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La casa real de La zona de inters: un paraso con vistas a Auschwitz

by Marko Florentino
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Puede que la villa de La zona de inters sea la casa ms intrigante y escalofriante en el cine contemporneo desde el chalet de Parsitos: los dormitorios como de casita de muecas, el papel de pared de color pastel, la cocina y el comedor anexo de una familia aparentemente feliz, el stano tenebroso en el que Rudolf Hoss tiene relaciones sexuales con una de sus empleadas domsticas, la escalera que siempre aparece enfocada a la derecha de un pasillo y que tiene un desagradable contraluz al fondo, el despacho sin papeles sobre la mesa, la fachada maciza y gris, un poco desangelada… Y el jardn, claro, el jardn sobre todas las cosas.

La Villa Hoss, la casa en la que se instal Rudolf Hoss en 1940 cuando lleg a Polonia para dirigir el campo de exterminio de Auschwitz, no es un escenario del todo nuevo para el pblico. Adems de aparecer en la novela de Martin Amis que da ttulo a la pelcula de Jonathan Glazer, la casa ha sido un escenario irresistible para muchas ficciones sobre Auschwitz. La novela y la pelcula de El nio del pijama de rayas, por ejemplo, estn basadas en la tensin entre el escenario del terror de Birkenau y la casita feliz de los Hoss. Slo que el tratamiento del espacio era bastante conformista, no tena nada que ver con el retrato insoportablemente denso e hiperrealista del bienestar domstico de La zona de inters.

Algunos datos: una familia polaca construy la que despus fue conocida como villa Hoss en 1937. En 1940, fue confiscada por la administracin alemana en Polonia y asignada a la familia del Obersturmbannfhrer de las SS. Su inters para los ocupantes fue geogrfico: el muro sur de la casa daba al antiguo cuartel del Ejrcito polaco que habra de convertirse en Auschwitz I. Hoy, cualquier visitante del recinto puede comprobar lo cerca que est la casa del campo de exterminio. Cuando la visita se dirige al crematorio se intuye, a mano derecha, la entrada a una vivienda burguesa cuya existencia all parece inconcebible. A pesar de que la casa debera de ser una distraccin irrrelevante comparada con el significado del crematorio, es imposible que la mirada no se desve hacia ella.

El teniente coronel Rudolf Hoss lleg a esa casa en 1940 con su mujer, Hedwig, y con cuatro hijos (el quinto naci durante la II Guerra Mundial). Ampli la vivienda, coloniz la planta bajo el tejado y, sobre todo, hizo del jardn su pequeo paraso. Es posible identificar la villa Hoss en Google Maps, en la esquina superior del campo de exterminio. La parcela mide, aproximadamente, 33 metros por 47 y la casa ocupa un cuadrado de 13 por 13 en el lado ms cercano a Auschwitz I.

«Ocupa», en presente, porque la Villa Hoss nunca fue demolida, aunque su vida fuese fantasmagrica durante dcadas. En 2007, el historiador Ian Baxter entr en la casa y fotografi su interior, invitado por un hombre polaco que deca ser su propietario. Durante 62 aos, la casa haba tenido el mantenimiento justo para sobrevivir como un museo secreto de la banalidad del mal, aunque suene a tpico: las piezas originales de cermica verde del bao, la madera del suelo, los herrajes arts & crafts, los radiadores… Casi nada haba sido renovado, lo que llevaba a pensar que nadie haba habitado con continuidad la casa. Pero tampoco haba escombros, de modo que la vivienda no haba sido abandonada del todo.

El servicio dom

El servicio domstico de ‘La Zona de Inters’.

En 2011, unos reporteros de la BBC volvieron a entrar en la villa con un nieto de Rudolf Hoss, pero slo tomaron imgenes del jardn, que segua verde y exuberante, y de una celosa de hierro que evidentemente recordaba a la puerta de rejas del infame Arbeit macht frei. Y, en vsperas del rodaje de La zona de inters, su director de arte, Chris Oddy, estuvo «seis o siete veces» en la casa. Primero tuvo una oferta de alquiler para rodar la pelcula en el escenario real. Oddy renunci porque su imagen, ms que realista, pareca la de una rplica vintage del pasado. Despus, document el lugar para recrearlo en un solar a 200 metros de distancia, con el mismo ro Sola al este.

Hay un momento de La zona de Inters en el que Rudolf Hoss le dice a su mujer que ha recibido un ascenso y que cambiar de destino. Hedwig le responde que ella no se va a ir de su casa. Le dice que Hitler les habl del espacio vital, les dijo que fuesen al Este a conquistar su independencia y que eso haban hecho ellos. Por qu renunciar a su Lebensraum domstico? Es una metfora escalofriante.

Despus, el seor de la casa se marcha y se despide de su caballo con palabras de amor incondicional, en un momento de emotividad nico en la pelcula. Tiene sentido: Hoss haba sido el hijo descarriado de una familia burguesa. Estuvo en la crcel y encontr en el nazismo y en la Artaman Gesellschaft (una sociedad que propona regresar a una vida de granjeros por compromiso nacionalista) una manera de encauzar su vida. Su idea de bienestar era una casa en una pradera. Su mujer, en cambio, vena de una vida precaria, como se descubre en un fleco de una conversacin de La zona de inters. Hedwig se mova por un instinto de supervivencia y por un deseo de ascenso social.

La pelcula de Jonathan Glazer est basada en ese tipo de detalles, en frases apenas dichas, en gestos domsticos apenas mostrados. Cuando Hoss llega a su casa, se quita las botas en el porche y un sirviente aparece de la nada y se las lleva para limpiarlas. Cuando se va a dormir, el ltimo de la familia, apaga las luces una a una y despus se mete en una cama individual vecina a la de su mujer. La contencin emocional de los dos personajes est expresada en sus rutinas metdicas y en el orden perfecto de la casa, atendida por una legin de criadas polacas a las que Hedwig amenaza con la cmara de gas. Dos veces en la pelcula, en momentos de pequeos conflictos domsticos, los miembros de la familia se encierran en el invernadero, una construccin que parece dialogar con las imgenes del crematorio que aparecen al final de la pelcula.

Al otro lado del invernadero, un muro gris y alto delimita el jardn en el que los nios juegan y los adultos toman el sol. Hay una piscina cuadrada y unos rboles que tapan el campo de exterminio, pero slo a medias. Al otro lado est Auschwitz y, en lo alto, se ve la chimenea de los crematorios, que es an ms visible desde las ventanas de la casa. El sonido del exterminio, los gritos en alemn y el ruido blanco de los hornos, hace un crescendo. Los habitantes de la casa ignoran el ruido o aparentan ignorarlo.

Si la casa de Parsitos hablaba de desigualdad, la de La zona de inters lanza una sombra espantosa sobre la idea de bienestar domstico: el jardn verdsimo, las habitaciones abuhardilladas, las alfombras y la mesita del caf. Todo lo que hace una casa feliz se vuelve en atrezzo del miedo.





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