España celebra este fin de semana la Asunción de la Virgen, y el país se ha convertido en un mapa de verbenas, ferias y desplazamientos. La Dirección General de Tráfico (DGT) mantiene activa la operación especial de agosto, con más de siete millones de viajes previstos hasta el domingo. En calles y plazas cuelgan guirnaldas, las casetas huelen a fritanga y las orquestas alargan la noche. Pero sobre ese ambiente festivo se impone otro mapa mucho más inquietante: el de los incendios.
Según el Sistema Europeo de Información sobre Incendios Forestales, la superficie afectada en España supera ya este verano las 115.000 hectáreas. Los últimos partes de emergencias contabilizan además tres víctimas mortales. La coincidencia entre el pico festivo del verano y el punto más crítico de la temporada de incendios ha disparado las alarmas entre los expertos y ha puesto a los ayuntamientos de toda España ante un dilema: cortar de raíz una parte fundamental de los festejos como es, por ejemplo, el lanzamiento de fuegos artificiales, con el consiguiente enfado del personal, o seguir la hoja de ruta de las fiestas con escasas modificaciones y arriesgarse a una tragedia. Mientras miembros de los cuerpos de emergencias reclaman en muchos municipios lo primero, en muchos consistorios están optando por la patada a seguir.
En la sierra de Madrid, por ejemplo, el Ayuntamiento de Rascafría mantiene en su programa festivo un castillo de fuegos artificiales previsto para este sábado 17. Ante el riesgo que implica su celebración en un entorno natural como el valle del Lozoya, Ecologistas en Acción presentó este viernes una solicitud formal para su retirada. La organización apeló al Plan INFOMA —el Plan Especial de Protección Civil frente a Incendios Forestales de la Comunidad de Madrid— y advirtió de que “una simple chispa podría prender la vegetación reseca y poner en peligro, entre otros bienes, el Monasterio de El Paular”, según se puede leer en un comunicado. Consultado por este periódico acerca de si finalmente estos fuegos van a tener lugar, en la tarde de este sábado el Ayuntamiento de Rascafría no ha hecho declaraciones.
Mientras, el canal oficial 112 de la Comunidad de Madrid mantiene activo un aviso por “alto riesgo de incendio” al tiempo que anuncia la suspensión de concesiones para el uso del fuego, la prohibición de maquinaria que pueda generar chispas en terreno forestal o a menos de 400 metros de estos espacios y la cancelación del uso de pirotecnia.
El dilema no es exclusivo de Madrid. En distintos puntos del país, las respuestas han sido diversas. Málaga, por ejemplo, inauguró este viernes su feria sin renunciar a los fuegos artificiales, aunque rebajados. En lugar de los tradicionales castillos de fuego, la noche combinó un piromusical controlado con un show de 300 drones. El Ayuntamiento activó un plan especial de emergencias, delimitó perímetros seguros y desplegó más de 600 efectivos de Policía Local, Bomberos, Protección Civil y servicios sanitarios para garantizar la seguridad del evento.
En el norte, la adaptación ha sido más inmediata y pragmática. La Delegación del Gobierno en Cantabria instó a los ayuntamientos a modificar sus programas ante la ola de calor, y las respuestas no se han hecho esperar. En Torrelavega, el Festival de Teatro de Calle se trasladó de la Plaza de Pequeñeces a la más arbolada Avenida de España, y se ajustaron los horarios para evitar las horas de mayor exposición. En Castro Urdiales, el tradicional concurso de marmita, previsto para este viernes, fue aplazado al domingo por razones de seguridad y salud pública. Estas reubicaciones se repiten en numerosos municipios con la misma lógica: minimizar riesgos sin renunciar a la celebración.
En otros casos, la prevención ha pasado directamente por la suspensión. En Navarrete, La Rioja, el Ayuntamiento decidió retirar los castillos de fuegos programados para los días 15 y 16 de agosto. En Castelldefels, municipio de la provincia de Barcelona, se han instalado puntos de hidratación junto a las casetas, y en la propia ciudad condal se han habilitado refugios climáticos con sombra y asientos dentro de una red que se ha ampliado este verano.
El dilema no se queda en el ámbito local. En la Comunidad Valenciana, los servicios de Emergencias han instado a valorar la cancelación de espectáculos pirotécnicos en zonas próximas a árboles. Piden además que cualquier decisión se tome en conjunto con fuerzas de seguridad, con Protección Civil y con autoridades ambientales. Esto, explican, permite condicionar permisos a la presentación de planes técnicos, establecer retenes de extinción y, cuando procede, sustituir fuegos artificiales por alternativas sin pólvora como proyecciones, drones o espectáculos de luces. Media España arde y la otra media quiere celebrar, y durante todo el fin de semana los alcaldes deberán decidir dónde ponen la vista.