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Las familias de padre, madre y dos nios tienen la etiqueta de normalidad, pero no son las nicas tribus que existen. Si algo hemos visto en las ltimas dcadas es que el concepto de diversidad ha impregnado los hogares y los vnculos y los ha transformado de modo decisivo. Parejas del mismo sexo, ncleos con un solo progenitor, madres que viven con su hijo y su novia (de l), relaciones poliamorosas bajo el mismo techo… En fin, la sociedad toma sus caminos, estn en los mrgenes de lo normativo o circulen por el mismsimo centro de la autopista ‘mainstream’.
Las familias reconstituidas, ensambladas, extendidas o enlazadas no son una novedad y estn en esa rbita alternativa. Son aquellas en las que, al menos uno de los dos miembros de la pareja aporta hijos de una relacin anterior, convivan o no bajo el mismo techo.
«Yo prefiero usar enlazadas ms que reconstituidas, porque parece que has arreglado algo que estaba roto», matiza Sandra Martn. Su familia es un ejemplo de ello y fruto de su experiencia, ahora acompaa a otras como la suya para superar sus propios retos como educadora en disciplina positiva.
Ella se cas con su novio de toda la vida y tuvieron un hijo que hoy tiene 10 aos. Cuando el nio no haba cumplido tres, Sandra conoci a otro hombre, tambin con pareja. Hubo flechazo y separaciones respectivas. A los cinco meses l se traslad de Barcelona a Bilbao para vivir con ella y con su hijo, y ah siguen desde hace ya siete. De esta relacin han venido dos criaturas ms. Son una familia numerosa y tambin enlazada.
«Con las familias enlazadas hay muchos prejuicios, sobre todo con las mujeres. Nos dicen eso de ‘quin te va a querer con un hijo'», cuenta. Tambin seala las diferencias en el trato por razn de sexo: «A mi marido de decan que era muy majo por aceptar a mi nio. En cambio, si hubiera sido yo, diran que quera suplantar a su madre. Hay mucha incomprensin», se lamenta.
«Necesitamos comprensin»
Sandra vive en primera persona los retos de su familia y conoce, por su experiencia profesional, los de otras como la suya. Su primera peticin es «comprensin«. «Todos tenemos dificultades en la convivencia, pero en nuestro caso hay ms factores que lo pueden complicar todo, como un ex que no colabora, o una pareja que no trate igual a los hijos que no son biolgicos. Por eso, necesitamos, sobre todo, que nos miren bien», se sincera.
De puertas para adentro, considera esencial la comunicacin: determinar con claridad cul va a ser el rol de cada uno en esa nueva familia, estableciendo as unos lmites que ofrezcan un marco seguro a la convivencia. «Pero esos lmites se pueden revisar en cualquier momento. Nada tiene por qu ser definitivo. La clave es hablar», asevera. En su caso personal, dice: «Yo tengo la misma potestad con mi hijo que mi marido, aunque no sea su padre biolgico. As lo hemos decidido».
Los problemas pueden llegar fcilmente cuando este punto no est claro. Es obvio que el asunto de los hijos es espinoso, y no conviene tener lagunas: «Aunque haya un padre o una madre ausente, el que llega sigue sin ocupar su puesto. Eres una figura nueva y hay que buscar tu sitio. Si no, se producen malos entendidos que pueden llegar a romper la pareja«, explica la educadora.
Y todo esto en una situacin en la que ni siquiera existen palabras para nombrar estas relaciones que satisfagan: madrastra, hijastro? «Mi hijo llama ‘aita’ a su padre y ‘papi’ a mi marido».
Una realidad creciente, aunque ‘invisible’
Aunque todos vemos en nuestro entorno prximo parejas con nios que se separan y que, los dos o uno solo, rehacen sus vidas con otros, los datos son necesarios para, en su caso, implementar polticas que amparen a todos los tipos de familia.
El ltimo estudio ‘Las familias reconstituidas en Espaa’, realizado por la UNAF (Unin de Asociaciones Familiares), compara datos de 2001 y 2011: «En 2001 haba en Espaa 234.587 familias en las que al menos uno de los miembros de la pareja tena hijos de una relacin anterior. Estas familias representaban el 1,6% del total de hogares y el 3,6% de los hogares formados por una pareja y sus hijos. En 2011, el nmero de familias reconstituidas rozaba el medio milln, lo que supone un 2,7% del total de hogares, y un 6,9% de los constituidos por una pareja con hijos».
