Han pasado ya más años de vigencia de la Agenda 2030 y sus 17 Objetivos que los que teóricamente quedan para lograrlos. El camino hacia su consecución está siendo lento y desigual, con algunos logros significativos (pocos), estancamientos reseñables y algunos retrocesos.
El informe 2024 de SDSN (Sustainable Development Solutions Network) deja una visión bastante pesimista a nivel mundial ya que ninguno de ellos parece estar en vías de lograrse, y se estima que solo el 16% de las metas de los ODS están avanzando. El informe de esta Red, nada sospechoso de falta de rigor, sino todo lo contrario, deja, sin embargo, algunas dudas sobre sus conclusiones y su metodología. Según esta publicación, España sale bastante bien parada ya que establece que el ODS 5 (igualdad de género) se ha cumplido en todas sus metas y que además, otros tres ODS están muy cerca de alcanzarse. En concreto, el ODS 1 de fin de la pobreza, el ODS 3 de salud y bienestar y el ODS 7 de energías limpias. Pero no podemos dar esto por cierto sin más.
A pesar de lo establecido en este informe, realizado por más de 100 expertos académicos, otras fuentes también fiables parecen indicar todo lo contrario: El último Informe Global de la Brecha de Género 2024, publicado por el Foro Económico Mundial estima que «se necesitarán 134 años para alcanzar la paridad total entre hombres y mujeres, lo que equivale a cinco generaciones más allá de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) para 2030». A nivel mundial, las mujeres han logrado un 60,5% de igualdad con los hombres en términos de acceso al empleo, salario y liderazgo y en España, los estudios más recientes sobre la brecha salarial de género evidencian que a pesar de una mejora de 0,6 puntos respecto al año anterior, aún existe una diferencia de 19,6%. Esto es: las mujeres en España, a igualdad de responsabilidades y jornada, cobran de media 5.212,74 euros menos al año que los hombres en su misma situación. ¿Contradicción? ¿Diferentes maneras de medir?
El verdadero desafío en la evaluación de los ODS podría radicar entonces en cómo medimos su desempeño. Las brechas en la recopilación de información y la falta de indicadores claros para ciertos objetivos son un problema que afecta a su implementación y monitoreo. Según el último informe de seguimiento sobre los Indicadores de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible en España (INE, 2024) hay ODS que no cuentan con indicadores definidos u otros que carecen de datos disponibles.
Esto no es nuevo: la problemática en la medición de los ODS ya fue ampliamente discutida en la literatura académica en los inicios de la Agenda, allá por 2015. Global Policy Watch, en 2017 ya estableció que «el desarrollo de un marco global de indicadores representa un desafío desde su diseño inicial hasta su implementación efectiva». Uno de los principales problemas identificados es la disparidad en la capacidad de los sistemas estadísticos nacionales para recopilar datos adecuados, lo que impacta directamente en la calidad del seguimiento de los ODS.
Si bien esto puede parecer una discusión metodológica, teórica, en el plano empresarial, estas discrepancias tienen importantes implicaciones, ya que los ODS son cada vez más relevantes en la toma de decisiones corporativas y en la obtención de financiación sostenible. Las empresas, especialmente aquellas alineadas con los principios del Pacto Mundial de Naciones Unidas, deben demostrar su compromiso con los ODS para mantener su reputación y acceder a nuevos mercados. Según el SDG Compass, una guía desarrollada por GRI, Pacto Mundial de la ONU y WBCSD, los ODS ofrecen a las empresas un marco para alinear sus estrategias con las prioridades globales de desarrollo sostenible, lo que puede traducirse en oportunidades de negocio y fortalecimiento de la reputación corporativa (SDG Compass, 2016). La integración de los ODS en la estrategia empresarial no solo responde a una responsabilidad social, sino que también puede generar ventajas competitivas al identificar nuevas oportunidades de mercado y mejorar la relación con los stakeholders. Pero para ello debería existir un consenso y un rigor metodológico en el cálculo de su desempeño pues el peligro de hacer un #ODSWashing y complacerse en los resultados obtenidos cuando son positivos es muy tentador.
