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El verano es sinónimo de días largos, tardes soleadas y actividades al aire libre. Sin embargo, detrás de esta época del año tan esperada, se esconde una amenaza silenciosa: la deshidratación. Aunque comúnmente asociamos el calor únicamente con incomodidad, la falta de hidratación puede tener efectos profundos en la salud.
La deshidratación ocurre cuando perdemos más líquidos de los que consumimos. Durante el verano, esto se intensifica debido a factores como la sudoración excesiva, la exposición constante al sol y el aumento generalizado de las temperaturas. Cuando el organismo no recibe suficiente agua, comienza a mostrar signos que, en principio, pueden parecer leves, pero que rápidamente pueden complicarse.
El rendimiento físico es una de las primeras áreas afectadas. Una pérdida moderada de líquidos puede reducir hasta en un tercio la capacidad física, provocando debilidad muscular, falta de coordinación y disminución notable en la resistencia. Las actividades que normalmente resultan sencillas pueden volverse agotadoras.
Impacto mental
El cerebro también sufre notablemente cuando la hidratación es insuficiente. Problemas como dificultad para concentrarse, confusión y cambios abruptos de humor empiezan a manifestarse, explica Ana Fraile Oliva, especialista del Servicio de nutrición de Quirónprevención. Las decisiones cotidianas se complican y tareas que requieren atención se vuelven difíciles de ejecutar correctamente.
Este deterioro mental puede parecer pasajero, pero si no se toman medidas inmediatas, podría desencadenar situaciones peligrosas, especialmente en contextos donde la concentración y el rendimiento mental son cruciales.
Riesgos mayores bajo el sol
Uno de los peligros más graves asociados a la deshidratación es el golpe de calor, que ocurre cuando el cuerpo pierde la capacidad de regular su temperatura interna. Los síntomas comienzan con piel caliente y seca, confusión extrema, hasta llegar a la pérdida de conciencia. Sin intervención rápida, el golpe de calor puede incluso tener desenlaces fatales, confirma Ana Fraile.
Además, órganos vitales también se ven comprometidos. Los riñones necesitan agua suficiente para eliminar toxinas mediante la orina, y sin hidratación adecuada, aumenta considerablemente el riesgo de desarrollar cálculos renales o sufrir problemas más severos, como insuficiencia renal. Según el especialista, el sistema digestivo tampoco escapa, experimentando dificultades como el estreñimiento o episodios de acidez por la falta de agua suficiente para facilitar sus procesos.
Señales que no debemos ignorar
Identificar a tiempo los síntomas de deshidratación puede marcar una gran diferencia. La sed excesiva es la primera advertencia clara, pero existen otras señales menos evidentes, como boca seca, orina oscura, fatiga y dolores de cabeza recurrentes. Prestar atención a estas señales permite tomar medidas rápidas y eficaces.
Medidas clave para evitar riesgos
La prevención es sencilla, pero requiere constancia. Beber agua regularmente, no solo cuando aparece la sed, es fundamental. Consumir alimentos ricos en agua como frutas frescas y vegetales también es una manera eficaz de mantener la hidratación, recomienda la especialista de Quirónprevención.
Es importante también evitar bebidas que aumentan la pérdida de líquidos, como las alcohólicas o aquellas con cafeína. Y aunque en ciertas situaciones, especialmente en ejercicio intenso, las bebidas deportivas ayudan a reponer electrolitos, conviene usarlas con moderación debido a su alto contenido de azúcares.
Finalmente, llevar siempre consigo una botella de agua y observar el color de la orina son hábitos sencillos pero efectivos para mantenernos correctamente hidratados durante el verano.
Estar atentos a nuestro cuerpo y actuar con responsabilidad permitirá que los meses de calor sigan siendo época de disfrute y no una amenaza silenciosa para nuestra salud.
