplácito para que los mandatos echaran a andar ahora optan por otros derroteros políticos. En el Parlament, Esquerra Republicana parece lanzada a querer ganar el pulso a Salvador Illa haciéndole probar la hiel de gobernar sin cuentas. En la capital catalana, los comunes ahora dicen que no a unas cuentas que ya se habían avenido a negociar. Los socialistas, que poco a poco comienzan a digerir el revés, se refugian en las posibilidades que da el poder ejecutivo. Y las miradas tampoco se alejan del Congreso de los Diputados, donde tampoco parece que Pedro Sánchez tenga muchas posibilidades de salir bien parado del baile presupuestario.
Salvador Illa se apresuró a decir que aspiraba comenzar 2025 con unas nuevas cuentas y hace bastante tiempo que esa promesa ya era imposible de cumplir. Los socialistas aspiraban a revalidar la mayoría de la investidura (los votos de ERC más los de los Comunes) para poder aprobar las nuevas cuentas pero la crisis interna de los republicanos hizo volar todo por los aires. La nueva cúpula del partido, encabezada por Oriol Junqueras y Elisenda Alamany, consideran que lo que ahora toca es hacerse valer ante unos socialistas que, creen, se equivocan dando por sentado el apoyo republicano para todo. “No hay negociación ni habrá negociación de los Presupuestos de 2025″, aseguró con vehemencia Alamany en la rueda de prensa de este lunes.
Junqueras, de momento, no ha querido dejar registro claro de su oposición a las cuentas de Illa pero el mensaje que se emite desde la dirección nacional de los republicanos es claro. “Entre la soberanía fiscal y los Presupuestos de la Generalitat de 2025, escogemos la soberanía fiscal”, añadió Alamany. En ERC quieren transitar sin peligros la senda de que no quieren dar más apoyo hasta que no se vean concreciones de lo que se pactó anteriormente. Y aunque entienden que las carpetas de la nueva financiación singular para Cataluña y el traspaso de Rodalies son fundamentales, no darán más apoyos hasta que haya movimientos reales en ambos campos. Incluso aceptando la contradicción de que sin cuentas en la Generalitat sea más difícil, por ejemplo, avanzar en el fortalecimiento de la Agencia Tributaria de Catalunya de cara a tenerla lista para cumplir con la meta volante de recaudar el IRPF en 2026.
La nueva cúpula de ERC sabe que este golpe en la mesa le permite ganar autoridad en estos primeros días de mandato. Y el no a los Presupuestos de la Generalitat, aunque mina la consecución de muchas de las cuestiones pactadas para la investidura, le dota de cohesión interna y ayuda a marcar territorio ante un PSC que sigue viendo como el enemigo a batir en el tablero político catalán. Otra cosa es en el madrileño, donde claramente las amenazas son menos férreas. Alamany, por ejemplo, se limitó ayer a asegurar que no tienen prisa en ver a un gobierno de PP y Vox y que allí no hay nada que decir aún porque Sánchez ni ha abierto oficialmente el baile presupuestario. “Nuestro plan es cumplir todos los acuerdos de investidura, y no hay plan B”, aseguró la número dos del PSC, Luïsa Moret, dando a entender que aún queda juego.
En ERC saben que aún queda mucho para tener que bajar a la arena electoral contra el PSC. Legalmente, Illa no puede convocar unos nuevos comicios hasta pasado un año de los últimos y, aunque la tentación pudiera existir, otra llamada a las urnas sería un torpedo en la línea de flotación del relato de orden y previsibilidad del president. Pero en el Ayuntamiento de Barcelona el mundo político se rige bajo coordenadas distintas y en menos de seis meses, el mandato estará en su ecuador. Por eso no es de extrañar que el olor muy preelectoral comience a flotar en el ambiente. Y es ahí donde se puede encajar la decisión de los Comunes de aumentar sus exigencias a Collboni.
“El Gobierno se planta y da por cerrada la negociación del presupuesto de 2025″, aseguró en la tarde de este lunes el teniente de alcalde de Economía, Jordi Valls. Mientras que en el Parlament, el grupo que lidera Jéssica Albiach aboga por un pacto para las cuentas, en el Ayuntamiento ha sido su larga lista de exigencias y golpes de timón los que han hecho agotar la paciencia del alcalde Jaume Collboni, que opta ahora por prorrogar los presupuestos que el año pasado aprobó mediante una cuestión de confianza.
Así como en el Parlament Esquerra se ha tenido que acostumbrar a su nuevo estatus de gobierno caído, en el Ayuntamiento han sido los Comunes los que buscan cómo recuperar su gran bastión en una vida política post Colau. Más curiosidades: aquí Alamany sí estaba dispuesta a entrar al Ejecutivo de Collboni, y de hecho estuvo a punto de lograrlo en el verano pasado. Ese arroz, sin embargo, ya parece haberse pasado y, hace 15 días, la propia secretaria general de ERC aceptó que esta vía ya no estaba sobre la mesa. Los socialistas, sin embargo, siguen sin descartar del todo la entrada de ERC al gobierno municipal. El no de los Comunes a las cuentas, en cambio, busca, de alguna manera, escenificar que están a la izquierda de la izquierda y que se están armando ideológicamente para las municipales de 2027.
