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Mientras escribimos estas líneas, Irán está siendo derrotado militarmente de forma fulminante por Israel. Lo que comenzó como una ofensiva coordinada entre los proxies iraníes —Hamás, Hezbolá, los hutíes— y el régimen teocrático de Teherán, ha terminado con instalaciones estratégicas destruidas, humillación diplomática, y un sistema de defensa anticuado e ineficaz quedando al descubierto ante el mundo.
Irán apostó a que podía expandir su influencia con impunidad. Se equivocó. Israel respondió con inteligencia, precisión y superioridad tecnológica. Y lo hizo sin el respaldo entusiasta de Europa, gracias a líderes como Pedro Sánchez que, en lugar de apoyar a la única democracia estable de Oriente Medio, decidieron entregarse a la narrativa de sus enemigos.
Pedro Sánchez: ¿al lado de la libertad o del islamismo?
En esta guerra no hay equidistancia posible. Irán financia a Hezbolá, a Hamás, al régimen sirio y a los hutíes en Yemen. Su objetivo declarado es borrar a Israel del mapa y exportar la revolución islamista a Occidente. Y sin embargo, Pedro Sánchez ha elegido colocarse sistemáticamente del lado equivocado.
«España no puede seguir en manos de un Gobierno que se alía con quienes odian nuestros valores»
En las últimas semanas, mientras Israel repelía ataques coordinados desde el norte y el sur, el presidente del Gobierno español:
Mientras tanto, Irán —al que no ha dirigido una sola palabra crítica— sigue ejecutando homosexuales, encarcelando mujeres por no llevar velo y patrocinando terrorismo internacional.
Venezuela: el gran aliado de Irán en América Latina… y de Sánchez en Europa
La derrota de Irán también salpica a su mayor socio regional: el régimen de Nicolás Maduro. Venezuela ha sido durante años el caballo de Troya de Irán en América Latina:
- Ofrece pasaportes venezolanos a operativos iraníes y miembros de Hezbolá.
- Intercambia uranio y armas con Irán violando sanciones internacionales.
- Permite que aviones iraníes cargados de material sensible crucen el Atlántico sin supervisión.
- Coordina campañas de desinformación y ciberataques con ayuda de inteligencia iraní.
Y, por si fuera poco, España ha sido cómplice de esta alianza. ¿La prueba más visible? *El Delcygate: en enero de 2020, Delcy Rodríguez, vicepresidenta de Maduro y sancionada por la UE, aterrizó en Barajas con maletas cargadas que **no fueron registradas. Fue recibida en secreto por el entonces ministro José Luis Ábalos. Lo que ocurrió esa madrugada sigue siendo un misterio. Pero el mensaje quedó claro: *las dictaduras aliadas de Irán son bienvenidas en la España de Sánchez.
Zapatero, Podemos y la izquierda iranizada
La estrategia no es improvisada. Tiene un marco ideológico y operadores conocidos:
- Zapatero, expresidente y ahora embajador informal del chavismo y del madurismo, ha sido un defensor sistemático de regímenes autoritarios.
- Podemos, exsocio de Sánchez, ha sido investigado por presunta financiación desde Caracas y Teherán.
- Sánchez ha evitado condenar explícitamente a Maduro, incluso en momentos de represión masiva.
El socialismo español se ha iranizado. No en lo religioso, pero sí en lo táctico: ocultamiento, propaganda, victimismo y una alianza cada vez más descarada con los enemigos de las democracias liberales.
Lo que se cae hoy no es solo Irán, es la red entera
La derrota iraní no solo es militar, es simbólica. Hoy, cae también la narrativa de victimismo islamista, el populismo revolucionario disfrazado de diplomacia, y la excusa eterna de culpar a Israel de todos los males. Y con eso, queda al descubierto la fragilidad moral de quienes como Sánchez han apostado su reputación internacional al lado equivocado de la historia.
España no puede seguir en manos de un Gobierno que se alía con quienes odian nuestros valores. Necesitamos una política exterior seria, que entienda quién defiende la libertad y quién la ataca. Y sobre todo, que no convierta a nuestro país en la oficina de relaciones públicas del eje Caracas–Teherán.
