La mayoría parlamentaria ha avalado este martes hablar solo de Congreso sin el apellido ‘de los Diputados’, lo que se materializará en el Reglamento de la Cámara, pero no supondrá cambio alguno en la denominación de la institución, solo posible si se modifica la Constitución.
Todos los grupos parlamentarios, a excepción del PP y Vox, han respaldado durante el pleno la proposición de reforma planteada por el PSOE y Sumar para adaptar el Reglamento del Congreso al lenguaje inclusivo y erradicar el sexismo y han rechazado las enmiendas presentadas tanto por los populares como por los de Santiago Abascal.
La reforma afecta exclusivamente al texto reglamentario para visualizar en él a las mujeres haciendo mención a «diputadas y diputados» en lugar del habitual masculino genérico, o la Presidencia, Vicepresidencia y Secretarías para sustituir al término presidente, vicepresidente y secretario.
A partir de ahora distinguirá también entre ‘el rey o la reina’ y ‘el presidente o presidenta del Gobierno’, pero estas modificaciones no llevarán aparejadas ningún cambio en el nombre de la institución que seguirá llamándose Congreso de los Diputados, tal y como recoge la Constitución, ni, por tanto, ningún coste adicional para la Cámara.
Durante el pleno, los grupos que defienden la reforma han incidido en que no es una corrección gramatical o política anecdótica, sino de un avance fundamental para lograr la igualdad efectiva entre hombres y mujeres.
La diputada del PSOE Andrea Fernández ha subrayado que el lenguaje no es estático ni pertenece a nadie, pero durante siglos ha habido un «masculino dominante», y ha explicado que la reforma busca introducir el feminismo sin distorsionar el texto. «No es la panacea», ha admitido, pero ha añadido que «es un ejercicio de justicia que servirá para cambiar el imaginario de esta Cámara».
Para Esther Gil de Reboleño, de Sumar, «cada palabra inclusiva es una forma de reparación», en este caso para corregir que durante 40 años el Congreso haya ignorado en su Reglamento a las mujeres. Ha incidido en el poder del lenguaje para construir o destruir realidades y que la modificación planteada no es un adorno, sino una herramienta de cambio.
«Hoy damos un pequeño paso para hacer de esta patria un lugar más habitable para todas. No es suficiente pero es imprescindible», ha destacado Gil de Reboleño, con quien han coincidido Mikel Legarda (PNV) y Águeda Micó (Compromís), los otros dos diputados favorables a la reforma que han intervenido.
Según el parlamentario vasco, hoy se avanza en la buena dirección para la construcción de una sociedad igualitaria entre hombres y mujeres, mientras que la diputada valenciana ha hablado de un paso necesario, justo y coherente.
En cambio, la diputada del PP Marta González ha denostado la reforma por considerarla una imposición ideológica adoptada sin el respaldo de los especialistas y que generará dificultades sintácticas. Ha apuntado además fallos en la inclusión del lenguaje inclusivo en la redacción final del Reglamento, dado que en varios artículos se mantiene el masculino genérico «por descuido o porque es impracticable».
La reforma no es justa ni prudente, ha afirmado por su parte Lourdes Méndez Monasterio, de Vox, para quien se trata de una maniobra ideológica e ilegítima que impone usos ajenos a la regla gramatical y al consenso lingüístico. «Es un verdadero disparate», ha dicho la diputada, para quien «el feminismo irracional solo hace daño».