Se acababa su contrato de alquiler y desde la inmobiliaria llevaban días llamándolo. Como no respondía al teléfono, uno de los responsables de la agencia decidió acercarse hasta la vivienda que habían alquilado a un hombre en la urbanización Golden Beach, al este de Marbella (Málaga, 150.725 habitantes). Llamó a la puerta, nadie abrió. Decidió entrar para echar un vistazo. Jamás imaginó la escena que iba a encontrar: el inquilino estaba muerto y su cuerpo amordazado, atado a una silla, con numerosas lesiones y con la cabeza envuelta en film plástico. Le habían dado tres balazos. Era la tarde del jueves 30 de junio de 2022. Entonces arrancó una compleja operación policial que casi dos años después se ha saldado con la detención de uno de los autores del asesinato, que ya está en prisión. El resto sigue en busca y captura.
La brutalidad y la violencia utilizada hicieron sospechar a la Policía Nacional de que se trataba de un nuevo ajuste de cuentas en la Costa del Sol. Por eso pusieron al cargo al Grupo II de la Unidad de Drogas y Crimen Organizado, creado en 2019 específicamente para resolver este tipo de casos. El primer paso fue identificar a la víctima. No fue fácil porque disponía de distintas identidades, pero las pistas, poco a poco, fueron dirigiendo a los agentes hasta Alemania. Las autoridades del país confirmaron entonces de que se trataba de un ciudadano de 33 años residente en Fráncfort y de nacionalidad serbia. También aseguraron que acumulaba antecedentes por tráfico de drogas y que mantenía relación con organizaciones criminales de los países balcánicos, según ha informado la Policía Nacional.
La investigación permitió reconstruir lo que había sucedido. La víctima había recibido en su domicilio a varios miembros de una organización de narcotraficantes el día 29 de junio cerca de las 16.30 horas. La reunión no fue como ellos esperaban, hubo un encontronazo y el grupo amordazó a su rival y lo ató a una silla. Allí lo torturaron durante horas, dándole golpes en todo el cuerpo mientras usaban su teléfono para intentar sacar información a sus familiares. A primera hora del día siguiente decidieron rematarlo de tres tiros a bocajarro y huyeron del país. Dejaron el cadáver en la casa, donde había restos de sangre y agujeros causados por las balas en las paredes, hasta que lo encontró el agente inmobiliario.
Orden Internacional de Detención
Los policías consiguieron identificar semanas más tarde a los responsables del asesinato, pero como todos habían salido de territorio español, el juzgado se vio obligado a decretar una Orden de Internacional de Detención. “Una cosa es resolver los casos y otra poder cerrarlos, porque cuando los responsables escapan de España es mucho más complicado, sobre todo cuando van a países que no hacen mucho caso a las órdenes de detención”, explican fuentes policiales.
Con uno de ellos sí que hubo más suerte. Se trataba de un ciudadano alemán de origen turco que había residido en Benahavís, municipio a unos kilómetros al oeste de Marbella repleto de urbanizaciones de gran lujo. Tenía antecedentes por tráfico de drogas y tenencia ilícita de armas en su país, aunque también había sido detenido en Madrid por falsedad documental. Se lo consideraba líder de una red de narcotraficantes con ramificaciones por todo el sur de España. Fue localizado en Turquía, cuyas autoridades lo detuvieron en virtud de la requisitoria lanzada por las autoridades españolas.
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Más tarde fue extraditado a España y puesto a disposición de la Policía Nacional a través del aeropuerto de Málaga, donde se produjo su entrega. El juzgado de Instrucción número 3 de Marbella dispuso después su ingreso en prisión. Se le acusa de los delitos de asesinato, detención ilegal, tenencia ilícita de armas y pertenencia a organización criminal. La operación —denominada San Pablo— continúa abierta con el objetivo de localizar al resto de implicados en el asesinato de la víctima.
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