‘First Dates’ es la prueba de que nunca es tarde para encontrar el amor. Durante los casi diez años que el restaurante de citas ha permanecido abierto en Cuatro, solteros de todas las edades, orientaciones sexuales, razas e ideologías han conocido a su media naranja gracias al buen ojo de los celestinos del programa. No lo lograron en el caso de Mariaje (77) y Luis (86), dos jubilados que pasaron por el ‘dating show’ este viernes 20 de junio. Eso sí, aunque a ella le costó entender a su pretendiente, al menos acabó por ofrecerle su amistad cuando se dio cuenta de que solo necesitaba cariño.
La mujer, dependienta jubilada natural de Donosti, se considera una persona muy coqueta. «Si tengo que bajarme la manga me la bajo y enseño lo que puedo enseñar. Antes llevaba mis bikinis pequeñitos y ahora llevo mi traje de baño y mi pareo», explicó. También es muy activa. Le gusta ir al cine, al teatro, a pasear, la naturaleza, a conciertos… Lo que le echen. Hace seis años que está soltera, pero sí se le han acercado entre medias «muchos moscones» rendidos a sus encantos. Y si bien ninguno la ha enamorado, ella sigue siendo tan romántica como una adolescente esperando a su hombre ideal.
Carlos Sobera quiso que conociera a Luis, un empresario salmantino «muy sentimental». No le importó admitir al presentarse que se emociona por casi todo, desde el encuentro de unos padres con unos hijos en televisión, a un hombre acariciando a su perro. También, al igual que Mariaje, afirmó ser muy romántico.
Pero Cupido no acertó al lanzar sus flechas. De hecho, Luis la descartó nada más conocerla por su físico, alegando que no era la mujer que buscaba. «Me gustan un poquito más atractivas», apuntaba, mientras ponía más empeño en piropear a Laura Boado que en interesarse por su cita.
Un hombre tranquilo
Una vez en la mesa, Mariaje rompía el hielo relatando todo lo que suele hacer en su día a día: pilates, caminar por la playa, pasar por el monte, ir a bailar los domingos… A propósito de la mención del baile, Luis comentaba que él ha bailado mucho, pero sin embargo no le entusiasma demasiado. «Muchas veces, me tapo los oídos, los veo moverse sin música y pienso ‘mira cómo hacen el ridículo’». El salmantino prefiere quedarse en casa, leer, cocinar, y, a lo sumo, andar en la cinta que tiene en su hogar.
La donostiarra comprendió en ese momento que las personalidades de ambos eran bastante incompatibles, sobre todo después de que él le hablara de su plan preferido: un café en la sobremesa mientras toma el sol y luego a descansar al sofá. «Es un poco más caserito, más tranquilo. Yo, la verdad, soy más activa que él. Creo que Luis está muerto en vida y eso es lo peor. Su vida es un poco vacía», sentenció frente a las cámaras del programa.
Aunque lo juzgó con dureza, Mariaje acabó ablandándose al conocerlo más, llegando a preguntarle si se sentía falto de cariño. La mujer estuvo certera en tal impresión, pues su cita acabó admitiendo que así era. La confesión suavizó el trato de la donostiarra con su pretendiente. Incluso le dijo que tenía unos ojos muy bonitos, un piropo que le pilló por sorpresa porque solo su madre se lo había dicho hasta entonces. Eso sí, Mariaje también vio en ellos «una tristeza honda».

El restaurante de ‘First Dates’
Concluida la cena, Luis insistió en invitarla, presumiendo de que «sigo estando chapado a la antigua». Con ese gesto llegaba el momento de tomar la decisión definitiva. A la pregunta de si quería tener una segunda cita con Mariaje, el soltero se mostraba totalmente dispuesto a lo que surgiera con ella. «Me ha parecido que tienes un interior muy bueno. Por las cualidades que te he visto eres una mujer muy interesante. No me importaría conocerte sin ningún compromiso y a ver lo que pasa», manifestaba.
Creyendo que obtendría la misma respuesta por parte de ella, Luis se quedó totalmente decepcionado ante la negativa. «Lo siento en el alma. Tú no quieres bailar y sin embargo yo soy un cable eléctrico», intentaba suavizar Mariaje.
Los ojos de Luis se empañaron de lágrimas y acabó por pedirle un abrazo fuerte a su cita, un gesto que la soltera comprendió que él necesitaba mucho.