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La Noche Blanca del Flamenco más larga de la historia

by Marko Florentino
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La decimoquinta edición de la Noche Blanca del Flamenco pasará a la historia por ser la más larga y una de las más multitudinarias que se han celebrado hasta ahora. Nuevamente miles de personas volvieron a recorrer las calles del casco histórico dando lugar a notables aglomeraciones en algunos espacios como el barrio de San Agustín, donde al nuevo mesías del flamenco, el toledano Israel Fernández, se le quedó pequeña la plaza. Nada nuevo bajo las estrellas. Es el hándicap que tiene fusionar conciertos multitudinarios en espacios históricos poco accesibles y el precio que se paga cuando el cartel tiene tirón.

Afortunadamente, y una vez más, la noche transcurrió sin incidentes de consideración, más allá de tapones puntuales en las calles más estrechas y el descontento y frustración de quienes no pudieron disfrutar de los espectáculos debido al exceso de aforo.

A las diez y media, en Las Tendillas, no cabía un alfiler para ver a José Mercé. Este año la principal novedad era el cambio de orientación del escenario, que pasó de un lateral a otro de la plaza. Las primeras palabras del jerezano fueron para hacer un alegado en favor del arte jondo: «el flamenco es marca España en todo el mundo». Y acto seguido se arrancó junto al guitarrista Antonio Higuero dando el primer quejío de una noche que iba prolongarse más de lo esperado.

Cante por derecho con letras de malagueñas y soleares para atemperar la voz, dos palos cargados de solemnidad y cuestionables para conciertos como éste, donde el bullicio de la calle se impone fácilmente a la jondura.

El solapamiento de horarios de conciertos que impone la programación para evitar aglomeraciones no tuvo su efecto en la Plaza de San Agustín. Allí, una hora antes de que Israel Fernández subiera al escenario, el aforo ya estaba completo.

Las dificultades de accesibilidad del entorno y la falta de previsión de cientos de personas, que continuaban dirigiéndose al barrio de San Agustín media hora después de haber empezado la actuación, dieron lugar a que las calles aledañas a la plaza quedaran colapsadas produciéndose embotellamientos donde no era posible entrar ni salir.

Momentos antes de que diera comienzo el recital, el ambiente ya se caldeaba cuando algunos grupos arrancaban las lonas publicitarias de la Noche Blanca del Flamenco que envolvían el vallado que protegía las zonas ajardinadas y que impedían la visión del escenario desde uno de los laterales de la plaza.

Solo el rasgueo inicial de Diego del Morao al compás de soleá por bulerías consiguió apaciguar al público, que caía rendido de su ídolo Israel Fernández. Guitarra, percusión, palmas, jaleos y un piano de cola sobre el escenario para arropar a un cantaor que pone de acuerdo a neófitos del flamenco y cabales de todas las generaciones y que, hasta donde pudimos disfrutar por temor a no poder salir de la plaza, dejó algunas de las mejores pinceladas de la noche.


La bailaora Mercedes de Córdoba en su actuación durante la Noche Blanca del Flamenco


miguel ÁNGEL RODRÍGUEZ

La siguiente parada nos dirigió al Patio de los Naranjos a través de las calles de una Axerquía que la marabunta, inconsciente de lo que les esperaba, transitaba en dirección San Agustín. A los pies de la Mezquita-Catedral, el panorama era completamente distinto pasada la medianoche. La guitarra de Gerardo Núñez sonaba majestuosa por soleá para acompañar el baile de Carmen Cortés en un concierto en el que también sonaron algunos de sus grandes éxitos de discos como El gallo azul que los aficionados a las seis cuerdas pudieron disfrutar sin agobios ni ruidos de fondo.

No muy lejos de allí, en la otra orilla del río, los problemas técnicos con un micro de suelo retrasaban el inicio de la actuación de la bailaora Mercedes de Córdoba. Gran expectación la que se originó en el entorno de La Calahorra y el puente romano para ver de nuevo en la noche blanca a una de las artistas de la tierra con mayor proyección internacional. La espera no defraudó.

La apertura del espectáculo por tarantos fue toda una declaración de intenciones de lo que estaba por venir, con una bailaora que se entregó desde un primer momento desplegando recursos técnicos y una energía sobre el escenario que rápidamente logró conectar con el público.

De vuelta al barrio de Santa Marina, la plaza Conde de Priego nos dejaba otro de los momentos de la noche con cientos de personas abarrotando este escenario al son de grandes éxitos de Bambino, Manzanita o Chiquetete. Este fue el refugio de muchos de los que no lograron acceder a San Agustín para ver a Israel Fernández, mientras que otros directamente optaron por dirigirse a La Corredera para ver el directo de Antonio Carmona. Allí el ex líder de Ketama hizo un repaso por algunos de los temas más populares de su repertorio como Mencanta, Para que tú no llores y la rumba Me maten en la que colabora con C. Tangana.

Jardines del Alcázar

La panorámica, como casi siempre en este espacio, ofrecía una estampa espectacular con miles de personas disfrutando de la fiesta de la familia Carmona. A esta hora se conocía uno de los imprevistos que iba a marcar el devenir de la noche, el retraso del inicio del concierto de la banda Derby Motoreta´s Burrito Kachimba en los jardines del Alcázar. El anuncio lo hizo el propio grupo en sus redes sociales, que informaba a sus seguidores que el espectáculo no daría comienzo hasta las 6.15 de la mañana. El motivo, aunque no se hizo público en redes, un retraso en el ferry que trasladaba a los técnicos de sonido del grupo desde Mallorca a la península.

Hasta entonces, la noche continuó sumando horas de música con la fusión de flamenco, música árabe y judía del espectáculo del José Manuel Tudela. El guitarrista logró crear una atmósfera mágica en el Compás de San Francisco, que en los últimos años se está convirtiendo en uno de los recintos donde mejor se disfruta de los conciertos en estas noches de jarana y alboroto.

Con el cambio de horario en el Alcázar y un fin de fiesta que llamado a prolongarse hasta bien entrado el amanecer, el punto y final de la noche lo pusimos en la plaza del Potro con el cante de Pedro El Granaíno y la guitarra de Antonio de Patrocinio Hijo. Un tándem de corte flamenquísimo que brilló con luz propia ante un público que volvió a abarrotar esta célebre plaza. Seguiriyas, tangos con recuerdo a su paisano Enrique Morente y la novedad de introducir el viento mental de una trompeta fueron algunas de las notas de color de un recital que volvió a confirmar la brillantez de uno de los cantaores más reconocidos del panorama flamenco actual.

A las 6.15h, una hora y cuarto más tarde de lo previsto, tuvo lugar la traca final de la Noche Blanca del Flamenco más larga de la historia. Un fin de fiesta que, a pesar de lo surrealista del horario, pudieron disfrutar los cientos de noctámbulos que no quisieron perderse el brutal directo marca de la casa de los Derby Motoreta´s Burrito Kachimba.



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