El palacio de Buckingham es uno de esos búnkers infranqueables que hay en Europa. El lugar, que ha aguardado durante todos los años de su historia a la Familia Real británica, representa algo más que una institución compuesta por el rey Carlos III, su mujer Camila, Kate Middleton y Guillermo de Inglaterra. Con el paso del tiempo han sido varios los secretos que han salido a la luz de Palacio, aunque uno de los más interesantes, muy probablemente, tiene que ver con su alimentación.
Cabe destacar que, al igual que sucede en España, la Familia Real inglesa cuida y mucho todo lo que come. Tanto Guillermo como Harry se criaron en un entorno saludable en el que primaban las frutas y las verduras pero en el que, también, tenían momento para degustar otros muchos platos de otros países. Quien, sin duda, era especialmente maniática con la comida era la reina Isabel II, quien prohibió cocinar muchos alimentos en las cocinas de Palacio. Unas manías que parece ser que también ha heredado su hijo.
La dieta preferida de Isabel II en Buckingham
Fue el que era su chef, Darren McGrady, quien, tras dejar las cocinas de Buckingham Palace, desveló algunos de sus secretos. En la despensa de la que fue monarca en Inglaterra durante más de 60 años siempre había cereales, al igual que tampoco podía faltar chocolate, galleta y képchup. También, le gustaba mucho el champán y su dieta se basaba en la ingesta de pescado y verduras y frutas de temporada. Aunque eso sí, debido a su delicado estado de salud en los últimos tiempos, el consumo de dulces era muy limitado. Sin duda, uno de sus hábitos más establecidos con el tiempo fue la hora del té. Este era uno de los momentos que más disfrutaba del día, en el que se servía una taza de té sin azúcar y con una nube de leche.
Para esos momentos, entre las principales comidas del día, Isabel solía picar algunos sandwiches sin corteza de pepino, salmón ahumado o huevo. También, se los preparaban de mermelada de frambuesa o cualquier otra fruta que recogían fresca del Castillo de Balmoral o del de Windsor, en los que pasaba la mayoría del tiempo. En su rutina también había hueco para las galletas McVitie, para los pasteles de jengibre, la fruta y una de las tartas más tradicionales; la de galleta con chocolate. Para la cena, la que fuera reina, solía apostar por la proteína como el filete de ternera o el salmón. Otra de sus pasiones, sin duda, eran los cócteles, algo que, por la edad que tenía, en sus últimos tiempos, no podía consumir con asiduidad.
Esto es lo que comen Carlos III y Kate Middleton
Su hijo el rey Carlos también es muy especial a la hora de elegir lo que come. Es por eso que tiene una larga lista de alimentos que están vetados y que, por ende, no pueden entrar dentro de las cocinas de Palacio. De forma general, y al igual que hacía su madre, suele optar por alimentos ecológicos. Aunque eso sí, hay un alimento que no entra en sus cocinas; el foie gras. Y lo hizo por sus convicciones éticas. Tampoco le agrada demasiado el ajo, al igual que le sucedió a su compatriota Victoria Beckham cuando estuvo viviendo en nuestro país, y no es un gran apasionado del marisco. En esta ocasión, haciendo caso omiso a su madre, el actual monarca de Inglaterra no come chocolate y prefiere el té antes que el café.
Aunque sí que es cierto que en lo que más pone énfasis el monarca es en la procedencia de todo lo que consume. Es por eso que todas las frutas y verduras tienen que tener un origen ecológico, al igual que le sucede con la carne, que tiene que estar lo menos tratada posible. En su día a día, además, intenta hacer desayunos bien cargados, que sean copiosos, porque tiene claro que es la comida más importante de la jornada. Si hablamos de sus debilidades, entre estas se encuentran las galletas de mantequilla, el té y el huevo duro.
Quien también es muy estricta con su dieta es Kate Middleton. La mujer de Guillermo de Inglaterra está pasando por un bache de salud en el que más que nunca se preocupa por todo aquello que ingiere. Aún así, desde hace muchos años lleva una dieta crudivegetariana porque come, en su mayoría, verduras y frutas totalmente crudas. Además, en sus desayunos también toma batidos naturales, hechos con distintas frutas y que le proporcionan la energía que necesita. Para la comida suele optar por platos ligeros, como ensaladas, en las que combina varios sabores y productos. Para la cena es cuando realmente se suelta un poco más melena y desvela su gran afición por la gastronomía cocinando distintos platos como el pollo asado o la pasta.