Una multitudinaria manifestación recorrió ayer las calles del centro de Valencia con un hombre en la diana: Carlos Mazón, presidente de la Comunidad Valenciana, del PP. Los manifestantes, 130.000 según la delegación del Gobierno, exigieron la dimisión del president por lo que consideran una nefasta gestión de la dana que el martes 29 de octubre anegó varias localidades valencianas, destruyó miles de hogares y comercios y se llevó por delante la vida al menos de 214 personas. Entre los lemas se leía esta pancarta: “Nosotros manchados de barro, vosotros manchados de sangre”. La frase hacía referencia a la tardanza de la Generalitat Valenciana en enviar la alerta masiva a los móviles que prevenía de la impresionante riada que inundaba toda la zona, un aviso que llegó cuando muchos de los afectados ya tenían el agua por encima de la cintura.
Algunos de los concentrados reunieron todas estas críticas en dos frases: “El que avisa no es Mazón” y “Mazón, cobarde, a las ocho ya era tarde”.
En la marcha, convocada por más de 40 asociaciones y grupos cívicos de Valencia —y que tuvo otras réplicas en localidades como Alicante y Elche, y también en la Puerta del Sol de Madrid—, hubo referencias también a la incompetencia de los políticos en general, críticas al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y menciones a la generosidad de los voluntarios jóvenes que casi desde el primer día están en ciudades como Paiporta o Alfafar limpiando de barro las calles y las casas. Muchos de estos voluntarios, llegados de todas partes de España, acudieron a la marcha enarbolando las escobas que utilizan para achicar lodo y que se han convertido en un símbolo de la lucha de la población contra los efectos destructivos de la dana. Hubo gritos de “asesinos”, “asesinos” dirigidos a los políticos.
Pero el objetivo de la manifestación era, principalmente, uno: que Mazón dimita. En la plaza del Ayuntamiento se oyó corear esto: “El pueblo muriendo, Mazón comiendo”. La frase aludía a que el presidente de la Comunidad, el martes 29, mientras ya se habían disparado varias alertas meteorológicas, se fue a almorzar a un conocido restaurante de Valencia y allí estuvo hasta las seis de la tarde con una periodista. A la salida de esa comida fue cuando se incorporó al Cecopi (Centro de Coordinación de Emergencias), que llevaba reunido desde las 17.00. De ahí que muchos de los concentrados acusaran a Mazón de negligencia y exigieran no solo su dimisión sino su encarcelamiento. Algunas de las pancartas decían, simplemente, “Mazón, a prisión”.
Román Ribelles, de 53 años, que trabaja de profesor en un instituto cercano a la zona inundada y que tiene compañeros y alumnos que han resultado afectados por la gota fría, sostiene que existe “una tradición política como de menores de edad, porque con el tema de la alerta es muy difícil no pensar que estamos en manos de inútiles”. Y añadía: “Más allá de ideologías, ha sido obvio que ha sido una negligencia detrás de otra. El punto de inflexión fue la visita del Rey. España, y Madrid sobre todo, tomó entonces conciencia del abandono”. Ribelles aludía a la visita del monarca y de la reina, que junto a Pedro Sánchez y Carlos Mazón trataron de recorrer el 3 de noviembre Paiporta, una de las localidades más castigadas, y fueron increpados por numerosos vecinos que se sentían abandonados por las autoridades. Desde entonces Mazón no ha vuelto a pisar las ciudades inundadas. También de esto se hacían eco los gritos de los manifestantes: “Mazón, dimite, sal del escondite”.
En la marcha había familias de Valencia, jóvenes manchados de barro que acababan de limpiar las calles de Sedaví, de Aldaia o de Benetússer, pero también afectados que han dejado sus casas vacías de muebles y de enseres tras ser tomadas por el agua, y se desplazaron a Valencia a protestar. Es el caso de Nerea Reis, de Alfafar: “Mi madre, mi hermana y yo nos hemos quedado sin casa. El agua llegó hasta los 1,90 metros de altura y cuando nos avisaron ya la teníamos por las rodillas. Tuvimos que subirnos al tejado y con sábanas, a modo de cuerdas, saltar a la casa del vecino. No nos alertaron, nos dejaron solos, abandonados y hasta el quinto día no vinieron los bomberos. Los vecinos fueron los únicos que nos trajeron comida”.
