Sólo les interesaba Sevilla para cobrar mordidas. Decía Koldo a Ábalos que Santos Cerdán estaba loco por que la obra del puente del Centenario se cerrase, que estaba «obsesionado» con ella. Ahora sabemos que detrás de todo había una comisión para repartir de 450.000 … euros con la única obra en la capital de Andalucía por la que verdaderamente ha apostado el Gobierno de Sánchez en los siete años que lleva en la Moncloa. Es decir, que acometieron la infraestructura por la que podían sacar tajada, el resto las retrasaron, no les interesaba ni personal ni políticamente.
Heredaron del PP una SE-40 paralizada durante los años de la crisis. Y a decir verdad, fue la ministra Ana Pastor la que frenó la obra de los túneles, por la que aún no sabemos qué compensación millonaria habrá que pagar a las empresas por resolver aquel contrato. Pero llegó el PSOE y, supuestamente, un crecimiento económico que no ha deparado la reactivación de esta infraestructura vital para el área metropolitana de Sevilla. En lugar de recuperar aquel proyecto que se paró en seco, lo enterró del todo y lo sustituyó por el de otro puente desoyendo todos los informes en contra de los expertos. Todo ello para acabar dándoselo a dedo a una empresa propia como Ineco, que no tiene capacidad técnica para hacerlo y por la que hubo que maniobrar para subcontratar más de la mitad del mismo.
La clave de todo estuvo en 2019. Entonces, uno de los hombres fuertes de esa trama, el director de Carreteras Javier Herrero, firmaba la sentencia de muerte de los túneles. Y, en paralelo, urdía junto al resto de la banda el plan para adjudicar directamente la obra de ampliación del Centenario a Acciona, para lograr cuanto antes las mordidas.
Cabe preguntarse aquí qué hubiera pasado si esta banda criminal que formaba la estructura del PSOE de Pedro Sánchez hubiera encontrado una manera de lucrarse con los túneles de la SE-40. A buen seguro ahora mismo estaría la tuneladora que quisieron vender como chatarra horadando el lecho del Guadalquivir camino de Dos Hermanas. Pero lo verían más difícil o, directamente, no lo lograron y vieron una oportunidad rápida en la ampliación de un puente que ahora es el símbolo de la corrupción y la incuria de Sánchez con Sevilla.
Una ciudad a la que ha maltratado y que, paradójicamente, usa siempre como zona cero de su resurrección política. Porque Pedro ha muerto varias veces y siempre ha representado aquí su resurgimiento. Por eso ha convocado en el próximo 5 de julio un nuevo comité federal para salir de la tumba en la que anda sepultado otra vez. Su promesa de la luna dirigiéndose a Antonio Muñoz -quien ha pagado electoralmente aquí sus platos rotos-, entre el éxtasis de su militancia, es la alegoría de la burla a Sevilla de un Gobierno cuya expiración definitiva está más cerca que el final de la obra del Centenario.