—Cuando en dos años se retire de la política municipal, ¿a qué va a dedicar su tiempo?
—A escribir, nunca he dejado de escribir, lo hago como una motivación de enriquecimiento intelectual interno, no quiero ganar ningún premio ni nada de eso, ¿eh? Quiero retomar todo lo que he ido escribiendo para darle forma. También a leer. Tengo tanto que leer que sé que no voy a tener vida para leer lo que tengo en mi biblioteca. Soy un lector empedernido, lo he sido siempre.
—¿De dónde le viene ese afán lector?
—Me refugié en la lectura para aislarme de las agresiones exteriores por mi condición sexual, soy homosexual. Después me ha venido muy bien como enriquecimiento personal, la verdad.
—¿Se ha sentido señalado como alcalde por su condición sexual?
—Nunca he ocultado mi homosexualidad, tampoco he salido del armario porque nunca entré. Lo he vivido siempre con naturalidad, pero sí, la primera campaña electoral en 2003 me hizo daño y con posterioridad cuando vivían mis padres fue muy duro levantarse una mañana ver que no había muro en la ciudad de Valdepeñas donde no pusiera ‘No votamos maricones’ o ‘Jesús Martín, maricón’. Aquello fue duro. Con el paso del tiempo me lo tomé con cierta sonrisa porque en tono burlesco se instalaron algunas añagazas en la ciudad que a mí me hicieron reír y que después he utilizado para que se rían todos. Una que se decía, nada más llegar al Ayuntamiento, que por qué había tantas palomas en la plaza de España de Valdepeñas, y la respuesta era que porque el palomo cojo estaba en la Alcaldía. El objetivo era hacer daño en origen, pero uno termina riendo.
«Nunca he ocultado mi homosexualidad, tampoco he salido del armario porque nunca entré. Lo he vivido siempre con naturalidad»
—¿Somatizó el dolor?
—Supe somatizarlo, quizá, sí. Sufrí el bullying que sufrieron otros tantos, me supe sobreponer a ello. Eso, en algún momento, me aisló, pero al mismo tiempo ese aislamiento me llevó a un enriquecimiento personal con la lectura, como comentamos, y es que compro una caja de aspirinas y me leo el prospecto. No he guardado ningún rencor y el pueblo me ha apoyado llegando a tener el 74 por ciento de los votos con 15 concejales de 21. Que han hecho uso de mi homosexualidad peyorativamente para hacerme daño, sí, pero en mi caso no lo consiguieron.
—¿Y ha pensado en el lugar ideal para su retirada?
—Ya me he retirado. Mire, heredé de mis padres y me he hecho una casa de campo en la que vivo desde hace dos años aislado del mundanal ruido. Recordando los versos de Francisco de León: «Aquí la envidia y mentira me tuvieron encerrado. Dichoso el humilde estado del sabio que se retira de aqueste mundo malvado, y con pobre mesa y casa en el campo deleitoso con sólo Dios se compasa y a solas su vida pasa ni envidiado ni envidioso». Pues eso se voy a hacer, vivir ni envidiado ni envidioso. Además, llevo dos años con una nueva pareja, ¡y no me lo creo! Me levanto cada día diciendo: «¿Qué hace este muchacho en mi cama?», pero he encontrado una paz interior increíble, por eso como le decía ya miro todo desde la distancia y la oposición no me perturba con sus dislates. Estoy satisfecho de lo que he hecho y he aprendido a sobreponerme a las frustraciones de todo aquello a lo que aspiré y no alcancé. Porque muchas veces la realidad es la que es.