Del «Qué coño es esto de la UDEF» al «Corre, corre que viene la UCO», el país ha cambiado de banda sonora. Jordi Pujol, cuyo juicio parece reservado para el más allá, habrá reconocido el giro: ya no es la corrupción de una persona o de un partido por un percentual, sino la gangrena institucional. El caso Balas lo ilustra: «Los de arriba en el Gobierno necesitan pruebas para atacar a la UCO», dice la fontanera investigadora del PSOE, Leire Díez y, si no las hay, se fabrican. O se intimida, que es más rápido. «Balas, mejor muerto», insiste. Menos mal que no hubo chascarrillo sobre las balas y el muerto. Ni sarcasmo. Solo zafiedad industrial.
La fontanera del zar, sin tiempo para metáforas ni metáforas para el tiempo, aparece grabada pidiendo «kompromats» contra jefes de la UCO, en videollamada grupal con Alejandro Hamlyn, prófugo en Dubái y reclamado por fraude gordo. A cambio, «trato de favor» de la Fiscalía, ese organismo que pende y depende del Gobierno. «A partir de ahora, coordinación», sentencia Leire. El elegido: el abogado Jacobo Teijelo. El propósito: desacreditar con un vídeo sexual al teniente coronel Balas de la Guardia Civil que investiga al hermano y a la esposa de Sánchez, al fiscal general y a la sociedad Ábalos & Koldo.
Más grabaciones documentan la podredumbre. Pérez Dolset, el abogado que hace binomio con Leire, no se esconde: «Esto es Pedro Sánchez, directamente con Cerdán». Y se escucha: «Ha dicho ahí el gran jefe… dice… que hay que acabar con esto como sea». ¿Quién es el gran jefe? «Solo hay un gran jefe», matiza Dolset, «y ese ha pegado un puñetazo en la mesa que te cagas».
Leire ampliando objetivos: también se busca neutralizar al fiscal Grinda, responsable del inacabable caso del 3% catalán y otras pendencias indepes. O al capitán Juan Vicente Bonilla, otra «oveja negra» a la que hay que hacer desaparecer del tablero y al que ahora acusan de querer poner bombas lapas, manipulando sus wasaps. (El hombre, entre veras y bromas, dijo que hasta temía una bomba lapa en su coche como premio alternativo a que le dieran una medalla si desmantelaba la red criminal…). Ketty Garat lo explica mejor.

La operación es de alto submarinismo político. Leire Díez, periodista de profesión y buzo de vocación, habría descendido a la sima del barro para subir un pecio apestoso del fondo del mar: la supuesta conspiración de la UCO y fiscales contra el presidente y aledaños.
El partido abre un expediente informativo a Díez («Que me llamará Juan Fran» comenta en su chat cántabro la expedientada): más que un castigo parece un blindaje.
El escándalo es tectónico. Los audios podrían acabar con el Gobierno y hasta con el sanchismo. En cualquier país con temperatura democrática, esto habría provocado una implosión institucional: moción, elecciones o retirada. Pero esto es España. Ni los habituales Page y Lambán han dicho esta boca es suya. Ni los molestos jarrones chinos González y Guerra han titineado, no sea que se hagan paralelismos con su propio fin de régimen.
El búnker con Sánchez dentro sigue sellado.
P.D.
Entretanto, Feijóo aplaza al 8 de junio la gran mani-sin-siglas (a ver si esta semana caen más audios…) bajo la, ayayay, pancarta-bumerán «Mafia o Democracia». Y es que se lo ha puesto a huevo, al sanchismo: qué mala pata que acabe de entrar en prisión Francisco Martínez, quien fuera secretario de Estado de interior del Gobierno Rajoy, por blanqueo y graves delitos informáticos. Con lo bien que habría estado un mero «¡Elecciones ya!».
Coda 1) Lenguas y bailes regionales. Al final, no eran tres ni siete: fueron diez las delegaciones europeas que se negaron a la fantasía plurilingüe del Gobierno español. Se trataba de convertir las lenguas cooficiales —catalá, galego, euskera, es decir el mismo estatus regional que el frisón en Países Bajos— en lenguas oficiales de la Unión. La última en entrar, el irlandés-gaélico en 2007, es oficial en todo el país.
Pero Europa, menos dada al folklore que a la norma, olfateó lo que esto supondría, sentar precedente: tras las tres nuevas lenguas españolas, podrían venir el corso, el napolitano, el bretón, el siciliano, por quedarnos sólo en Francia e Italia, si algún día se convirtiesen en cooficiales en sus territorios. Y dijeron: de entrada, no.