Pero en ese mismo estudio sostienen que esta es una estimacin a la baja, en tanto que hay muchas realidades que quedan invisibles. Por ejemplo: «Slo se recogen datos de las personas que viven permanentemente en el hogar, por lo que no es posible identificar a aquellas familias en las que los hijos no comunes no conviven con la pareja. Esta es la situacin ms frecuente, sin embargo, cuando es el padre quien ha establecido una nueva relacin tras la ruptura. Es posible, por tanto, que muchos de los nios censados en hogares monoparentales sean a la vez miembros de una familia reconstituida por el padre».
Con convivencia o sin ella: cualquier frmula es posible
Dentro de las familias reconstituidas tambin hay diversidad. A diferencia de aquella que representaban ‘Los Serrano’, la famosa serie de Telecinco, en la que los personajes de Antonio Resines y Beln Rueda se unan con sus hijos respectivos bajo el mismo techo, el testimonio de Clara Romero cuenta una realidad diferente.
Ella se separ de su marido y se qued con la custodia de sus dos hijos. Una compaera de clase de su hija acababa de quedarse hurfana, y ambas nias se hicieron inseparables. «Su padre quiso conocerme por ese motivo, pero desde entonces no nos volvimos a separar», cuenta. De aquella casualidad han pasado 15 aos y Clara tiene clarsimos los motivos del xito de su pareja: «Vivimos muy cerca, hemos hecho muchos planes todos juntos, pero cada uno en su casa. l enviud con tres nios muy pequeos y los mos tambin lo eran. Cremos que era lo mejor y ha funcionado. Cada uno educa a sus hijos. Yo no quera ocupar el puesto de su madre«, dice rotunda.
Problemas? Baches? «Hemos tenido pequeos gabinetes de crisis, porque cuatro de nuestros hijos estaban en clase juntos. Es normal que haya peleas, celos… Pero desde el principio tuvimos claro que los nios no podan manejar nuestra relacin«. Y as ha sido. Ahora, ya en la universidad, estn empezando a volar del nido: «Los fines de semana me voy a su casa, pero tengo claro que en tres o cuatro aos viviremos juntos», sentencia.
Si no soy su padre, quin soy?
Los retos a los que se enfrentan las familias enlazadas o ensambladas unidos al nmero de personas al que afecta hacen que, realmente, se trate de un colectivo con necesidades especficas. Por eso, desde la UNAF cuentan con un Servicio de Atencin a Familias Reconstituidas, cuyo responsable es Gregorio Gulln.
Uno de los desafos ms decisivos y distintivos es saber cul es el lugar que debe ocupar cada miembro, sobre todo en lo referido a los adultos. «En las familias nucleares todos saben quines son y qu papel ocupan, pero en las reconstituidas hay mucha confusin y ambigedad sobre hasta qu punto pueden intervenir con los hijos de su pareja. Ni siquiera tienen un nombre claro, porque ‘padrastro‘ o ‘madrastra’ no gusta a todo el mundo», dice Gulln.
En la adolescencia, una etapa en la que los chavales se desvinculan de sus padres, la situacin puede ser ms compleja, puesto que se aade el agravante comn de rechazo a la autoridad. «En esos casos, en los que los nios se vuelven muy territoriales, justo llega un adulto nuevo al que le pedimos que se vinculen».
Y rizamos el rizo: surgen ms conflictos si es la madre quien tiene nueva pareja. «Aparece un seor con nuevas normas y el conflicto est servido», contina. Por eso, sostiene Gulln que en las asesoras de la UNAF trabajan mucho los vnculos de pareja, puesto que los numerosos elementos de estrs que padecen provocan ms rupturas que en familias nucleares. Un ejemplo: «La pareja reprende al adolescente porque ha hablado mal a su madre. l le dir lo de ‘t no eres mi padre’ y ella, por otro lado, tambin se sentir cuestionada». Por eso, «es importante cuidar mucho la relacin. Si no, los hijos la sabotearn«.
Muchos conflictos de convivencia se minimizan si los adultos han establecido claramente cules son sus funciones con los hijos del otro. «As se evita que uno se sienta como un cero a la izquierda si no le permiten opinar en algn tema de la educacin, por ejemplo», aade Gulln. Una recomendacin del experto es que la pareja acte de ‘poli bueno’, sobre todo al principio: «Deben alejarse de un rol muy normativo y acercarse ms a ellos desde lo ldico. Lo ms importante es entender que no van a ocupar el puesto de nadie. Si no, habr rechazo seguro», concluye.