Alberto Núñez Feijóo es un político sibilino. A veces, cuando los asuntos le resultan incómodos, mide tanto sus palabras que obliga a descifrar sus discursos, en los que suele sugerir más cosas de las que afirma. Le ocurre ahora con la crisis que afronta Isabel Díaz Ayuso por el presunto fraude fiscal de su pareja. La líder madrileña es la estrella que más brilla en la derecha ―aunque ahora parpadee―, pero también una china en el zapato de Génova 13. Así que Feijóo se vuelve enigmático. El último ejemplo ocurrió el jueves, en Bruselas, cuando los periodistas le preguntaron varias veces si rechazaba las amenazas e intentos de intimidación de Miguel Ángel Rodríguez, poderoso jefe de gabinete de la líder madrileña, a distintos informadores de EL PAÍS y Eldiario.es. Feijóo se negó a condenar los hechos, que circunscribió a “conversaciones privadas entre periodistas”, pese a que Rodríguez, que es un alto cargo, fabricó bulos contra los informadores, que se publicaron en otros medios, acusándoles falsamente de acosar al entorno de la presidenta. Pero el líder del PP también deslizó, sobre la actuación del escudero de Ayuso: “Tengo mi propia opinión, que es privada”.
Un dirigente de la confianza de Feijóo asegura que este “no comparte las formas y maneras” del jefe de gabinete de Ayuso, aunque no quiera decirlo en público. Otro miembro de la cúpula popular explica que, pese a que en todo momento la ha respaldado en términos generales, el líder del PP está haciendo “una defensa tangencial” de la gestión de la crisis de la presidenta de Madrid, una gestión de la que Génova discrepa.
Y, de fondo, la realidad es que en la dirección del PP, como confiesa esta fuente de la cúpula popular, hay quienes creen que tampoco es un problema que la estrella de la líder madrileña pierda brillo. “No nos va mal que a ella le vaya mal”, reconoce este dirigente en privado. Ayuso, además de ser la principal representante de los halcones de la derecha, frente al sector más moderado del líder del PP, actúa como verso libre y no ha dejado nunca de representar una alternativa al liderazgo de Feijóo. Así que la cúpula deja que la líder madrileña se cueza en su propia crisis.
Nadie podría reprochar la defensa formal que Feijóo y la dirección del PP están haciendo de Ayuso. Sin embargo, descendiendo a los detalles se perciben más los matices. En la sesión de control del pasado miércoles, Feijóo guardó silencio cuando Pedro Sánchez volvió a sacar a relucir el caso. El líder de la oposición preguntaba “si gobernar es vivir en La Moncloa”, y el socialista contestó que “tampoco lo es vivir en un piso de dos millones de euros”, en alusión a la vivienda en la que reside Ayuso, adquirida por su novio tras cometer el supuesto fraude fiscal por el que lo ha imputado un juzgado de Madrid. Y Feijóo hizo como si no lo hubiera oído. El resto de los miembros de la dirección también sortearon el asunto en los choques con el Gobierno, sin hacer una defensa directa de la presidenta madrileña, a pesar de lo caldeado que estaba el debate parlamentario.
El líder del PP tampoco ha asumido en ningún momento la tesis de que Ayuso está sufriendo una “cacería” y un ataque “con todo el poder del Estado”, como ella ha defendido. Lo primero que apuntó Feijóo, que lo que sí ha hecho es desvincularla de los delitos que haya cometido su pareja, es que su novio “tendría que responder” ante Hacienda, según dijo en una entrevista en Onda Cero. “Esto no es un problema político, ni del Partido Popular, ni de Ayuso. Esto es problema de un ciudadano que parece ser que es pareja de Ayuso y que tiene cuestiones pendientes con la Agencia Tributaria. Pues que las arregle”, reflexionó también esta semana en Okdiario. Y añadió: “¿Qué tiene que ver Ayuso con esto? Otra cosa es que hubiese contratado con él a sabiendas de que no estaba al día de sus obligaciones tributarias”.
En privado, la dirección del PP critica cómo está afrontando la crisis el Gobierno madrileño. “La gestión de la comunicación es tremenda”, apunta un dirigente que pone en la diana de los errores al jefe de gabinete de Ayuso, que tiene detractores en la cúpula de Feijóo. “Si Rodríguez cae, no nos dará mucha lástima”, confiesan sus enemigos en Génova.
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“Ayuso y Rodríguez se consideran atacados y reaccionan con una virulencia que es excesiva. Y Rodríguez es brillante, pero digamos que nunca ha sido un catedrático de mesura”, reflexiona otro miembro de la cúpula del PP. “Ellos piensan siempre que la mejor defensa es un ataque con virulencia… La gente tiende a aislarse y a oír solo lo que quiere oír”, apunta este dirigente. “Pero también hay excesos por todas partes, el momento es de mucha radicalidad. Se ha desbarrado todo”.
En el círculo próximo al líder del PP se afirma que Ayuso “no es ninguna amenaza” para él porque “España no es Madrid”, en referencia a que el fenómeno de la líder madrileña no sería exportable, según esta tesis, fuera de la comunidad. Pero en estos foros se admite también que Ayuso es un desafío para Feijóo: “Una china en el zapato es lo mínimo que se tiene cuando se dirige un partido grande”. La dirección tampoco tiene la seguridad de que en el caso de la pareja de la presidenta no haya ninguna irregularidad más por conocer.
Nadie sabe en el PP si Ayuso volverá a salir indemne de la nueva crisis, como logró hace dos años cuando se conoció que su hermano se había lucrado con la venta de mascarillas a su Gobierno en plena pandemia. La víctima fue entonces el líder del PP, Pablo Casado, que denunció el caso. Pero ahora, como en un déjà vu de aquello, las manifestaciones han vuelto a la puerta de la sede del PP en la calle Génova. La protesta de esta semana, a la que acudió algo menos de un millar de personas, fue convocada por detractores de Ayuso, mientras que la de hace dos años ―a la que asistieron unas 3.500― la organizaron sus partidarios. Nunca se ha sabido quién estuvo detrás de aquella manifestación que supuso el golpe de efecto definitivo contra Casado. Los afines al exlíder del PP no tienen dudas de que la mano era la del PP de Madrid.
“Si ella cae, todo aquello saldrá”, dice uno de los dirigentes casadistas que tuvo que abandonar el partido por aquella crisis interna. “Como los mensajes que enviaban algunos de su Gobierno convocando a la manifestación en Génova, ¡si hay hasta quien vio cómo se imprimían los carteles en la Asamblea de Madrid!”.
Los partidarios de Pablo Casado se revuelven ahora viendo los problemas que rodean a Ayuso, pero lo hacen mordiéndose la lengua. El exlíder del PP tampoco hablará. Casado mantendrá el voto de silencio en el que lleva desde su salida de la política. Lo hace “por discreción y respeto al PP”, indican fuentes de su entorno.
Uno de los defenestrados recuerda ahora el consejo que a ellos les dio una alto cargo que había trabajado para Mariano Rajoy sobre la difícil relación que el expresidente del PP mantenía con la entonces presidenta de Madrid, Esperanza Aguirre. “Rajoy sabía que si a Aguirre le iba bien, a él le iba bien. Pero que si le iba mal, mejor para él”. Con la experiencia, el dirigente casadista reflexiona: “A Feijóo, con Ayuso, le conviene no hacer nada”.
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