Home » ¿Es Vox un partido prorruso?, por Jasiel-Paris Alvarez

¿Es Vox un partido prorruso?, por Jasiel-Paris Alvarez

by Marko Florentino
0 comments



Después de años en que las izquierdas han tachado a Vox de fascista, racista, negacionista y tantos otros disparates, se ha puesto de moda en ciertos círculos de la derecha una tontería diferente pero semejante en magnitud: llamarlos pro-Rusia y pro-Putin. Quien haya seguido de cerca la trayectoria del partido recordará aquellas conversaciones que el difunto Fernando Sánchez Dragó tuvo en 2018 con Santiago Abascal y su asesor Kiko Méndez-Monasterio, posteriormente convertidas en un libro, que son una especie de compendio de las ideas fundacionales de Vox. Las charlas de España vertebrada tuvieron lugar antes de las elecciones andaluzas en que Vox entró por primera vez en las instituciones, por lo que se les presupone la sinceridad que tienen los partidos antes de entrar en la dinámica del reparto de poder. 

Pues bien, en aquellas conversaciones traslucía ya claramente el rechazo de Vox hacia Putin y el mundo ruso, a los cuales Dragó les invitaba a acercarse. Dragó provenía de un mundo heterodoxo, interesado por el tradicionalismo y el mundo eurasiático. Pero la trayectoria de Abascal era bien diferente: el PP, las intituciones del «orden liberal», el entorno de lo euro-atlántico, lo «occidental» y el gusto por la anglosfera y sus conservatives.

Una diferencia semejante se dio entre Vox y otro gran intelectual al cual el partido intentó arrimarse, Juan Manuel de Prada. Prada, cristiano católico, encontraba una resonancia en el mundo cristiano ortodoxo en cuestiones (por ejemplo) de lucha por la identidad y por la vida, contra el liberalismo económico de nuestra derecha y el liberalismo cultural de nuestra izquierda. Pero muchos líderes de Vox se sentían más cómodos con los cristianos protestantes de América y Europa, cuando no directamente con los no-cristianos de Israel o de la oposición iraní.

El rechazo de Vox hacia la Rusia de Putin alcanzó su punto álgido en febrero de 2022, con la invasión rusa de Ucrania. Pero, por un lado, estaban aquellos líderes de Vox cercanos a figuras como Thatcher o Reagan, y por otro estaba buena parte de las bases del partido que quizás se sentían más cercanas a Putin o, cuanto menos, no lo consideraban el demonio que pintaban los medios, ni un peligro directo para España. La postura dirigente se impuso claramente con el aplauso cerrado de la bancada de Vox al discurso de Zelenski (que recurría a una narrativa antifranquista y a tópicos de la leyenda negra antiespañola que podían herir sensibilidades en Vox). En el vídeo del pleno se llega a ver cómo incluso instan a levantarse y aplaudir a regañadientes a dos diputados que parecen reticentes (Joaquín Robles y Cristina Esteban). El mismo aplauso cerrado ofreció, por cierto, la bancada de Podemos, que ahora también es tildado de prorruso.

Seguramente Vox sintió que ya estaba librando muchas batallas «a contracorriente» como para desmarcarse del consenso geopolítico antirruso que se instauró en toda Europa en 2022. Por aquel entonces aparecía Rocío Monasterio con la bandera de Ucrania y Buxadé prometía apoyar la causa ucraniana con armas españolas y con «cualquier medida» Se optó por silenciar a todas las voces internas que pudiesen ser críticas con el relato de la OTAN y la UE. No es que estuviese completamente prohibida cualquier opinión «prorrusa», es que lo estaban incluso las posiciones meramente neutralistas o aislacionistas (que habían caracterizado a España ante las dos guerras mundiales).

«El giro hacia la actual posición de Vox (que no es pro-rusa, sino pro-paz) se consumó con la caída del ‘socio polaco’»

Era muy difícil expresar nada semejante en el periódico cercano al partido, La Gaceta, por entonces dirigida por José Antonio Fúster (actual portavoz nacional de Vox que recientemente ha declarado a la Rusia de Putin como «nuestro enemigo» con una retórica propia de Sánchez, Macron o Von der Leyen). Algunas voces molestas en esta cuestión quedaron relegadas al ISSEP (el instituto cercano al entorno del partido).

