El ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, mantiene el veto a los embajadores jubilados para que den charlas en los cursos que se imparten en la Escuela Diplomática, según han advertido varios afectados que recibían invitaciones en el pasado y a los que desde poco después de la llegada del jefe de la diplomacia al Palacio de Santa Cruz ya no se les ha permitido hablar en dicha institución académica.
Las citadas fuentes lamentan «el visible edadismo y las trabas» que Albares ha implantado en Exteriores para impedirles «el ejercicio de libertad de expresión» en la Escuela Diplomática. Una situación que fue desvelada por El Mundo en enero. «La arbitrariedad y el sectarismo imperantes en nombramientos y ceses se ha extendido ahora al prohibir que cualquier ‘jubilado’, en principio a partir de 70 años, dé conferencias o clases en la Escuela Diplomática», subraya un exembajador antes de advertir, a renglón seguido, de que no hay rastro de una orden del ministro como tal: «Se han cuidado muy mucho de no poner esas instrucciones por escrito».
Desde la Oficina de Información Diplomática (OID) se niega que exista tal veto y puntualizan que el director de la institución es el que decide en cada momento quién puede impartir una clase magistral a los alumnos. «Lo niegan cuando se les recrimina y alegan que prefieren que esas clases las den los que se ocupan de los temas específicos en el ministerio, aunque sean más jóvenes y con menor experiencia», replica otra fuente consultada por este periódico.
«Lo cierto es que no pueden ocultar, porque es palmariamente manifiesto, que están discriminando a un conjunto de españoles por razones de edad y atentando directamente contra el artículo 14 de nuestra Constitución, que señala que ‘los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social’. Dentro de las condiciones o circunstancias especiales entraría la edad», a juicio de uno de los recurrentes invitados a conferencias y charlas que no pisa la Escuela Diplomática «desde hace ya muchos meses».
Otros afectados recuerdan que esta actitud de Exteriores viola «frontalmente» la Carta Magna y dos normas aprobadas por el Ejecutivo de Pedro Sánchez: la ley de igualdad de trato y no discriminación de 2022 y la de igualdad de 2020 que regula el proceso de selección y contratación en igualdad de condiciones. «Si en un sistema democrático nadie pasa por encima de la ley, debemos estar en otro planeta. ¿Estamos en un periodo de decrepitud moral e institucional, donde la Constitución queda en letra muerta?», se pregunta un veterano diplomático.
«En la carrera diplomática, la experiencia es un grado que se valora en todos los países de nuestro entorno, menos en nuestra querida España. Desde que Albares arribó al Ministerio, sus ‘censores’ vigilan todos los programas de actos de la Escuela Diplomática y de todos los centros culturales que dependen de él, como las casas América, Sefarad, África y Mediterráneo», señala una de las fuentes consultadas por este diario.
«Cuando algún embajador o diplomático español propone presentar un libro suyo en el salón de actos de la Escuela o de dichos centros, le someten a un quinto grado de espera y luego, con gran probabilidad, la respuesta será negativa y le deniegan su presentación. El espíritu del ‘control’ y de la censura están bien presentes», prosigue este antiguo embajador.
«O bien el autor está en alguna de las listas negras del equipo ministerial, o bien es ‘jubilado’ y, por tanto, denostado por haber vivido la Transición, dando a entender por sus maneras que podría votar a la derecha. Y eso que el ministro acaba de decir que él
nunca, nunca nombra ni cesa por razones políticas. No cuadra», concluye este exembajador antes de lamentar que tanto la Escuela Diplomática como la red de casas «se han convertido en lugares de discriminación y en foros sometidos a un férreo control y censura», cuando hasta fechas recientes siempre habían sido «lugares abiertos de debate mesurado y constructivo sobre las relaciones internacionales y la posición de España en el mundo».
Clases de postgrado en centros privados
El exembajador Javier Jiménez-Ugarte ya denunció a finales de marzo otro veto similar. En concreto, que Albares no quiere que los diplomáticos den clases de postgrado en centros privados. En su caso fue un mini master sobre Política y Acción Exterior, Funciones Consulares, Cooperación, y Organismos Internacionales que quería impartir la institución docente privada ISDE Law & Business School. «Se trataba de un programa de 90 unidades didácticas dividido en seis módulos, estando uno de ellos dedicado a las funciones consulares», explicó en un artículo de opinión publicado en THE OBJECTIVE.
«El pasado septiembre teníamos ya cerrado, tras distintas reuniones de trabajo e intercambio de correos con decenas de compañeros, profesores universitarios, periodistas y algunos miembros de otros cuerpos superiores de la Administración pública, un programa completo, y contábamos con unos treinta ponentes de elevada especialización en cada una de las materias asignadas. En lo referente al módulo consular, cinco compañeros en activo en el Ministerio se habían repartido los diez temas que hoy más afectan a nuestros consulados en el exterior: censo y protección de españoles, visados, nacionalidad, tareas registrales y notariales, emergencias, etc.», relató Jiménez-Ugarte.
«Desgraciadamente, una de las compañeras a la que había propuesto la dirección y una de las ponencias de otro de los módulos, se preocupó por la posibilidad de que estas clases pudiesen chocar con la Ley de Incompatibilidades del personal al servicio de las Administraciones Públicas núm. 53/1984. Aunque hice lo posible por convencerla de que ello no era así, dada la existencia en el citado texto de un art. 19, letra 1 h) que las autoriza expresamente, los numerosos precedentes de otros cuerpos superiores y los informes positivos que tenía de expertos juristas, no logré que superase su preocupación, lo que yo atribuí al temor -más recientemente otros compañeros en activo han hablado de ‘terror’- existente en Exteriores, de que cualquier iniciativa personal sin autorización previa pudiese encontrar un inmediato o futuro castigo del temido ministro Albares», prosiguió el exembajador, que estuvo destinado al frente de las legaciones de Argelia, Grecia y Suecia.
Finalmente, todo el equipo de diplomáticos en activo se dio de baja de dicho postgrado, «deteriorando la imagen académica del curso que empezaba a publicitarse, lo que pasó a hacer más difícil que pudiésemos alcanzar las 20 matrículas necesarias para ponerlo en marcha». Un hecho que Jiménez-Ugarte denunció ante sus compañeros de la Asociación de Diplomáticos Españoles (ADE) en su última asamblea de febrero.