Carles Puigdemont certifica su vuelta al ruedo electoral en Cataluña. Seis años y medio después de marcharse a Bélgica para evitar ser juzgado en España, el expresidente catalán se ve en disposición de volver a gobernar la Generalitat. Puigdemont ha confirmado su decisión la tarde de este jueves, durante una conferencia en Elna, sur de Francia. “He decidido presentarme a las elecciones”, ha proclamado, en medio de un estallido de euforia de sus incondicionales, y copando un escenario en tonos azulados sin ninguna referencia ni logo de Junts per Catalunya. Solo tres palabras: “President Carles Puigdemont”. El expresidente ha planteado a ERC una lista conjunta y ha pedido “unidad en el independentismo”. Al acabar su discurso, ha asegurado: “Mi compromiso es que, si soy candidato a la investidura, dejaré el exilio definitivamente para asistir al pleno del Parlament”. El propio Puigdemont ha introducido una cláusula a su manifestación, al concretar que, si los jueces ponen trabas al despliegue de la amnistía, asistirá al pleno del Parlament si tiene “la mayoría para ser investido”.
La declaración de intenciones de Puigdemont termina con la incertidumbre que anidaba en Junts desde que, la semana pasada, Pere Aragonès decidió avanzar las elecciones catalanas para el 12 de mayo. Los mandos del partido, con Jordi Turull a la cabeza, habían reclamado a Puigdemont que asumiera la responsabilidad de liderar la lista para tratar de recuperar la Generalitat. El partido defiende que todas las encuestas ponen a Puigdemont como la opción favorita, no solo entre el electorado de Junts, sino entre todo el espectro del independentismo. Sin embargo, el expresidente, que no ostenta ningún cargo dentro de Junts, pidió tiempo para pensar. “Hace una semana no contaba con ello”, ha reconocido Puigdemont este jueves. Había avanzado que su prioridad era revalidar el escaño de eurodiputado, en los comicios europeos que están previstos para el 9 de junio.
“Son dos elecciones de una gran trascendencia”, ha alegado Puigdemont. Para “evitar especulaciones”, ha dicho, también ha anunciado que renuncia a formar parte de las listas a la eurocámara. Ha lanzado un dardo a Pere Aragonès y a Esquerra: “Por razones de coste económico y para incentivar la participación, las dos elecciones se podían haber celebrado de manera conjunta […] Pere Aragonès ha considerado que hay razones de más peso”, ha opinado Puigdemont. Pese a que, luego, ha presionado a los republicanos de nuevo con la idea una “candidatura unitaria”. Y ha puesto como ejemplo el experimento electoral que supuso Junts pel Sí: “No ha habido ninguna propuesta política tan motivadora”, ha analizado. “No hemos sabido corregir la desunión ni el enfrentamiento interno”, ha reconocido. Más allá del sentimiento de fraternidad independentista, Puigdemont ha admitido moverse por el resultadismo: “Ni Junts ni ERC, por separado, hemos logrado ser el primer grupo del Parlament”.
La idea que proclama el ya candidato de Junts es la necesidad de “restituir” una parte de lo que se vino abajo con el estallido del procés. Con la épica por bandera, ha hecho un llamamiento a “alejarse de la mediocridad y del derrotismo” y ha reivindicado “la autoestima y autoexigencia”. Defiende “culminar el trabajo” y lograr un referéndum de independencia. Puigdemont rebobina la cinta hasta octubre de 2017, con su cese por la aplicación del artículo 155 de la Constitución. No ha hecho referencia a que si llegó a la presidencia fue porque Artur Mas se vio obligado a la retirada con el célebre “un pas al costat”.
El líder independentista ha reprochado que, desde que se marchó de España tras el 1-O, el Gobierno y los poderes públicos del Estado han tratado de “desactivar” al independentismo. “En las próximas elecciones no escogemos solo quien gobierna una autonomía”, ha dicho. Ha apelado a “terminar la faena” para sacar a Cataluña del “letargo” y lograr que “sea reconocida como una de las naciones del mundo”. En su comparecencia también ha asegurado que propondrá “un referéndum de autodeterminación, no una consulta”, durante la legislatura.
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Puigdemont ha defendido este jueves su buen hacer negociador y ha dicho haber logrado llevar al PSOE a Suiza, un escenario de neutralidad, con un mediador. “Reunirse en la Moncloa es como jugar en el Bernabéu con el árbitro y el VAR a su favor”, sostiene. El líder independentista, sin embargo, ha llamado “cobardes” a PP y PSOE. “Cometieron el error gravísimo de delegar en la policía y la justicia lo que era responsabilidad de la política. Fueron unos cobardes y se refugiaron bajo las faldas de las togas, pensando que los jueces eran más valientes”.
Pese a la reciente aprobación de la ley de amnistía en el Congreso, sigue siendo aventurado poner una fecha fija al retorno a España de Puigdemont. En Junts se asume el escenario de una campaña electoral sin la presencia física de su principal estandarte, y Jordi Turull, secretario general de Junts, solo se ha atrevido a aventurar que el expresident podría estar en el Parlament el día que se celebre el debate de investidura.
Un candidato inadvertido en Elna
Puigdemont escogió Elna por el significado que tiene el municipio para el independentismo. En almacenes y trasteros de esta villa de 8.000 vecinos se guardaron parte de las 10.000 urnas que sirvieron para organizar el referéndum de 2017. El sur de Francia es la Catalunya nord para el nacionalismo catalán. “Ya sé que Elna os gusta mucho”, ha dicho el alcalde, Nicolas Garcia, en un discurso que sirvió para abrir el acto. Sin embargo, este jueves la visita de Puigdemont causó un impacto moderado en Elna. Los incondicionales del expresident se arremolinaron en una larga cola, desde tres horas antes de que empezara la conferencia. Frente al ayuntamiento, el grupo parlamentario de Junts reservó una mesa para 50 personas en el restaurante L’Etoile, que ofrece un menú completo por 24 euros. Esteban, el propietario, revelaba, con síntomas de agobio delante de la caja registradora, que había duplicado el número de clientes que atiende en un jueves normal. “Bien para mí, dinero, dinero”, decía. El eco no alcanzó mucho más allá de la plaza. Apenas a un centenar de metros de allí, en la esquina del boulevard Voltaire, la cajera del supermercado Franprix manifestaba no comprender la pregunta de quien se interesaba por saber si este jueves había especial animación en el pueblo: “¿Por qué tendría que haberla?”, preguntaba. En la rue Nationale, una de las calles más largas de la villa, el trabajador de una peluquería respondía: “Me suena, algo he visto en el periódico”, cuando se le preguntaba si está al corriente de quién es Carles Puigdemont. Noelia, una estudiante que daba indicaciones en castellano al detectar el pedregoso francés del visitante que demandaba cómo llegar al Ayuntamiento, casi se disculpaba por no conocer el nombre de Puigdemont: “Es que estudio en Perpiñán, en la universidad, y paso pocos ratos en el pueblo”.
Hasta que la ley de amnistía no despliegue efectos, Puigdemont tendrá que hacer campaña fuera de España. Quién sabe si habrá algún mitin en Elna y dará la oportunidad a los vecinos de conocer mejor a un candidato al que no pueden votar.
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