Pesaba, sobre todo, el apoyo (político y económico) de los «socios polacos», el Gobierno de Ley y Justicia de Mateusz Morawiecki, furibundamente rusófobos. Las tornas fueron cambiando a medida que, con los meses y los años, los propios polacos comenzaron a cansarse de la Ucrania de Zelenski y su competencia desleal con el grano polaco. El giro hacia la actual posición de Vox (que no es pro-rusa, sino pro-paz) se consumó con la caída del «socio polaco» y el paso de Vox a mirarse en el «socio húngaro» (Viktor Orban), pasando del eurogrupo de los «conservadores reformistas» al de los «patriotas». Y se remachó con la llegada al poder de Trump, esgrimiendo un argumentario propaz que también se ha tildado de prorruso.

La derecha liberalia y la izquierda progre usan contra Vox la misma falacia que contra Orban y Trump: como ambos quieren una paz que detenga la matanza, como no quieren prolongar ni escalar una guerra donde Ucrania va perdiendo sin perspectivas de mejora y como entienden que la posición desfavorable de Ucrania va a obligar a Zelenski a hacer algunas concesiones en la negociación, pues entonces se dice que Vox, Orban y Trump lo que son es prorrusos. La ridiculez de la mentira exige unas tragaderas gordas: líderes venidos del entorno anti-soviético como Orban y Trump serían ahora títeres del ex-KGB y del «neo-estalinismo putinista». Reconozco que tiene algo de gracia que se vuelva contra estas derechas la retórica ridícula del «social-comunismo» y el «marxismo cultural» que ellos mismos han usado tantas veces.

Para librarse del sambenito putinista (con poco éxito) en Vox a la vez que hablan de paz y de no al envío de tropas españolas, remachan que Putin y Rusia son lo peor de lo peor. Algún asesor no muy hábil les ha sugerido que les devuelvan la acusación de putinismo al PP y PSOE europeos, afirmando que son ellos los verdaderos sostenedores de la invasión rusa, por comprarle petróleo a Rusia.

«Esta falta de madurez geopolítica de Vox es lo habitual entre la clase política española»

Es verdad que la izquierda y la derecha europea comerciaba alegremente con Rusia años atrás, pero también es verdad que no había ningún motivo para no hacerlo. Era lo razonable y lo más barato. ¿Preferían los de Vox comparle el gas licuado a Biden y, según la lógica de ellos, financiar la invasión woke del mundo? ¿O prefieren las otras alternativas, como depender de Turquía, Qatar y el islamismo? Porque cualquier otra opción de soberanía energética hoy tardaría años en ser viable. Lo más cómicamente torpe es que con esta estrategia defensiva están atacando al «socio húngaro» Orban, quizás el principal comprador europeo de energía rusa. 

Pese a las críticas que se le pueda hacer al partido, hay que reconocerle la valentía y el acierto de -como dice Sánchez- «haber cambiado de opinión»  y, sobre todo, rechazar la absurda falsedad que se les imputa: Vox no es ni prorruso ni putinista. Es, quizás, algo peor: un partido sin una orientación internacional sólida y seria, donde prima la influencia del socio extranjero de turno que más pague y más poder reparta. Un partido que prima los sesgos ideológicos sobre los proyectos geopolíticos, por ejemplo, hablando de «iberosfera» pero luego excluyendo a piezas fundamentales como Brasil o México cuando tienen un gobierno «de izquierda» o aplaudiendo a un gobierno «de derecha» como el de Milei que es contrario a articular una «iberosfera» autónoma. Unas torpezas que ni Franco cometía, guardándose de mantener relaciones estables con la Argentina peronista o incluso la Cuba comunista.

Esta falta de madurez geopolítica de Vox es lo habitual entre la clase política española, donde es fácil ver ahora convertido en «azote antirruso» al Aznar de las fotos con Putin. O ver a Zapatero y Sánchez pasar de anti-imperialistas a vasallos de Mister Marshall según gobiernen los Bush y los Trump o bien los Obama y los Biden. Digo que en el caso de Vox es quizás peor, porque es el único partido grande en que cabría depositar unas mínimas esperanzas de soberanía y de defensa de la nación, por ejemplo, frente a Marruecos. Pero hasta esas esperanzas flaquean al ver que, aunque presumen de no tener foto con Putin, sí se enorgullecen de tenerla con Netanyahu, el principal armero de Marruecos. España no tiene quien le escriba.





Source link

You may also like

Leave a Comment

NEWS CONEXION puts at your disposal the widest variety of global information with the main media and international information networks that publish all universal events: news, scientific, financial, technological, sports, academic, cultural, artistic, radio TV. In addition, civic citizen journalism, connections for social inclusion, international tourism, agriculture; and beyond what your imagination wants to know

RESIENT

FEATURED

                                                                                                                                                                        2024 Copyright All Right Reserved.  @markoflorentino