Presión sobre Mazón
La marcha, una de las más masivas en Valencia en décadas, aumenta la presión sobre el presidente valenciano. Este, por ahora, no se ha dado por aludido. La misma tarde en que se desarrollaba la protesta colgó en su cuenta de X un comentario sobre la mejora de las depuradoras afectadas por la riada. También se defendió de las críticas por su larga comida del martes, mientras la inundación se hacía patente, afirmando que el verdadero cambio se produjo a “a las siete de la tarde”, hora que coincide con el momento en el que se sumó al Cecopi y cuando su Gobierno recibió una información de la Confederación Hidrográfica del Júcar alertando sobre la subida de las aguas.
En realidad, ya a las tres de la tarde la situación en la comunidad valenciana se acercaba al colapso, con alerta por lluvias de la Aemet en nivel rojo, múltiples llamadas a emergencias, riadas en algunos municipios e incluso alguna persona desaparecida. Y nada de esto remitió a lo largo de la tarde. La propia Confederación Hidrográfica del Júcar había enviado un aviso horas antes del de las siete de la tarde informando de que el embalse de Forata había empezado a verter y de que se preveían caudales superiores a los 1.000 metros cúbicos por segundo en el río Magro, aunque la última subida en el barranco del Poyo, la más letal, no la comunicó hasta las 18.43.
Con toda esa olla a presión, el futuro político de Mazón se tambalea. El viernes, el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, se reunió por videoconferencia con todos los presidentes autonómicos populares y el acto supuso el primer respaldo colectivo del partido al presidente valenciano. En el PP, sin embargo, algunos ya dan por hecho que su porvenir está sentenciado, si bien no en el corto plazo. También está en la picota la consejera de Interior, Salomé Pradas, que el jueves dijo en una entrevista que no sabía que existía un sistema de alarmas masivo para avisar a la población a través de los móviles. La que se envió desde el Cecopi ese día, pocos minutos después de las 20.00, llegó a los vecinos de las zonas afectadas cuando muchos escapaban ya de la tromba de agua o luchaban por salir de sus coches en medio de la riada. De cualquier forma, Pradas sirve de fusible ante Mazón. “Si cae la consejera, el siguiente es él”, señalan fuentes del partido. “Si se admite que ha habido errores, él también sería responsable”, añaden.
En el manifiesto, los convocantes criticaron que Mazón envió la alerta pasadas las ocho de la tarde “para no comprometer los intereses de los empresarios y la ganancia del capital, puso en riesgo la vida de miles de trabajadores”. También hubo reproches al Gobierno central: “Hubo falta de agilidad y coordinación entre las administraciones autonómica y estatal”, señalaron las organizaciones convocantes.
En la marcha, pacífica en general, se produjeron algunos incidentes aislados y al final, con cargas de la policía en la plaza del Ayuntamiento y, una vez acabada la manifestación, en la plaza de la Virgen, junto al Palau de la Generalitat. En el Ayuntamiento algunos manifestantes lanzaron bengalas y la policía respondió con empujones y porrazos. Se oyeron gritos de “has encendido la mecha en el país de la pólvora” o “¿Dónde estábais el primer día?”. Cuando la marcha llegó al palacio de la Generalitat, algunos de los participantes se acercaron a la puerta principal y la llenaron de pegotes de barro, basura, cartones, escobas sucias, monos blancos de los que utilizan los voluntarios en la limpieza de las ciudades inundadas y carteles con la cara de Mazón boca abajo. También estamparon con pintura roja manos en las paredes y, en uno de los lados, escribieron “Mazón asesino” y dejaron un cartel que rezaba: “La incompetencia tiene sus consecuencias”.
Ya finalizada la manifestación, sobre las 21.30, se produjeron en el plaza de la Virgen y su entorno cargas policiales. Algunos grupos minoritarios de jóvenes, increparon, insultaron y arrojaron botellas de agua, escobas y otros objetos a los antidisturbios. Finalmente, los agentes cargaron contra los concentrados para dispersarlos y se produjeron momentos de tensión, con forcejeos y golpes. Las persecuciones y carreras se prolongaron unos minutos por algunas calles.
Pasada la medianoche, fuentes de la Policía Nacional comunicaron la detención de cuatro personas durante o tras la manifestación, dos por desórdenes públicos y otros dos, por atentado contra la autoridad. Una treintena de agentes de la policía resultaron heridos y se practicaron 13 identificaciones.