No hay nada mejor, en la programación de día de La Mercè, que pillar el primer día de una ubicación que se estrena en la programación de espectáculos. Hay gente y ambiente, pero sin multitudes. Y es lo que ocurrió este sábado de arranque de actividades diurnas de la fiesta mayor de Barcelona en el Port Olímpic, bajo un cielo gris, pero al final sin lluvia. El puerto, de la época olímpica y que hace años se había convertido en una conflictiva zona de ocio nocturno, cerró para hacerle un lavado de cara y ha vuelto a lo grande este verano: sin los bares y terrazas del Moll de Mestral, sin aparcamiento para coches sustituidos por amplios espacios públicos, con renovados accesos, restaurantes también nuevos de trinca, y un fantástico paseo en el dique de abrigo con vistas a la regata juvenil de la Copa del América. En este contexto, los ocho espacios habilitados como escenarios o talleres, funcionaron a la perfección y se revelaron un acierto tanto para el público como los artistas.
La veterana directora artística Cristina Cazorla, que si hablamos de La Mercè y de festivales de calle tiene trienios, celebraba las bondades del espacio: “Tenemos tomas de luz cerca, accesos para grandes vehículos, el suelo es plano y si llueve no hay barro,el espacio es abierto, no hay tráfico ni ruido cerca, hay sombra por si hiciera solazo, bancos abundantes… y tenemos el mar a un lado y el final de la calle de Marina en el otro”. “Por fin un espacio público con bancos abundantes y gratis para los mayores”, celebraba Amparo, abuela de dos niños sentados en primera fila de uno de los bolos del día. “Está mucho más limpio y amplio, y podremos comer algo por aquí”, añadía Tomás, llegado del Maresme y rodeado de sus amigos y un montón de niños y bebés”. “La zona había degenerado mucho y ahora está preciosa, está bien que por fin lo descubra todo el mundo”, celebraban María y Francisco, jubilados del barrio del Poblenou que pasean a menudo por el litoral de la ciudad.
Este nuevo escenario de La Mercè ofrece espectáculos de 11.30 a 13.30 horas y de 16 a 20 horas, buscando evitar las horas de más calor, si hiciera sol. Los bolos se van solapando, hay monitores que orientan al público y un espectáculo comodín itinerante: Big Fish, de los belgas Cirque au Carré, un pescador con su barco al que sigue el público como si fuera el Flautista de Hamelín y cuando se para ofrece números de diávolo. También hay talleres, una zona de relax y El círculo de los sentidos, de Mumusic Circus, una instalación pensada invidentes y apta para todo el mundo, que pueden seguir un cuento con auriculares y paneles tácticos.
Buenísimas las artistas de la compañía gallega La Sincro, Mónica Suárez y María Mencías, con su OhLimpiadas, donde dos limpiadoras sueñan y su jornada laboral es retransmitida por la voz de Julia Luna, habitual en las competiciones de natación. Coreografías propias de la natación sincronizada, números de clown, danza, canciones populares y mucho humor en este espectáculo que también tiene mensaje feminista. “Es un homenaje a las mujeres cómicas, las creadoras, las limpiadoras y a todo aquel que tenga sueños”, explicaba Suárez tras uno de los pases, mientras el público no paraba de acercarse para felicitarlas. Hasta el vigilante de seguridad de la zona se tronchó de risa.
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La formación Zen del Sur, de Granada, sorprendió con su espectáculo de circo multidisciplinar Órbita, donde hay baile, guitarra, cajón y números de acrobacia. Y Lullaby, de la compañía Proyecto Kavauri, donde un dúo de acróbatas que son padres primerizos intentan conciliar y calmar a su bebé entre acrobacias y el carrito y una carpa de fondo. O Inkognito, de la Cia Express, de Sant Pol de Mar, con números clásicos de circo, humor y un gran columpio de fondo.
El Port Olímpic también acoge, este sábado, domingo y el martes, Carrer 024, el espectáculo de gran formato que ha dirigido la bailarina Sol Picó con motivo del 30 aniversario de su compañía.
Fuera de los escenarios, en el Port Olímpic es divertido asistir al trajín de gente que va y viene. Alguna familia que tiene barco en el puerto (mal día este sábado para salir), turistas de esos que Barcelona quiere reducir que duermen la mona, deportistas que pasan de largo, un grupo de practicantes de marcha nórdica (que no se detienen por nada del mundo), o aficionados a la vela que corren para subir al dique y ver la regata de la Copa del América.
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