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Historia de Antonio, la ‘mula’ que fue reclutada por el narco cuando se convirti en un sintecho: «Slo buscan a gente desesperada»

by Marko Florentino
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Si los narcos de 2024 pudieran poner un anuncio de trabajo en la prensa cuando quieren una mula para traer droga del extranjero, escribiran algo ms o menos as: «Se busca persona de mediana edad. Que tenga cara de buena gente. Preferiblemente incautos y desesperados. Imprescindible en el currculum: ser pobre».

As que, cuando conocieron la biografa de Antonio Jess Rubio Prez, decidieron que ya tenan a su pardillo para traer tres kilos y medio de cocana desde Cali hasta Mlaga.

Porque Antonio ya haba vivido un ao en situacin de calle y estaba a punto de regresar al parque infantil donde estuvo durmiendo. Porque se saba de memoria toda la ruta de la beneficencia de su ciudad. Porque jams haba tocado la droga ni saba lo que era una borrachera. Porque le haban echado de la casa por no poder pagar el alquiler. Y porque -es imprescindible en el currculum, claro- era pobre como las ratas.

Esta es la historia de un espaol sin hogar de 55 aos y vendedor ambulante de frutos secos que pas de vivir en la indigencia en un banco de Mlaga a ocupar hoy una celda compartida en el rea del patio 3 de la crcel La Modelo de Bogot.

Esta es la peripecia de un hombre que iba a los comedores sociales y que acab reclutado por un venezolano para hacer el viaje de su vida.

-Me han dicho que se puede contar contigo, que eres trabajador. Te iras a Colombia a traernos un paquete?

-Sin pensarlo.

Esta es una mula de la droga con muy poca suerte. Porque hay tragedias que a veces incluyen una comedia: el da en que tena que coger el vuelo de vuelta Bogot-Pars con la herona, dio positivo por coronavirus, no pudo subir al avin y hubo que improvisar un plan de salida que al vendedor de pipas y cacahuetes le acab costando la prisin.

(…)

Para saber ms

«Mi padre trabaj como ferrallista y marinero. Mi madre era ama de casa. Yo era el mayor de dos hermanos y recuerdo una infancia feliz. Era una casa muy humilde, pero comida y ropa nunca nos falt. Estudiante no fui muy bueno. Iba al Colegio Hogarsol de Mlaga, donde repet sexto de EGB. Luego pas que mi padre tuvo un accidente que le estrope la mano y entonces me tuve que poner yo a trabajar siendo un adolescente para buscar dinero para la casa».

Antonio nos cuenta su historia desde dentro de la crcel por una va de comunicacin permitida (no especificaremos ms). En los largos das entre rejas, el tiempo se estira como un recin levantado y hay horas para todo.

Nos cuenta los tiempos en que entonces trabaj como auxiliar de cocina en restaurantes y los tiempos en que lo hizo como vigilante de seguridad en obras y eventos: llegaba al hogar con el uniforme y saludaba a sus padres al entrar por la puerta de la casa de alquiler en la que vivan.

Porque Antonio solo se independiz por un breve perodo de cuatro aos. Fue cuando se cas a los 32. No con demasiado fortuna. «Siempre quise tener una nia. Y mi mujer hasta se qued embarazada. Pero ella quiso abortar. Cuando salamos del aborto, pareca que al que se lo haban quitado era a m».

A los 36 regresaba separado a casa y a la vida gafada: su padre ya haba muerto de un infarto en 2002 y su madre estaba a punto de hacerlo de lo mismo en 2005.

«Nunca he tenido demasiada suerte, no. Me fui quedando sin trabajo, y por eso termin con un puesto de frutos secos. Cuando mam muri, ya no poda pagar el alquiler y acab en la calle. Dorma en un barco cerca de la estacin de autobuses de mi ciudad, por el Muelle Uno. Gracias a la ONG ngeles Malagueos de la Noche y al Ayuntamiento, tuve un techo. Y recuper mi actividad en la venta ambulante. Pero…».

Pero vino la pandemia del coronavirus.

Y al principio no poda vender por el confinamiento.

Y luego -cuando ya s- le pedan que instalara una vitrina que no poda pagar. Y que llevara unas mascarillas y unos guantes que no tena. Y la gente rehua de los puestos ambulantes como el suyo.

Y se le fueron acumulando las deudas.

Y entonces las pipas se las coma l del puro nervio.

Y en ese tiempo se convirti en habitual el acudir a los comedores sociales y a las colas del hambre.

Y concede Antonio: «Viva con mi nueva pareja y su hijo y tirbamos con algunos euros que me daban los amigos. Pero no veamos salida por ningn lado».

