Álvaro García Ortiz saldrá irremediablemente tocado el día que abandone la Fiscalía General. Cuando salga, su prestigio no será el mismo que cuando tomó posesión.
También Cándido Conde-Pumpido, al que muchos creímos cuando explicaba que por encima de todo estaba su profesionalidad y no se dejaría influir por tan alta responsabilidad al frente del Tribunal Constitucional, quedará afectado tras estos años últimos de servicio público. El magistrado al que admiraban incluso quienes ideológicamente se encontraban en sus antípodas y reconocían la solvencia de sus decisiones, también está tocado. Es difícil aceptar que, después de anunciar hace cuatro años su abstención definitiva en las cuestiones relacionadas con la rebelión independentista del 1 de octubre del 2017, decide participar en el debate sobre el amparo que han presentado al TC los líderes independentistas no conformes con el Tribunal Supremo que ha determinado que la Ley de Amnistía no era aplicable a esos dirigentes.
Es sabido que cuando Puigdemont da un toque a Sánchez, el presidente se pone en primer tiempo de saludo para atender al líder de Junts porque de él depende su permanencia… y todo el mundo da por hecho que Conde Pumpido acude ahora en auxilio del presidente de Gobierno. Ojalá no sea así, no solo para que Puigdemont no sume un nuevo triunfo, sino para que la imagen de Conde Pumpido no quede más dañada.
Conocemos de sobra los argumentos que utilizan en su defensa quienes atienden las instrucciones que les transmiten desde Moncloa: que hay que trabajar por el bien de España y los españoles bloqueando cualquier posibilidad de que gobierne la ultraderecha. Colocando al PP en esa ultraderecha, por supuesto. Lo hemos oído hasta la saciedad desde el día que Pedro Sánchez, atendiendo la inteligente recomendación de Miguel Barroso, adelantó unos meses las elecciones generales. Aquella estrategia de PP es igual a Vox, y todo es aceptable con tal de que la ultraderecha no llegue a Moncloa, caló entonces y sigue calando.
Esta periodista ha confesado en varias ocasiones que su simpatía por Vox es nula, pero siente aún más preocupación ante un presidente que gobierna con la ultraizquierda, y tiene como socios a independentistas que no descartan la violencia y se toman la Constitución a título de inventario, y a un partido con dirigentes que formaron parte de ETA o que no condenan a ETA. Nadie tiene que hacerme el relato de lo que fue esa banda terrorista y quiénes los apoyaban políticamente.
«Es incomprensible la torpeza, la ineptitud, de algunos de los hombres y mujeres que hoy ocupan cargos de máximo nivel»
Elogié en su momento la firmeza con la que Pedro Sánchez aseguraba que jamás pactaría nada con Podemos o Bildu, y acabó no solo gobernando con ellos sino comprando sus votos con cesiones impropias de un dirigente demócrata que además tiene la responsabilidad de defender a los ciudadanos a su cargo.
Para gobernar, Sánchez ha creado un equipo del que forman parte personas de brillante biografía en unos casos y, en otros, de biografía irrelevante, pero que representaban la necesaria renovación de las instituciones. Con esas mimbres, un gobierno que acepta todo de todo, incluso lo que les parecía indeseable a algunos de sus compañeros y al propio presidente antes de conseguir los votos necesarios para gobernar sin haber ganado las elecciones, Pedro Sánchez ha creado una máquina de triturar biografías.
La lista es tristemente larga, mucho más allá de Conde-Pumpido y García Ortiz, mencionados por su protagonismo estos polémicos últimos días. Pero hay más jueces, economistas brillantes, y políticos que han tenido papel destacado en el PSOE antes de la llegada de Pedro Sánchez que podrían incluirse en esa lista.
Con todo respeto: es incomprensible la torpeza, la ineptitud de algunos de los hombres y mujeres que hoy ocupan cargos de máximo nivel; o que no los ocupan pero que, por su posición, estaban necesitados de consejo. Por ejemplo, el hermano del presidente, que no preparó su comparecencia ante el juez y dejó una imagen deplorable de su persona y, de refilón, también de la imagen presidencial, porque el llamado David Azagra, demostró en su comparecencia que tenían razón quienes decían que no estaba capacitado para ocupar el puesto que le llegó por ser quien era. Aunque casi le hizo bueno el fiscal general, que a chapucero no le gana nadie, con un borrado de los mensajes de móvil que le convirtió automáticamente en el presunto culpable de la filtración sobre el novio de Ayuso, y que no pensó ni por un momento que hay técnicas para recuperar mensajes borrados. Tampoco pensó que los mensajes que envió a terceros, o terceros le enviaron a él, eran la prueba de las conversaciones mantenidas.
«Las tensiones entre PSOE y Sumar han aparecido en toda su plenitud en la sala de prensa de Moncloa»
Andamos ahora a vueltas con el episodio del Salario Mínimo Interprofesional y si se le aplica o no el IRPF. Las tensiones entre PSOE y Sumar en el Gobierno han aparecido en toda su plenitud en la sala de prensa de Moncloa. Solo faltaba cobrar entrada para seguir en vivo y en directo al espectáculo. El susurrado «así no ha sido» de la ministra portavoz que recogieron todas las emisoras potenciando el sonido, el desconcierto y malestar de Yolanda Díaz y Pilar Alegría, la figura de la ausente vicepresidenta Montero que sin embargo era la protagonista de la escena… Un despropósito, un esperpento.
Faltan cabezas pensantes en este gobierno, faltan ideas y sobran celos. Yolanda necesitaba un éxito para su decadente biografía, pero ha provocado una indeseada polémica que cuestiona que la subida del SMI sea efectivamente tan excelente medida.
En la primera sesión de control al Gobierno tras las largas vacaciones parlamentarias, Feijóo intentó sin éxito sacar punto a la corrupción, pero Sánchez no le respondió. Pretendió expresarle su desprecio recordando que España despliega unas cifras económicas que son la sorpresa de Europa. No cuela: los ciudadanos españoles saben mejor que Bruselas cómo va la economía, y el empleo, y la vivienda, y la seguridad, y la inmigración, y el uso del Constitucional y de otras instituciones a favor del gobierno, y las chapuzas de borrado del FGE… Y cómo la política la marca un tipo que se ha fugado de España huyendo de la Justicia, pero maneja siete votos de los que depende la continuidad del Gobierno de Pedro Sánchez.