Gunila Von Bismarck, con el luto presente en su atuendo, dejando por unas horas atrás ese look brillante y colorido al que nos tiene acostumbrados, quiso ayer dar su último adiós a su alma gemela, Luis Ortiz, en la Iglesia del Rocío de San Pedro Alcántara. «Y lo hago con sonrisas y lágrimas –reconocía a ABC– porque Luis, desde ahí arriba, no me deja derramar ni una lágrima más. Él ha dejado de sufrir. El pobrecito no podía más. Ahora me lo llevo a Alemania para enterrarlo. Allí, un día volveremos a estar juntos otra vez».
La musa de Marbella, acompañada por sus familiares, entre los que se encontraba su inseparable hijo Fran y Lis, junto con los pequeños Luisito y Fran, ofrecieron a su abuelo dos corazones que lanzaron al cielo. Fran no pudo contener las lágrimas y le dedicó unas bonitas palabras: «Papá, todo lo que tengo de bueno es gracias a ti. En el colegio siempre me decían que era un Von Bismarck, pero yo siempre respondía que también soy un Ortiz. Tanto es así, papá, que mira, ahora llevo tu mismo pelo. Papá, te quiero, ahí arriba vas a animar la fiesta».
Entre los asistentes al entierro no podía faltar el amigo incondicional de Luis, Yeyo Llagostera, muy emocionado, que nos decía: «Todos se van. Ya solo quedamos Jorge y yo de los Chorys. Esto se acabó. Luis ha sido mucho más que un amigo, teníamos una confianza ciega el uno en el otro y ahora me he quedado cojo. Era mi compañero de viaje». Unidas a este mensaje, las palabras más aplaudidas fueron las de su cuidadora Isabel, quien estuvo con Luis hasta el último momento: «Era generoso y gracioso. Ha sido un placer cuidarlo. Más de una vez se me cayó rodando en unos grandes almacenes desde la silla de ruedas, y acabamos muertos de la risa en el suelo porque se me había olvidado poner los frenos». Isabel también recordó cómo Luis encendía cigarrillos dentro de los locales, y cuando ella le dijo que los apagara porque los iban a echar, él respondió: «Jajá, a mí no me echan de ningún lado». Durante el funeral, se compartieron muchas más anécdotas de la vida de Luis, que todos los que lo querían se animaron a contar.
Entre los asistentes se encontraban desde el Conde Rudy y María Luisa de Prusia, hasta Hubertus, Pablo y Sandro de Hohenlohe, Sergio Scariolo con su esposa Blanca Ares, y un nutrido grupo de la Marbella del ‘Canto sin dueño’. Entre los amigos de su hijo Francisco estaba Elia, la hija de Julián Muñoz, quien también se acercó para darle el pésame, mientras su padre continúa muy enfermo en una clínica.
Las palabras más bellas salieron de la boca de Lis, su nuera, parafraseando a San Agustín: «La muerte no es nada».