Federico Casado es el fruto del amor entre Juanita Reina y el bailarín Federico Casado, Caracolillo, una pareja inquebrantable que cumplió su sueño de ser padres cuando la coplera sevillana rozaba los 40. Hoy, Federico, crítico de cine y psicólogo, es el heredero universal de … un inmenso legado que no caduca y que reivindica en esta entrevista.
-¿Cree que se están llevando a cabo suficientes acciones para reivindicar la figura de Juanita Reina?
-Creo que la figura de mi madre es bastante imperecedera. Cualquiera persona que escuche copla la tiene como uno de sus referentes. La inmensa mayoría de las canciones del famoso triunvirato, Quintero, León y Quiroga, y otro también muy conocido, Ochaíta, Valerio y Solano, eran de mi madre. Artistas que ahora son más conocidas como Rocío Jurado e Isabel Pantoja eran íntimas de Juanita Reina. Rocío tenía una gran admiración por mi madre porque cuando ella era pequeña Juanita Reina ya era una estrella. Uno de los lugares emblemáticos en la biografía de mi madre es Chipiona, donde tiene una calle. En el caso de Isabel Pantoja también tenemos una relación de años. Su madre era bailarina de conjuntos en los espectáculos de mi padre. Doña Ana le decía a su hija que se pareciera a Juanita Reina. La forma de vestirse y andar tienen mucho que ver. Lo que sucede es que por la época, no existe constancia, no hay muchas imágenes de ella, salvo las películas que hizo, claro, como ‘Lola la Piconera’ o ‘La Lola se va a los puertos’.
-¿Y para las artistas del siglo XXI?
-Hay temas míticos como ‘Y sin embargo te quiero’ que se han versionado en numerosas ocasiones, hasta por Sabina. Una persona que siempre ha querido muchísimo a mi madre y mi madre a ella es Pastora Soler, siempre ha estado muy cerca nuestra. María del Monte también es amiga nuestra de toda la vida. Trabajó con mi padre, que a parte de bailarín era director de teatro e inició a María en el teatro.
-¿Cómo vive estos días cercanos al centenario de su madre?
-Puedo decir que mi madre siempre está presente, no tengo que tener ninguna efemérides especial para recordarla porque yo vivo siempre rodeado de sus recuerdos y su figura. De mi madre y de mi padre. Ellos formaban un binomio inseparable desde que se conocieron.
-¿Podría dar tres o cuatro titulares sobre la vida de su madre?
-A nivel artístico era una persona muy entregada, se esforzaba al máximo. Fue una persona que fue mejorando su capacidad artística tanto en la copla como en el cine, donde hizo 14 películas de protagonista. Fue una persona muy cercana y bondadosa, se preocupaba más por los demás que por ella misma, toda su vida ha estado caracterizada por eso. Era una persona que no le importaba las distancias sociales. Siempre la paraban por la calle para saludarla y pedirle un autógrafo y ella siempre se mostró encantada de la vida. Le gustaba acercarse a todas las personas, independientemente de su condición social. Mi madre se relacionó con gente como Don Juan Carlos y Doña Sofía hasta con artistas como Julio Iglesias o Raphael. Hay una anécdota muy divertida. Cuando Raphael era niño iba a ver los espectáculos de mi madre todos los días, todas las funciones. Llegó un momento en el que mi abuelo, que era el director de la compañía de mi madre, le dejó entrar gratuitamente. Como titular de cierre diría que mi madre fue una persona muy humilde, muy cercana, entrañable, que tenía una intuición natural impresionante para captar la empatía de la gente y que ella ofrecía toda su vida cada vez que cantaba.
-¿Y el nombre de tres personas que definieron la biografía de Juanita Reina?
-La persona que innegablemente definió la vida de mi madre fue mi padre. Desde que se conocieron estuvieron siempre unidos. Otra persona también muy importante fue mi abuelo Miguel, que fue quien descubrió que mi madre se podía dedicar al mundo del arte. Ella se presentó a escondidas ante el director del Teatro Cervantes para pedirle cantar y mi abuelo, que era pescadero en el mercado de la calle Feria, se enteró. A raíz de eso, mi abuelo, como un espectador más, se compró su entrada para verla actuar. Al verla, decidió que esa niña de 14 años tenía ese ímpetu necesario para ser artista. El tercer nombre sería el mío. Mi madre siempre quiso ser madre, tener su propia familia, y llegué yo.
