Arde Valle Nuevo, el parque Juan Pérez Rancier y su altiplano, el maravilloso conjunto de montañas y valles que conforman uno de los dos «grandes conglomerados de la Cordillera Central», como lo clasificó el historiador Frank Moya Pons. Otra vez reciben el embate de un fuego forestal devastador.
Los fuegos en Valle Nuevo se producen desde hace años y con más frecuencia en el período de enero a abril y de junio a principios de septiembre, la época de sequía en la zona. ¿Cómo ocurren los fuegos forestales en ese valle encantado? Los técnicos de Medio Ambiente en la zona aseguran que del 75 al 95 por ciento de los fuegos tienen como protagonistas a seres humanos.
La gente inicia el fuego, pero no siempre por maldad. Hay campesinos trashumantes que en busca de un pedazo de tierra para sembrar inician un conuco limpiando con fuego un predio lleno de malezas.
Dado el frío en el valle, otros preparan una fogata para calentarse y el viento empuja una llama hacia un pasto seco, dando así inicio a un fuego o un siniestro forestal. Nadie piense que estos eventos ocurren solo en nuestro país. A lo largo de la historia ha habido muchos incendios devastadores en todo el mundo. Los incendios forestales de Australia en 2019-2020. Comenzaron en septiembre de 2019 y se extendieron hasta marzo de 2020, destruyendo alrededor de 18 millones de hectáreas (una hectárea igual a 16 tareas) y miles de hogares. Los incendios de California en el 2018, tanto en el norte como en el sur, arrasaron 760 mil hectáreas y 18 mil viviendas.
Los fuegos forestales también tienen un impacto significativo en el medio ambiente y en los escosistemas locales. Producen pérdidas al destruir hábitats naturales y reducir la biodiversidad de una zona. Las plantas, animales e insectos que viven en el área siniestrada pueden desaparecer. Se erosionan los suelos. La vegetación y la capa orgánica del suelo se queman durante los incendios forestales quedando el suelo desnudo y expuesto a la erosión, lo que puede afectar su calidad al tiempo que aumenta los riesgos de inundaciones y deslizamientos de tierra.
En los fuegos se emiten grandes cantidades de gases de invernadero, lo que contribuye al cambio climático. Además, los fuegos forestales alteran los patrones de lluvia y viento en una región causando efectos duraderos en los ecosistemas locales y en las comunidades humanas que dependen de ellos.
Pero sería injusto atribuir toda la culpa de la desgracia ecológica de Valle Nuevo a los fuegos y los agricultores. Antes de que en esas montañas hubiera agricultura, los bosques sufrieron el ataque bestial y despiadado de los explotadores de madera que instalaron aserraderos; y detrás de ellos llegaron los cosechadores de papas, manzanas, fresas y tomates.
A pesar de estos depredadores cargados de ambición y carentes de conciencia ambiental, ecológica y ciudadana, todavía sobreviven allí grandes reservas de la flora de nuestro país. Su conservación, como afirma Ricardo García, técnico del Jardín Botánico Nacional, asegura la supervivencia a especies de distribución restringida que tienen allí su hábitat.
Para entender bien la importancia de Valle Nuevo, su valor y la necesidad de que sea protegido, léase el libro Valle Nuevo, parque Juan B. Pérez Rancier, escrito por Constantino Cassá. Una obra que debería ser profusamente publicitada para que todos los dominicanos tomemos conciencia de la importancia de ese valle para la conservación del agua en nuestro país. b