España prometió pagar la fiesta, como ya hace con estas lenguas en Comités menores, como el Económico Social o el de las Regiones. También juró salvar cualquier escollo técnico. Pero el problema no era de logística: era de política y, en parte, de derecho. La secretaría del Consejo alegó la necesidad de reformar los tratados. Albares lo negó, en este caso con razón. Con modificar el Reglamento, bastaría. Da igual: la negativa es firme. Bastante disfuncional y oneroso es manejarse con las 24 actuales.
Se intentará de nuevo en junio, para que Sánchez siga mostrando entusiasmo ante Puigdemont y Junqueras, y todos venderán el no como una mini gran victoria. Pero la incorporación no se logrará nunca sin una reforma constitucional que haga del catalán, el gallego y el vasco, lenguas oficiales en toda España. Es decir, cuando en Sevilla se pueda impugnar una multa en catalán, hacer la declaración de la renta en gallego en Burgos o presentar una demanda en euskera en Zaragoza.
Hasta entonces, vuelva usted mañana, o mejor dicho, nunca.
Coda 2) Esto sí que es lawfare. Son ya 60 los magistrados que han desautorizado diversas medidas aberrantes tomadas por Trump y su gobierno de inexpertos e incompetentes, amparándose en una ley de urgencia de 1977, en un claro abuso de poder y de violación del sistema de contrapesos, núcleo duro de la democracia estadounidense. Ya ha habido un primer aviso a navegantes: una juez que fue arrestada en su propio tribunal por presuntamente obstruir una operación contra la inmigración.
Trump tacha a los jueces de peligrosos comunistas y de radicales, les recuerda que no son electos, sólo le ha faltado llamarlos, como hizo en su día Roosevelt, los Jueces del Apocalipsis. El problema que tiene la judicatura es la ejecutabilidad de sus sentencias ante los desmanes del amo de la Casa Blanca y sus decretos ejecutivos.
«Nadie está por encima de la ley», ha advertido la fiscal general, Pam Bondi, en redes sociales. Olvidando decir, salvo el rey y sus bufones.
Entretanto, el serial distópico de Trump sigue generando nuevos episodios: por un lado se le va el lunático Elon Musk, harto de colaborar en su propio empobrecimiento, pero deja a su ciudad de los muchachos de Silicon Valley para seguir socavando a la administración; por el otro, se les corta el grifo de subvenciones a las más importantes universidades privadas, foco de contestación, y anuncia que va a prohibir la llegada de estudiantes extranjeros a las mismas, esa fuente de ingresos y de talento. Harvard está en llamas.
Afortunada y esperanzadoramente, el país todavía disfruta de una gran libertad de expresión, y no cesan las pullas contra el presidente: la última llamarlo, como el Financial Times en un editorial, «El Gallina», por sus erráticas medias sobre los aranceles. Y no le ha gustado ni un pelo.
El humor, sabido es: el instrumento más letal contra los autócratas.
Coda 3) Escenas conyugales. Como bien dice el primer Espada, ¿qué no habría pasado de haber sido Macron el que le hubiese levantado la mano a su esposa frente a la escalerilla de un avión?
Probablemente, un clamor transversal de dimisión y elecciones presidenciales adelantadas. Eso sí, el interfecto podría haberse tomado cinco días de reflexión à la Sánchez, o un bo(u)rbónico: «Lo siento mucho, me he equivocado, no… le volverá a pasar», previos a una fotogénica reconciliación en los Champs-Élysées. Se equivocó, por ello, Macron negando la realidad y amalgamándola con otros bulos que circulan sobre él. Hubiera debido simplemente decir: «Sí, nos disputamos a veces, como tantas parejas francesas; y en todo caso prefiero que sea ella la que me dé un manotazo, seguramente, además, merecido». Es lo mínimo que se esperaría de un caballero español.
Coda 4) La PaisaToday. Demasiado ha tardado la brigada de auxilio editorial de El País en salir al rescate del fiscal general del Estado, investigado por la supuesta pequeña fechoría de filtrar secretos oficiales sobre el novio de Ayuso. Cuatro periodistas acuden ahora al juez como fedatarios de la confidencia —contradiciendo versiones anteriores—, alegando que se enteraron un poquitín antes. Así que todos a cagar a la grava. Tabloide no es aún La Paisa Today, sólo gracias a su compostura gráfica: sobria maqueta, tipografía elegante. La última línea de defensa de la dignidad impresa en la corte sanchista.
Cuestionario maldito (telegráfico) a Leire Díez:
– «La verdad es sólo una y saldrá. De hecho, ya está saliendo»
– Yes.
– ¿El Pravda lo publicará?
– La duda ofende.