En los comicios municipales y nacionales de febrero y mayo, pese a su complejidad, la Junta Central Electoral (JCE) cumplió a pie juntillas la palabra empeñada por su presidente Román Jáquez Liranzo, de garantizar unas elecciones limpias, seguras, pacíficas, dignas, transparentes y justas.
Fue un proceso sobre todo limpio, sin mayores ruidos y, como pocas veces sucedió en la historia electoral dominicana, tuvo la conformidad de sus principales actores, partidos y candidatos, sin que acechara ninguno de los aterradores fantasmas del pasado.
Conocida la integración de una comisión senatorial que dirigirá el proceso para conformar una nueva JCE, consideramos que, precisamente porque la actual cumplió cabalmente su cometido, la evaluación a efectuar tiene un punto de partida que son sus actuales miembros.
Incluso, nos aventuramos a proponer que para allanar el camino, y por las unánimes muestras de satisfacción y complacencia de diferentes sectores sociales y personalidades, la ecuación se despejaría más si se apartara de la selección al actual presidente del órgano electoral, y se diera por descontada su escogencia.
No descartamos que entre los partidos, principalmente el gobernante, haya compromisos y promesas, propios de los amarres políticos vernáculos, pero no al extremo de complicar una decisión para la que, a nuestro entender, no se observan obstáculos de importancia.
Y más si se considera lo dicho por el senador que preside la comisión, Julio Furcal (PRM-Peravia), de que para la selección de los integrantes: “No habrá una repartidera” y “no va a ser una lucha de partidos políticos”.
La JCE construyó en el seno de la sociedad dominicana confianza y legitimidad por el riguroso cumplimiento, en febrero y mayo, del cronograma electoral y de los plazos a los que le obligaba la ley que rige estos procesos.
Salvo que merodee en el ánimo de los comisionados la proverbial tendencia dominicana de complicar lo que de primera intención se ve claro, podríamos asistir al preludio de tener en 2028, porque desde ya, bien temprano, comenzaría con la nueva JCE, unas elecciones iguales o superiores a las de 2024, en cuanto a organización y transparencia.
Queda en poder de los senadores Julito Fulcar, Antonio Taveras, Pedro Catrain, Ramón Rogelio Genao, María Mercedes Ortiz, Félix Bautista, Daniel Rivera, Franklin Romero y Aracelis Villanueva, cumplir una encomienda para la que tienen allanada la mitad del camino.
