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la culpa es de Musk, por Teresa Giménez Barbat

by Marko Florentino
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Como saben, gracias a Elon Musk, el pavoroso caso del abuso reiterado de niñas y chicas menores de edad por parte de bandas de inmigrantes mayormente paquistaníes está ahora en las noticias. Y, desde luego, no es algo que, como dice TV3, sea «de hace diez años» y que sale ahora para «atacar al primer ministro británico» Keir Starmer. Tampoco que, como afirma también El País, Musk, «en una sarta sin control de mensajes en X», le acuse de ser cómplice del «mayor crimen en masa cometido en la historia del Reino Unido… rescatando un escándalo de hace una década». No. Lo sucedido no es algo que se zanjó alrededor del 2014 y del que está ya todo dicho. Lo que diversas publicaciones han tildado como el mayor crimen encubierto en tiempos de paz en la historia británica lleva años silenciado por unas autoridades políticas que huyen de todo lo que rompa su relato y les enfrente a las consecuencias de una ideología basada en el buenismo y el wishful thinking.

No, esto se conocía, aunque los medios tradicionales lo reprodujeran, si lo hacían, con vergonzosa prudencia. Y tanto era así que, concernida por esa actitud, en mi época de eurodiputada quise que las instituciones europeas tomasen conciencia real de esa barbaridad y actuasen en consecuencia. Porque, como se informó mi equipo, ese drama de un país aún miembro nunca se había llevado a la Comisión. Y el 26 de abril del 2018 interpuse una «Pregunta con solicitud de respuesta» que decía así:

«Desde los años 70, más de 1.000 niñas podrían haber sido víctimas de abusos en el escándalo de explotación sexual en la ciudad británica de Telford. La investigación en curso sobre el caso ha sido ampliamente criticada por su ineficacia y falta de transparencia. Los estudios internacionales muestran de forma constante que los abusos sexuales con demasiada frecuencia no se denuncian y el propio Instituto Europeo de Igualdad de Género reconoce que existe una gran brecha entre las ‘estadísticas oficiales’ y la ‘prevalencia e incidencia reales de la violencia’. ¿Conoce la Comisión el caso Telford y otros escándalos similares como el de Rotherham? ¿Es consciente de que una combinación de causas, entre ellas la corrupción policial, los prejuicios de clase y el miedo a ser percibido como ‘racista’ por denunciar o investigar estos delitos, podría explicar en parte la brecha entre las estadísticas y la prevalencia real de la violencia?»

Al cabo de dos meses de profunda reflexión, el 28 de junio del 2018, la Comisión habló y obtuve su decepcionante contestación.

Respuesta de la Sra. Jourová en nombre de la Comisión:

«La lucha contra la violencia de género, incluida la violencia sexual, y la protección y el apoyo a las víctimas es una de las cinco prioridades de la Comisión en su ‘Compromiso estratégico para la igualdad de género 2016-2019′[1]. La naturaleza endémica de los casos de Telford y Rotherham ilustra claramente la importancia de apoyar a las víctimas de violencia de género y empoderarlas para que den un paso al frente. Una encuesta de 2014 de la Agencia de los Derechos Fundamentales sobre la violencia contra las mujeres en la UE concluyó que solo el 33 % de las víctimas de violencia física o sexual cometida por la pareja y el 26 % de las víctimas de violencia física o sexual cometida por personas ajenas a la pareja se pusieron en contacto con la policía u otra organización, como una organización de apoyo a las víctimas, tras el incidente más grave. Los motivos por los que las víctimas no denuncian varían. Para una cuarta parte de las víctimas, la vergüenza por lo sucedido fue el motivo de no denunciar. La Comisión aborda la violencia de género desde diversos ángulos, incluida la mejora de la disponibilidad, la calidad y la fiabilidad de los datos. La Comisión presentó un Eurobarómetro sobre la violencia de género que muestra las opiniones de los europeos sobre este tema, y ​​se está desarrollando una nueva encuesta de la UE sobre la violencia de género con Eurostat. La Comisión también sigue aplicando la Directiva sobre los derechos de las víctimas y está trabajando para lograr la adhesión de la UE al Convenio de Estambul, que fortalecerá aún más el marco jurídico existente para abordar la violencia contra las mujeres y las niñas. La UE firmó el Convenio de Estambul en junio de 2017 y se está trabajando en un Código de conducta y en la futura celebración del Convenio. El artículo 11 del Convenio se centra en la recopilación de datos y la investigación y pide a las partes que emprendan la recopilación de datos estadísticos desglosados ​​pertinentes a intervalos regulares sobre la violencia contra las mujeres en todas sus formas».

«Las ONG y los parlamentarios laboristas acusaron de racismo e islamofobia a quienes hablaron del escándalo»

O sea, bla, bla, bla. Y mira que se celebraban conferencias, homenajes o mesas redondas sobre toda clase de abusos contra las mujeres. Incluso sobre los imaginarios. Pues esa fue toda la reacción: «Apoyarlas» (¿cómo?) y, claro que sí, «empoderarlas para que den un paso al frente». Maniobras de distracción pasando de puntillas por lo mollar de mi pregunta: la existencia de «la corrupción policial, los prejuicios de clase y el miedo a ser percibido como ‘racista’». Porque lo sucedido en el RU no fueron sólo abusos y aberrantes agresiones sexuales a menores. Fueron crímenes de carácter racista y de odio religioso –pues eran mayormente blancas y, seguramente, de cultura cristiana sus víctimas– cometidos básicamente por musulmanes de ascendencia paquistaní. Y aunque algunos cuerpos policiales crearon grupos tácticos específicos, se desmantelaron bajo órdenes políticas para «evitar tensiones raciales».

Las organizaciones benéficas, las ONG y los parlamentarios laboristas acusaron de racismo e islamofobia a quienes hablaron del escándalo. Y, lamentablemente, los medios de comunicación, en su mayoría, ignoraron o restaron importancia a la historia periodística más importante que iban a tener nunca por defender un modelo de multiculturalismo que se demostraba fallido. Y para evitarle al poder preguntas comprometidas sobre la política de inmigración y asimilación.

Naturalmente, hay otros factores, incluida la de la «normalización» del sexo con menores de edad y las ideas tramposas sobre los «derechos del niño», que dejaremos para otro artículo. La cuestión es que, en 2018, cuando planteé la pregunta, esto se sabía y no se quería enfrentar. Pero, como saben, la culpa es de Musk y de la temible «ultraderecha».





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