No invitó a Sánchez a la Casa Blanca durante el tiempo que coincidieron como presidentes, tampoco se mostró el americano excesivamente entusiasta con el español cuando coincidieron en alguna reunión de la OTAN o el G-20. A Trump, España le interesa lo justo, la base de Rota y poco más. Y ahora que anda a vueltas con potenciar el papel de Marruecos en el Mediterráneo, todavía le interesaremos menos.
Por si no fuera suficiente, Trump, recién elegido presidente de Estados Unidos, tiene mal concepto del Gobierno español, al que considera infestado de peligrosos comunistas. La extrema derecha estadounidense suele considerar comunistas incluso a los insignes políticos del centro democrático. Así que, mal estaban ya las cosas en esta pobre España como para que tengamos que lidiar ahora con un presidente de influencia mundial que no nos tiene excesivo cariño.
Su triunfo llega cuando España atraviesa una crisis de imprevisibles consecuencias, con una tragedia que ha roto las costuras. Un presidente regional del PP que no ha dado la talla, y un presidente del Gobierno que ha maltratado a los valencianos porque dio prioridad a dejar mal a Carlos Mazón -y de paso a Feijóo- sin el menor gesto de piedad hacia el sufrimiento de quienes han perdido todo, absolutamente todo. Muchos de ellos la vida, o la de sus familiares, ante una riada mortal contra la que era imposible luchar.
Solo el Ejército contaba con los medios necesarios para paliar sus atroces consecuencias, pero más allá de enviar a la UME, bendita sea, el Gobierno puso en marcha una estrategia que debía tener como objeto el desgaste del principal partido de la oposición, en vez de dedicar un minuto a organizar un dispositivo de ayuda a quienes vivían una situación crítica.
La polémica sobre quién tenía que asumir responsabilidades, o si no me lo pides yo no te mando lo que necesitas, pasará a los anales de la peor historia protagonizada por los españoles. Con Sánchez y sus ministros a la cabeza. Jamás se ha visto un Gobierno tan inhumano. Ha dado aún más argumentos a Trump para castigarnos con su desafecto.
«Sánchez apenas pisa la calle porque cada vez que lo hace se encuentra con insultos y abucheos»
Sánchez apenas pisa la calle porque cada vez que lo hace se encuentra con insultos y abucheos. El año pasado llegó a los actos en Castellana el día de la Fiesta Nacional con retraso, hasta el punto de que hizo esperar al Rey dentro de su coche; todo el mundo interpretó, con razón, que lo hizo para que no le abuchearan delante de Felipe VI. No sirvió de nada, le gritaron. Este pasado octubre el Gobierno rizó el rizo; las vallas para los espectadores se colocaron a unos 200 metros de la tribuna oficial, para que no se escucharan los gritos contra Pedro Sánchez.
Se escucharon, vaya si se escucharon. Bueno, pues siendo consciente el equipo de Moncloa y probablemente el propio presidente de que le insultan en cuanto asoma la cara, quiso acompañar a los Reyes a su visita a Valencia. Y cuando pasó lo que pasó, los monclovitas empezaron a difundir entre los medios afines que fue un error la visita: que el Rey se había empeñado en ir a una región devastada aunque le que aconsejaron que no fuera. Solo les faltó añadir que fue una provocación y que el jefe de Gobierno, hombre responsable, se ofreció de inmediato para acompañar a Sus Majestades para protegerles de la muchedumbre desatada y enloquecida.
Lo que hay que oír, lo que hay que aguantar.
Lo primero que deben saber los españoles -como sabe perfectamente el Rey y sabe Pedro Sánchez- es que si el Gobierno dice que el jefe de Estado no debe acudir a un acto, no pronunciar un discurso o no realizar un viaje, el Rey no va. D. Felipe conoce perfectamente cuáles son sus atribuciones constitucionales, y aunque se encuentra ahora con un Gobierno que hace alarde de cortarle permanentemente las alas, cumple rigurosamente con sus indicaciones. Ni un mal gesto cuando a un viaje le acompaña un director general en vez de un ministro, como es obligado; ni una palabra de contrariedad cuando le indican que no acuda a un acto al que le habían invitado y confirmado su asistencia. Ni una réplica cuando desde los despachos de siempre explican que el gobierno toma determinadas decisiones pensando en la seguridad del Rey. Pues anda que no tienen el Rey y la Reina, buenos guardianes… Los mejores.
«La imagen de un Sánchez dirigiéndose hacia su coche rodeado de escoltas ha sido demoledora. Para él y para España»
Si en Paiporta los escoltas de los Reyes hubieran pensado que estaban en peligro, tengan la absoluta seguridad de que inmediatamente los habrían sacado de allí. Sin que el Rey diera muestras de contrariedad porque confía en quienes le protegen: han dado ejemplo sobrado de su profesionalidad, en ocasiones con actuaciones heroicas aunque no trascienden al público. Entre otras razones porque el éxito de su trabajo obliga a la máxima discreción. Sé de lo que hablo.
La imagen de un Sánchez dirigiéndose hacia su coche rodeado de escoltas ha sido demoledora. Para él desde luego, pero también para España, y no hay más que ver los comentarios de algunos de los periódicos más influyentes del mundo, que además contraponían aquellas fotos con las del Rey hablando con quienes le increpaban -calmó a muchos de ellos aunque tenían razones para sentirse abandonados-, y la imagen de la Reina abrazada a mujeres desconsoladas, con las que lloró conmovida por sus relatos.
El que no debió ir a Valencia fue Pedro Sánchez acompañando al Rey, y somos multitud los que pensamos que se sumó a la comitiva real pensando que estaría más protegido de la ira de los vecinos. Ni eso sabe calibrar. Los vecinos, los españoles todos, saben muy bien quién merece respeto. Ni Pedro Sánchez ni Carlos Mazón estuvieron a la altura de sus cargos. Mazón no reaccionó con la eficacia y autoridad de un presidente regional, y en cuanto a Sánchez no se puede decir nada bueno de su actuación ante la tragedia valenciana.
Me cuentan que no quiere que los Reyes vayan a Chiva. Puede prohibirles que hagan un viaje oficial a esa localidad que esperaban visitar el domingo pasado; el Gobierno alegaría razones de seguridad, no las auténticas. Pero nada impide que acudan en visita privada, por ejemplo.
«Que dimita ya. Infinidad de españoles no podemos soportar tanta vergüenza»
Sánchez es un jefe de Gobierno que tiene a su mujer imputada, a su hermano imputado, a su mejor colaborador durante años imputado… y al fiscal general del Estado imputado. ¿Y aún quiere provocar una situación incómoda con el jefe del Estado?
Tienen razón los que le gritan que dimita. Que lo haga ya. Infinidad de españoles no podemos soportar tanta vergüenza.