Carlos Mazón llegó al Cecopi el 29 de octubre, día de la dana, a las 20.28 horas. Él mismo, casi indignado, les reprochó a los periodistas hace pocas jornadas que no había mentido cuando confirmó que su incorporación a ese centro de crisis se produjo «después de las 19 horas». De hecho, presidente, mirándolo bien, si se hubiera incorporado hoy a las 11 de la mañana, después de una dulce chocolatada acompañada con unos bailes de conga, seguiría siendo cierto que se incorporó «después de las 19 horas». Y en realidad, tras los muertos y el barro, poco importa ya. Aunque, por supuesto, judicialmente le es muy interesante al presidente valenciano todo lo que se decidió con él o sin él, lo que hizo Salomé Pradas sin su presencia, lo que fue ordenado…
Se agarran en las filas populares a un milagro. Quizás que el pueblo valenciano sufra una amnesia generalizada que les haga olvidar todo lo dicho y no hecho por el Gobierno de la Comunitat -y por el Ejecutivo nacional- ya no durante el día clave de la dana, sino posteriormente a esta. La soledad, el desgarro, el miedo mezclado con la indignación, por supuesto, los muertos, jamás se podrán desvanecer de la memoria. Y a lo que aspiran ahora los de Feijóo es a repartir culpas, es lo que viene haciendo el gallego en cada aparición: «Ni la Administración central ni la autonómica estuvieron a la altura de la emergencia». Y tirar por la vía de las infraestructuras hidráulicas que no se han hecho, pero poco más.
Sabe Alberto Núñez Feijóo que tiene un problema en Valencia y se llama Carlos Mazón. Y es que, aunque él no tiene toda la responsabilidad de la tragedia, sí tiene la mayor losa: ¿por qué no le pidió al gobierno, la mañana siguiente a la dana, que decretara la emergencia nacional? ¿Por qué no exigió, a la vista de las proporciones colosalmente dramáticas, que fuera el Ejecutivo central el que se encargara de aquello? Sí, hubiera sido asumir que Mazón era incapaz, pero es que lo fue, dicho por el propio Feijóo: «Estaba noqueado». La losa del president Mazón será, me temo ya para siempre, que la única decisión que debía haber tomado, y no tomó, en estado de comprensible trastorno, fue delegar sus poderes en favor del Gobierno central.
Si no lo hizo, como así fue, debió de ser entonces porque, noqueado no se sabe durante cuántas horas, el señor Mazón entendió, él en sus cavilaciones o apoyado por su equipo, que su Gobierno con sus medios, con su campo de actuación, era capaz de dar solución al problema de la dana, que a su vez eran y siguen siendo miles de dificultades. Y dirá el PP que el Gobierno de Sánchez podía haber activado él solito esa emergencia, estaremos de acuerdo, pero es que Feijóo cavó aún más en el hoyo de Mazón cuando aseguró que él mismo habría pedido la declaración. Este juego de la pelotita no les interesa nada más que a los políticos en un pasatiempo obsceno, ¿acaso piensan que a los afectados de la dana les interesa esto? ¿O les hubiera gustado que toda ayuda llegara antes, aunque fuera solo un minuto menos de espera?
«Ahora Mazón, lejos de pensar en el liderazgo de la reconstrucción, piensa en los tribunales. Un hoyo que se agiganta cada día»
Hubo en mí, en las jornadas posteriores a la dana, algo de pena por Mazón. Porque era visible su rostro ojeroso, su ánimo derrotado. Pero la lástima de un primer momento no puede ser un aval político. Ahora Mazón, lejos de pensar en el liderazgo de la reconstrucción, piensa en los tribunales. Un hoyo que se agiganta cada día. Claro que es indignante que el Congreso de los Diputados, con el beneplácito del Gobierno, votara, durante la mañana en la que cientos de cadáveres aún no se habían podido recoger en Valencia, para repartirse los sillones del Consejo de Administración de Radio Televisión Española. Eso es otra nota más en la lista de antipolítica de nuestros gobernantes, pero lo que ahora está en un juzgado, para lástima de Mazón, no es eso. Es, entre otros asuntos, lo que el Gobierno valenciano hizo o nunca hizo en la tarde del 29 de octubre.
Y a cada dato, como las más de 15.000 llamadas de socorro al 112 antes de la alerta el día de la dana, otra palada más en el hoyo de credibilidad de Mazón. Y a cada cambio de versión, de lo que hizo post o pre Ventorro, otro golpe más al Gobierno valenciano. Y queda aún la incógnita de lo que realmente pasó en la vida de Mazón entre las 17.30 y las 20.28 en el día de la dana, tras la comida con Maribel Vilaplana, y por qué no estaba en esa sala de crisis. El PP no le pedirá que se marche, al menos no de momento, porque todo apunta a la resistencia en el poder para protegerse de los juzgados. Se aferra Mazón para quebradero de cabeza en Génova. Quizá el desarrollo penal no le llega a tocar los tobillos al presidente de la Comunitat, igual se queda en sus segundos… La responsabilidad política juega otros tiempos. Uno puede ir desnudo y que nadie de su equipo se atreva a decírselo. Puede estar fuera de su curro y su despacho, aunque siga yendo todos los días a la hora que sea, con o sin comida de trabajo.