La guerra civil que estallaró en abril del año pasado en Sudán se ha extendido en los últimos días a territorio libio, donde miles de mercenarios sudaneses han combatido durante años tanto en los combates tras la muerte de Muamar Gadafi como en posteriores enfrentamientos entre las dos administraciones paralelas del país.
Los enfrentamientos han tenido lugar entre la facción del Movimiento de Liberación de Sudán, que dirige el gobernador de Darfur, Minni Minawi, aliado del Ejército sudanés, contra un grupo disidente del llamado Consejo Revolucionario del Despertar (CRD), la milicia a las órdenes de Musa Hilal.
Los combates comenzaron en Balanja, territorio libio, cuando una columna de disidentes del CRD intentaban regresar desde Libia a Sudán para asistir a las Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR) y se encontraron con un ataque de directo de las fuerzas de Minawi, según fuentes del medio sudanés ‘Sudan Tribune’.
La cifra exacta de muertos no está clara, pero se estima que los disidentes del CRD infligieron importantes bajas a las fuerzas de Minawi, incautaron al menos 15 vehículos y apresaron a varios militares.
Lo ocurrido no es inusual debido a que cientos de guerrilleros sudaneses llevan meses regresando a Sudán desde Libia para asistir a los bandos en conflicto, en particular en la región de Darfur, uno de los grandes epicentros actuales de la guerra muy en parte por la reactivación de los tradicionales enfrentamientos interétnicos.
Civiles sin escape
En el extremo este del país, el Ejército continúa luchando contra las FAR y, como siempre, los civiles se llevan la peor parte. Diez días después de que el Consejo de Seguridad de la ONU pidiera el fin de los combates en El Fasher, Médicos Sin Fronteras (MSF) advierte de que los hospitales siguen siendo atacados y de que la ayuda exterior no puede llegar a la ciudad debido a la intensidad de la violencia. MSF es una de las pocas organizaciones humanitarias internacionales que siguen presentes en la ciudad.
El viernes, un ataque de las FAR alcanzó la farmacia del hospital Saudí de El Fasher y provocó la muerte de la farmacéutica que trabajaba. La instalación médica sigue atendiendo a pacientes, pero ha sufrido daños y solo funciona parcialmente. «En El Fasher asistimos a un ciclo de ofensivas y contraofensivas del que los hospitales no se salvan y las partes beligerantes incumplen su responsabilidad de proteger a la población civil», declara Michel-Olivier Lacharité, responsable de Emergencia de MSF. «Desde que empezaron los combates hace seis semanas, más de 260 personas han muerto y más de 1.630 han resultado heridas, incluidas mujeres y niños. No sabemos si los hospitales son un objetivo deliberado, pero su protección es un imperativo que debe respetarse. Los civiles están atrapados y no pueden salir. Hay que proteger sus vidas y deben poder recibir tratamiento si lo necesitan».
La mayor crisis de desplazamiento del mundo
Los estragos de la guerra en Sudán han provocado una enorme cantidad de desplazamientos forzosos y millones de personas se han refugiado en países vecinos. Sin embargo, la capacidad de las naciones de hacer frente a la emergencia humanitaria se ha visto sobrepasada.
Más de 10 millones de sudaneses se han visto obligados a abandonar sus hogares, y, según estimaciones de MSF, más de 680.000 personas han cruzado la frontera hacia Sudán del Sur desde abril. El flujo migratorio no cesa, y la ayuda humanitaria resulta insuficiente. En los próximos meses, es probable que aumente la presión sobre los servicios de salud y las organizaciones de ayuda: se estima que en julio siete millones de personas se quedarán sin acceso a alimentos suficientes, advierte la oenegé.
Renk, en el estado del Alto Nilo en Sudán del Sur, se encuentra a unos 60 kilómetros de Joda, el punto de entrada oficial para las personas que huyen de la guerra. Unos 13.000 refugiados y repatriados se encuentran actualmente varados en el centro de tránsito de la ciudad y sus alrededores. El número fluctúa dependiendo de los movimientos posteriores; o esperan para poder continuar su viaje a través de Sudán del Sur o regresar a su hogar en Sudán . Las condiciones de vida son terribles y cuentan con alimentos, agua, refugio, instalaciones sanitarias y atención médica limitadas.
Muchos de los que llegan a la frontera están heridos y gravemente desnutridos, después de haber caminado durante semanas para llegar a un lugar seguro. Actualmente, las agencias de ayuda les proporcionan dinero para comprar comida para siete días, pero muchas personas se encuentran atrapadas en el centro de tránsito de Renk durante semanas o incluso meses, mientras esperan el transporte para continuar su viaje. «A veces conseguimos comer dos veces al día, pero normalmente sólo desayunamos y por la noche nos acostamos con el estómago vacío, incluso los más jóvenes», dice Dak Denj, un pastor de ganado de 70 años que se ha quedado en el centro de tránsito de Renk desde diciembre de 2023.