-¿Cree que su éxito se debió precisamente a esa humildad y capacidad de entrega?
-Estoy convencido de que la capacidad de entrega tuvo un papel primordial, pero hay que verlo todo con perspectiva. Mi madre era un poco doctor Jekyll y mister Hyde. Cuando mi madre estaba fuera del escenario era una persona muy cercana y tal, pero cuando estaba arriba, ella se convertía en todos los personajes que cantaba. Esa capacidad definió mucho la expresión artística de mi madre.
-¿Cree que si su madre hubiera vivido en este siglo se habría adaptado a la nuevas músicas, habría evolucionado artísticamente?
-Mi madre estuvo abierta al mundo del arte siempre. Ella admiraba a artistas jóvenes, le encantaban Michael Jackson, Ricky Martin o Julio Iglesias, por ejemplo. Hay una anécdota con éste último. Cuando Julio Iglesias empezaba a cantar con su guitarrita, tuvo que actuar detrás de mi madre en un festival benéfico en Palma de Mallorca. Y ella puso al público en pie y Julio dijo: «Ahora, ¿qué hago?». En definitiva, mi madre era una persona que estaba abierta, alguien muy permeable a cualquier manifestación artística. Le encantaba la pintura, la arquitectura y la fotografía y tenía grandes inquietudes culturales. Estoy seguro de que las nuevas tecnologías le habrían fascinado y le habría encantado por ejemplo manejar una página de Facebook como la que yo humildemente mantengo dedicada a ella y a mi padre.
-¿Juanita Reina no habría sido Juanita Reina sin Sevilla?
-Sevilla era su lugar de nacimiento, la idiosincrasia propia de la ciudad está integrada en la vida de mi madre. Sólo hay que verlo en el hecho de que el Parque de María Luisa tenga su glorieta, o en la calle Parras un azulejo conmemorativo del nacimiento. Cuando vivíamos en Madrid mi madre echaba mucho de menos Sevilla. Un buen día mi madre le dijo a mi padre que cuando se muriese la llevara al cementerio de Sevilla porque era un lugar con mucha calma y mucha luz. Cuando mi padre escuchó aquello dijo: «No vamos a esperar a que te mueras, nos vamos ya». Efectivamente, se vinieron en cuanto pudieron y fue entonces cuando mi padre montó su famosa academia de baile. El amor a mi padre era quizá uno de los elementos fundamentales de Juanita Reina. Tenían una devoción recíproca tremenda. Mi madre decía que mi padre olía a canela y tenía una piel morena preciosa. Siempre estuvieron muy enamorados.
-¿Para ella lo más importante era el amor y la familia por encima de su profesión?
-Era súper importante, sí, pero también lo artístico. Necesitaba expresarse como artista y así lo hacía.
–También tuvo otro amor incondicional, a la Macarena.
-Ella le pedía a la Macarena que la convirtiera en artista, que su familia le permitiese cantar. Su devoción por la Virgen le llevó a tenerla en nómina. Creo que de algún modo mi madre, como Joselito el Gallo o Los del Río con su canción, contribuyó a la universalización de la Macarena como figura emblemática de Sevilla.
-Y a usted le inculcó esa devoción…
-He sido armao de la Macarena durante 22 años. Estoy muy orgulloso de haber acompañado al Cristo de la Sentencia vestido de romano. Aún conservo grandes amistades dentro de la centuria.
-¿Hay una calle con su nombre en Sevilla?
-No, no hay, de hecho la hermandad de la Macarena ha hecho grandes esfuerzos por lograrlo pero a día de hoy no se ha podido conseguir. Espero que se consiga porque me parece paradójico que haya una calle dedicada a Juanita Reina en Málaga, en Córdoba o Chipiona y en Sevilla no. Creo humildemente que es una figura lo suficientemente preminente dentro de la historia de España como para que figure en el callejero de Sevilla. Incluso hubo una iniciativa en Madrid, otra ciudad con la que tuvo mucha vinculación.