Y entonces, el contacto venezolano del narco.

(…)

Segn las cifras oficiales, en la actualidad hay 952 espaoles presos en el extranjero (11 de ellos en Colombia). Marruecos ocupa la primera posicin.

Los colectivos que trabajan con estos reclusos sealan que el patrn est cambiando. Si antes el pobre buscaba al narco, ahora es al revs. Hay casos documentados en Francia y en Per.

Pero volvamos con Antonio.

-Me han dicho que se puede contar contigo, que eres trabajador. Te iras a Colombia a traernos un paquete?

-Sin pensarlo.

La cantidad a sacar del pas latinoamericano eran tres kilogramos y medio de cocana y el pago por hacer de mula era de 10.000 euros.

Antonio escuch la cifra y vio solucionados todos sus males. Lo que no saba es que empeoraban.

Amanece el 8 de enero de 2022 y un avin que ha despegado desde Espaa aterriza en el aeropuerto El Dorado de Bogot. Dentro va un tipo de Mlaga que jams ha salido de su pas y que nunca ha volado. Lo importante es que est desesperado.

«El plan inicial era estar dos semanas y regresar el 26. Pero, justo el da antes de la partida, cuando me fui a hacer la prueba obligatoria del Covid, di positivo y tuvieron que echar todo el plan por alto. Todo se jodi. Hubo que improvisar una nueva fecha. Se fij que saldra como 10 das ms tarde. Con destino a Pars. Y de ah a Espaa».

As llegamos al segundo intento.

Amanece el 6 de febrero de 2022 y un avin listo para volar a la capital francesa a medianoche aguarda en el aeropuerto de El Dorado de Bogot. Dentro va a subir un tipo de Mlaga que quiere -por fin- despegar.

«Sal de Cali con el paquete dentro de la maleta que me prepararon y a medioda ya estaba en el hotel de Bogot. Me duch, com, me ech la siesta y a las nueve vino a buscarme el taxi para ir al aeropuerto El Dorado (…). Pas la maleta por el control, factur el equipaje y respir. Fui a la zona de embarque. Y entonces me vino un polica: ‘Hola, buenas noches, vamos a hacer un control, acompeme’. Me pasaron por un escner, me preguntaron dnde haba estado y me revisaron el estmago (…). Me tuvieron un tiempo all y luego, cuando ya estaba a punto de salir el avin, me llevaron de nuevo a la zona de embarque. All haba otro polica: ‘Hemos encontrado su maleta con algo extrao. Nos puede acompaar?’. ‘Sin problema’. Abrieron la maleta, sacaron todo, pincharon con un punzn y empez a salir una sustancia. ‘Esto es droga. Es un delito. Queda detenido’«.

(…)

«Buscan a gente pobre. Los narcos buscan a personas desesperadas, dispuestas a lo que sea para salir de la pobreza. A m me la jugaron»

Si en el juicio fue condenado a nada ms que a cinco aos y cuatro meses de crcel fue porque reconoci la culpabilidad y acept los cargos. El 21 de febrero entraba en La Modelo de Bogot, donde recibe su medicamento contra la hipertensin y dice que el trato es bueno y el confort, aceptable.

«Buscan a gente pobre. Los narcos buscan a personas desesperadas, dispuestas a lo que sea para salir de la pobreza. A m me la jugaron. Yo hice de cebo. Detrs de m pasaron tres que s lo consiguieron».

De los 110 kilos que pesaba antes de todo esto, Antonio ha bajado hasta los 85 desde que est preso.

El tiempo en la crcel corre a la velocidad de un dosificador de suero de hospital: ese lentsimo gota a gota.

A las seis de la maana tienen que dejar las celdas y acudir al patio para el recuento. A las siete hay desayuno. A las ocho abren las puertas y pueden hacer la vida cotidiana. A las 11 se almuerza. A las dos es la comida fuerte del da y se hace entrega de un pan y un zumo para la merienda posterior. A las siete se invita a dormir.

Y entonces lee, pero se cansa.

Y entonces suea con lo que har cuando salga, pero no se le ocurren demasiadas cosas.

Ahora, el bueno de Antonio est enganchado a una telenovela turca que emiten por Caracol TV llamada Yusuf, que cuenta la historia de un cro que pierde a sus padres y cuya crianza se disputan un to y una ta. No sabe explicar muy bien por qu, pero el caso es que lo del nio le hace pensar.

Y eso que l siempre quiso tener una nia.

El argumento de la telenovela turca -que empieza de un modo trgico- deriva en una historia de amor.

Habr que tener paciencia para el desenlace, eso s, Antonio.

Porque son 831 episodios.





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