En la vieja Europa anterior a la I Guerra Mundial, un país del centro del continente desempeñaba un papel gastronómico casi tan notable como el de Francia en el oeste europeo: era Austria, o si se quiere, hasta 1918 el Imperio Austrohúngaro. Viena era una suerte de París oriental. Su cocina y su repostería tuvieron gran fama, hasta el punto de que una tarta creada en 1832 por un pinche de 16 años en las cocinas del príncipe de Metternich, Franz S
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