H ay un balcón en Sevilla que vibra la noche de Reyes con tanta intensidad que contagia a toda aquel que lo mira, aunque el espectador esté a miles de kilómetros y sonría a través de la pantalla de un móvil. En aquellos pocos metros cuadrados, cada año un gigantesco oso panda hace de las suyas, buscando la complicidad de todo aquel que quiera bailar al ritmo de sus torpes pasos. En la esquina de la calle Asunción, los responsables de esa fiesta, que empezó hace unos años como una simple reivindicación que rezaba así ‘nosotros somos más de los Reyes Magos’, han logrado que centenares de sevillanos se citen en su puerta para ver pasar la Cabalgata. Sabe, sabemos que es el punto de encuentro donde el buen rollo está asegurado y donde pequeños y mayores disfrutamos al unísono. Y eso, por lo que he leído en las últimas horas, es pecado casi mortal para los guardianes de las esencias de esa parte de la ciudad que le gusta convertir en debate lo que para la mayoría es una simple anécdota. Que los adultos disfruten en la Cabalgata no es de recibo por favor. El día 5 vale, pero el 4 no.Esa bendita esquina de la alegría también ha sido objetivo de aquellos que a diario se levantan con la bilis revuelta y el dedo inquisidor apuntando al pajarito de la red, dispuesto a dictar sentencia moral. Según el dictamen de estas porteras del twitter, los Remedios es un barrio de cayetanos y vitorear el himno de España al paso del escuadrón a caballo de la Policía Nacional es obviamente y como no podía ser de otra manera, de fachas. De tanto sacar a pasear la dichosa palabra en vano, la están despojando de su verdadero sentido. El 4 de enero, en la calle Asunción sólo se reunieron herederos ideológicos de Blas Piñar. Y si usted, que me está leyendo, estuvo allí, pegando brincos con la Potra Salvaje, el Resistiré y el himno como si no hubiera un mañana, lo siento amigo, pero es un grandísimo facha. Lo más hilarante de estos comentarios, que demuestran un desconocimiento grosero de lo que es esta ciudad, que sabe disfrutar de la vida como pocos rincones en el orbe, es afearle al personal que cante el himno porque no es una cosa de niños, que la Cabalgata no está para eso. Hombre por favor, que la canción que une a todos los españoles sólo puede ser entonada ante los oídos infantiles cuando juega la selección española. Y ya puestos a dar una lección más: no acerquen a los pequeños a la Policía, no vaya a ser que le cojan cariño al Cuerpo porque eso también es…vengan repitan conmigo: de muy facha.
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La esquina de la alegría
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